El Paso (Texas) – Las políticas migratorias de EEUU desde la II Guerra Mundial han sido inhumanas, independientemente de que la administración fuera demócrata o republicana, aunque nunca fueron tan inflexibles y crueles como las del presidente Donald Trump, que han exacerbado un sentimiento antiinmigrante en muchos estadounidenses blancos que se ven justificados incluso hasta para llegar a la violencia contra las personas de piel marrón provenientes del sur.
Pero no todos los gringos son así. Por todo el país florecen asociaciones para asistir a los indocumentados, como el Comité de Solidaridad con Migrantes Detenidos, que en El Paso creó este año el Fondo Fronterizo de Fianzas para pagar avales a inmigrantes detenidos, que para defender sus casos fuera de prisión necesitan unos 6.000 dólares para salir en fianza bajo palabra.
También existen organizaciones no lucrativas que desde hace décadas asisten a los migrantes en todo el país, como Raíces, que después de que fueran publicadas fotos de niños enjaulados y audios de menores detenidos llorando, recaudaron más de 20 millones de dólares en menos de dos semanas, lo que refleja que hay una sociedad civil en EE.UU. muy sensibilizada con los derechos de los inmigrantes.
También son muchos los gringos buenos que vienen luchando en su carácter individual en favor de los inmigrantes en EEUU.
Adrienne Evans es una activista anglosajona de 62 años, con un aire a Janis Joplin, que vive en un lugar apartado en Terlingua, Texas, a unas 12 millas de la frontera. Empezó su activismo en 2007 cuando el gobierno de EEUU anunció sus planes de construir un muro fronterizo cerca de su casa y pensó en sus nietos: «¿Qué les iba a decir que yo había hecho para parar la construcción del muro fronterizo?». Cuenta que primero se involucró en la lucha contra el muro temiendo el impacto ambiental de la estructura. «Luego aprendí cómo las personas se ven afectadas, cómo mueren en los desiertos remotos en un intento desesperado de cruzar. Cómo el muro fronterizo realmente mata gente. El muro fronterizo y la política de inmigración son cuestiones de derechos humanos. Hice lo que pude para detener el muro fronterizo», afirma.
Luego descubrió que las personas que buscaban asilo eran encarceladas en una prisión familiar que habían abierto en 2006. «Esto me hizo estar muy triste y perder el sueño, ya que era una violación atroz de los derechos humanos y estaba lastimando a las familias», describe la activista. Luego comenzó a llevar con ella a sus dos hijos a mítines a favor de los migrantes. «Nuestra familia organizó nuestra propia protesta en 2008 en la prisión familiar de Taylor, en Texas, donde habían encarcelado a madres con sus hijos. No habían roto ninguna ley», defiende Evans. «Mis hijos y yo escribimos juntos un espectáculo de marionetas llamado Bark for No Border Wall ( Rugido contra el muro fronterizo) , y lo realizamos en Brownsville y Alpine, Texas. En la obra, los animales se preguntaban unos a otros, ¿qué pasa con los humanos ahora? ¿Por qué alguien construiría una pared junto a un río en el desierto? ¿Están locos o qué?», relata.
Recientemente, Evans participó en una manifestación en el centro de detención de Tornillo, también en Texas, donde todavía hay varios cientos de menores detenidos esperando por ser reunificados con sus familias y reportó para medios locales sobre una reunión entre grupos de derechos humanos de El Paso y el Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras.
Entre ella y unos amigos recaudaron la semana pasada 6.800 dólares para Raíces. «Cada día, por lo menos uno de mis amigos me pregunta qué más podemos hacer, ¿qué estoy haciendo realmente para ayudar a las familias de inmigrantes? Tengo amigos deprimidos y tristes con lo que el gobierno de EE.UU. está haciendo a las familias de inmigrantes. Pero están más comprometidos con los temas de inmigración que nunca antes. Mis amigos son buenas personas que no quieren ver a familias separadas, encarceladas o deportadas», insiste. Evans y sus amigos urgen a sus vecinos a votar a candidatos sensibles a estas situaciones, escriben a sus representantes políticos, participan en todas las protestas que pueden y siguen recaudando dinero para grupos que defienden los derecchos humanos. «Pero nos sentimos impotentes porque la política de EEUU sigue lastimando a los demás en nuestro nombre. Sentimos que lo que estamos haciendo no es suficiente porque podemos ver que la política es dura y cruel con los refugiados que merecen un refugio seguro aquí».
En el vídeo a continuación de este texto se puede ver a la Katy, la hija de Adrienne, cuando tenía 12 años de edad. Está frente a una prisión familiar cerca de Austin en 2008 diciendo que aunque los niños en la prisión puedan estar jugando en un patio de recreo, no dejan de estar encarcelados. «Yo estaba tan orgullosa de ella y de mi hijo ese día por defender lo que es correcto en nombre de los niños. Ella sostiene un cartel que dice «CCA (actualmente CoreCivic, la compañía privada que dirige la prisión) se beneficia de la miseria humana».
Evans explica que recientemente, el gobierno del condado que posee esa prisión ha decidido finalizar su contrato con CoreCivic y los EE.UU., por lo que la prisión se cerrará en enero. «Al conocer esto, llamé inmediatamente a mis hijos, que ya son adultos, para darles la buena noticia». «A veces, las pequeñas cosas que hacemos para hacer frente a tan terribles errores, todavía tienen un efecto años más tarde. No debemos sentirnos tan indefensos. No debemos ser cínicos o simplemente estar tristes y no hacer nada. Debemos defender a nuestros hermanos y hermanas que están sufriendo. Si no hacemos nada, ¿qué les diremos a nuestros nietos?».
En la foto: Adrienne Evans a la derecha, junto a la activista Annette Mendoza, frente al centro de detención de Tornillo, Texas, el día del padre de este año.
Vídeo: http://www.youtube.com/watch?time_continue=42&v=EcFOyhPz-kY