Tarek es el niño palestino que encarna un sueño de libertad, film reciente dirigido por Annemarie Jacir, evocando hechos de 1967 ocurridos en los campos de refugiados en territorio de Jordania. La historia está en el contexto del cruento genocidio sobre el pueblo palestino, adelantado por Israel que no ha cesado por un día de […]
Tarek es el niño palestino que encarna un sueño de libertad, film reciente dirigido por Annemarie Jacir, evocando hechos de 1967 ocurridos en los campos de refugiados en territorio de Jordania. La historia está en el contexto del cruento genocidio sobre el pueblo palestino, adelantado por Israel que no ha cesado por un día de arremeter con furia criminal contra los otros humanos que quieren vivir por cuenta propia, en libertad, gracias a los derechos luchados y conquistados, que deben ser reconocidos y respetados por el resto de la humanidad, sin objeción, sin ninguna condición ni contraprestación.
Lo que ocurre en el film no difiere del terror que se vive hoy, ratifica la sistematicidad del odio y la venganza contra un pueblo que no renuncia a conquistar su libertad. Los hechos ocurren con conocimiento pleno e indiferencia total de las instituciones, los estados, los gobiernos y la burocracia oficial encargada de ofrecer protección y garantías para todo aquel pueblo, estado o persona que se empeñe en realizar su condición humana. Los hechos del film recrean una historia de humillaciones repetidas con el propósito de someter al designio del invasor la libertad y dignidad de un pueblo. Palestina usa la lección enseñada a Tarek por el comandante del campamento rebelde: atención, disciplina y paciencia, como garantías de lucha.
Tarek vive con su madre Ghaydaa, que lamenta no haberse casado mas joven para haber vivido mas tiempo el amor de su amado, los dos hacen parte de los miles de refugiados, forzados a abandonar su territorio asediados por la muerte genocida, el bombardeo, la perdida material de todos los bienes, la separación de su familia y su cultura y la separación de la mente y los sentidos con los que se construye la esencia de la vida. Cada día llegan a los campos nuevos refugiados, familias enteras, personas solas, heridos, enfermos, que son esperados por quienes llegaron antes para preguntarles si conocen algo de los suyos.
Los niños y las niñas quieren ser jóvenes para empezar a luchar, para empuñar una arma que afiance su libertad, que permita igualar su capacidad de respuesta al agresor y obtener la victoria, esa es la semilla de libertad que mantiene la resistencia. Arafat, que en 1974 en Asamblea de la ONU llegó con un ramo de olivo por la paz y un arma de combatiente por la libertad, aparece en una imagen de televisión de 1967 invitando al pueblo a regresar a su territorio, a sostener activa la esperanza de la victoria y a no desfallecer en la lucha por la libertad.
Tarek es el mas adelantado en matemáticas, realiza ejercicios numéricos a alta velocidad, pero es acusado de no saber leer y atrasar el curso, motivo por el que el profesor lo echa de la escuela. Ese primer día sin escuela todo cambia, el tiempo se acelera, vive cada minuto de otra manera, explora, en el refugio provisional descubre que una mujer lleva 20 años allí, hace una fila de refugiados para entrar al único retrete publico sucio y maloliente. Hace otra fila para comer y recibe una sopa viscosa y fea de la que siempre tuvo reparos, la deja y se va. Conversa con una niña a quien le pregunta si echa de menos su cama, su baño, su ropa, sus zapatos y a quien escucha decir que ella también será de la resistencia armada como sus primos.
Ghaydaa es modista en el refugio, cose durante el dia quizá para obtener algún dinero, en la noche trata de enseñar a leer a Tarek, que cada dia aprende algo nuevo pero no obtiene las respuestas que busca. Quiere saber de dónde viene, donde está su padre y cuando van a regresar a casa. Las respuestas todas están presentes en el territorio, ese que comienza donde se oculta el sol. Hacia allá emprende el viaje, sus pasos se van en dirección al sol que en su ocaso se llevó la luz del dia dejando a tarek a solas, en silencio.
Tarek es encontrado por un combatiente de la resistencia armada quien lo lleva al campamento de preparación militar. Allí descubre el rigor del entrenamiento y la preparación para enfrentarse al invasor, conoce las armas, fusiles, granadas, minas. Observa y entiende, lleva cuentas de los ejercicios, pregunta por el combate. Tarek se hace amigo de los combatientes, son sus hermanos, baila, saca música de sus dedos, y se convence que lo que haga servirá para encontrar a su padre, para no tener que regresar nunca al refugio. Los asuntos de la política, de la religión, del rigor revolucionario completan el contexto del film, pero no lo alejan de la condición humana que ocupa cada dialogo y situación. Tarek participa, pide ser enrolado como un combatiente mas y tener un arma, sin conseguirlo, la respuesta del comandante es contundente, le reitera que para luchar por su pueblo se necesita estar preparado, tener disciplina, estar atento y tener paciencia.
Su madre llega en su busca al campamento de la resistencia y allí se queda como mujer y madre, que trata de entender las razones del sueño de Tarek y devolverlo al refugio. Tarek es alegre, descubre que el comandante no sabe leer en otra lengua, pero sabe comandar, igual que él, ríe con su madre de esa situación y la risa los alienta, los hace cómplices. Madre e hijo crean su propio lenguaje de afecto y de lucha, saben que en el horizonte está Palestina, su territorio, la otra parte de la identidad arrebatada para completar el sueño de libertad. Tarek se va del campamento de la resistencia y todos salen en su busca. En la frontera es alcanzado, hay silencio. Tarek sabe que el método para alcanzar el sueño de libertad es su capacidad matemática que sigue con atención, disciplina y paciencia. Cuenta los segundos de ida y vuelta del centinela invasor, sabe que su lucha se gana si mide bien el tiempo y la frecuencia de los movimientos del invasor. Tarek y su madre hablan con sus ojos, alejan el miedo y saltan al campo de batalla, corren para alcanzar el sueño, no hay tiempo para esperar el próximo combate, el impulso de la libertad es mas fuerte y se ocupa de la escena.
Hoy han pasado cerca de cinco décadas desde el tiempo relatado por el film, Tarek sabe que son mas de 15.000 días de opresión y resistencia, la lucha esta vigente hasta alcanzar el definitivo sueño de libertad.
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