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Sudán-Etiopía, una guerra silenciada

Fuentes: Granma [Imagen: La población es la principal víctima de los conflictos militares en África, que sufre hambre por carencia de alimentos. Foto: AP]

Las relaciones entre los dos países se deterioraron en los últimos años debido a una disputa fronteriza por extensiones de tierra agrícola

Otra guerra se inició en África. El Ejército sudanés lanzó una ofensiva militar a lo largo de la frontera de Al-Fashaqa con Etiopía, el 29 de junio último, tomando como pretexto el supuesto asesinato de siete soldados y un civil.

El hecho pasa inadvertido para los organismos internacionales y las grandes cadenas de la prensa en el mundo, con los ojos puestos en Europa y en Estados Unidos. Nadie se ha pronunciado por sanciones para el país invasor y tampoco se envían armas al invadido.

Se conoce que las relaciones entre los dos países vecinos se deterioraron en los últimos años debido a una larga disputa fronteriza por grandes extensiones de tierra agrícola en la zona de Al-Fashaqa, delimitados por acuerdos desde 1902, firmados por el emperador etíope Menelik II y las autoridades coloniales británicas de Sudán.

Precisamente, en ese territorio del cuerno de África, la parte etíope reporta una hambruna desde la década de los 80, aún sin poder superar. La peor ocurrió entre 1984 y 1985, causada por una gran sequía que provocó la muerte de cerca de un millón de personas.

Hoy la tasa de desnutrición excede el 30 % del total de la población, más de dos personas cada 10 000 mueren a diario, alrededor de 200 000 niños y mujeres embarazadas o lactantes sufren desnutrición moderada, y 14 000 niños padecen desnutrición grave, según reporta el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. A causa de los conflictos bélicos, 9,4 millones de personas aguantan hambre.

La organización no gubernamental New World Wealth, en un informe, divulgó que esa nación africana experimentó tasas de crecimiento de dos dígitos en diez años, y que el número de millonarios aumentó más que en cualquier otro lugar del continente.

Mientras, Sudán ocupa el puesto 112 de las economías más pequeñas; sin embargo, es considerado uno de los países más ricos en recursos naturales. Sus habitantes tienen un bajísimo nivel de vida y son los que peor viven con relación a los 196 países contemplados por la onu, según su ranking per cápita de pib, detalla el sitio web Datos Macros.

El conflicto bélico se retoma luego de un golpe de Estado, en octubre último, en que se agudizaron las contradicciones históricas entre los dos países.

En ese lugar fronterizo operan grupos armados y se mantienen vivos los conflictos interétnicos, característicos en África debido a la limitación de fronteras trazadas por Occidente, que dividió comunidades a su antojo, sin tener en cuenta la identidad cultural de las regiones.

A ello se suma la dependencia y el coloniaje avasallador, caldo de cultivo para el robo y el saqueo de riquezas, dejando a millones de pobladores desprotegidos en cuanto a alimentos, servicios sanitarios, infraestructura económica y prestaciones sociales.

Además, el alto costo de las enfermedades endémicas, los resquicios de la pandemia de la COVID-19, las catástrofes naturales y la mala distribución de los recursos desembocan en economías disfuncionales proclives a guerras étnicas entre quienes se quedan, porque la mayor parte de la población trata de emigrar hacia cualquier país, aun a sabiendas del peligro de no sobrevivir a la travesía, o someterse a servir de mano de obra casi esclava.

Nuria Barbosa León, [email protected]

Fuente: https://www.granma.cu/mundo/2022-07-04/sudan-etiopia-una-guerra-silenciada-04-07-2022-22-07-33