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¿Terroristas, combatientes por la libertad o infelices? Decidan ustedes

Fuentes: Progreso Semanal

Condi Rice: «Lo que estamos presenciando, en cierto sentido, son los dolores de parto de un nuevo Medio Oriente». Jon Stewart: «¿Dolores de parto? Sí, creo que la contracción de hoy destruyó una manzana de la ciudad». El 21 de enero, el Presidente Obama telefoneó al Rey de Jordania, al Primer Ministro de Israel, al […]

Condi Rice: «Lo que estamos presenciando, en cierto sentido, son los dolores de parto de un nuevo Medio Oriente».

Jon Stewart: «¿Dolores de parto? Sí, creo que la contracción de hoy destruyó una manzana de la ciudad».

El 21 de enero, el Presidente Obama telefoneó al Rey de Jordania, al Primer Ministro de Israel, al Presidente de Egipto y a Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, antes de despachar al ex Senador George Mitchell como punta de lanza de las negociaciones de paz. Excluyó de las llamadas a Hamas, aunque esa organización ganó las elecciones de 2006 para representar al pueblo de Gaza. Evidentemente, Hamas también se ganó la etiqueta de «terrorista» y, como la Ministra israelí de Relaciones Exteriores Tzipi Livni aseguró orgullosamente a los miembros del Club de la Prensa Nacional en Washington, D.C., Israel no hablará con Hamas. «No negociamos con terroristas», aseguró con palabras llenas de indignación moral. (16 de enero.)

Su padre, Eitan Livni, sirvió con orgullo como jefe de operaciones de Irgun, una pandilla sionista de derecha que en el período posterior a 1945 envió cartas explosivas a las autoridades británicas de ocupación y en 1946 voló el hotel Rey David en Jerusalén. Algunos judíos murieron en ese acto terrorista, junto con otros que no tenían relación con el tema de un estado israelí. Algunos oficiales británicos de inteligencia también fueron destrozados.

Los agentes de Livni se vistieron de árabes. ¿Quién iba a sospechar de unos árabes pacíficos? «La gente que pareciera sionistas violentos hubiera llamado la atención», escribió Juan Cole. «Generaciones posteriores de sionistas de derecha han tratado de convencer al mundo de que la kaffiyah árabe es un símbolo del terrorismo, pero sus padres estaban perfectamente dispuestos a usarla como señal de inocencia (y quizás con la esperanza de que los árabes fueran considerados culpables)».

(http://www.juancole.com09/2007/tzipi-livni-aboutface-now-against.html)

En 2006, el ex primer ministro Benjamin «Bibi» Netanyahu, del partido Likud, celebró un aniversario de ese atentado que también fue conmemorado por antiguos miembros de Irgun. En 1948 Irgun también participó en lo que los árabes llaman una masacre de civiles palestinos en Deir Yassin. Los historiadores israelíes difieren de si las más de 100 personas, incluyendo muchos ancianos, fueron asesinadas o murieron como resultado de la batalla. Tzipi no ha repudiado las acciones de su padre, pero aparentemente no siente vergüenza o tiene contradicciones cuando llama a sus actuales enemigos terroristas con los que nunca negociará. Bueno, quizás nunca negoció con su padre. Claro, él no era terrorista, sino un patriota israelí.

En una acción supuestamente antiterrorista, Israel dejó caer miles de toneladas de bombas en Gaza en diciembre y enero. Anteriormente había probado una táctica «antiterrorista» similar en el sur de Líbano en 2006. A diferencia de los explosivos relativamente primitivos usados por los viejos terroristas como Eitan Livni, actualmente Israel emplea bombas de fósforo blanco y de racimo –armas antipersonales diseñadas para usar contra grandes concentraciones de tropas en el campo de batalla, pero no para su uso contra civiles. Israel utilizó esas armas asesinas en granjas libanesas justo antes de que su ejército se retirara. ¿Disuasión o asesinato de niños? No perdamos tiempo en discusiones bizantinas.

El Presidente Shimon Peres llamó «errores» al uso de bombas de racimo y a la propia guerra de Líbano. Esos errores son parte de la historia, la cual en Estados Unidos sigue siendo «tonterías» (Henry Ford). Como el pasado solo parece tener importancia en las conmemoraciones de 5, 10, 25 y 50 años, los medios no ven la necesidad de brindar un contexto más inmediato para su público, así que las actividades del padre de Livni no fueron muy comentadas.

Y los medios tampoco brindaron el contexto necesario acerca del origen de Hamas y el papel de Israel en su creación. Una rara excepción provino del reportero de UPI Richard Sale en 2002. Al usar como fuentes a «varios actuales y antiguos funcionarios norteamericanos de inteligencia», Sale confirmó que «desde fines de la década de 1970, Tel Aviv dio ayuda financiera directa e indirecta a Hamas durante un número de años». (18/6/2002)

A principios de la década de 1970, reportó Sale, los líderes israelíes, ansiosos por diluir el atractivo de la nueva y seglar OLP, trató de introducir un rival que retara la autoridad de la OLP. Ellos hasta financiaron elementos religiosos en los territorios palestinos ocupados manteniendo madrasas (escuelas religiosas), principalmente en Gaza, para que los elementos religiosos educaran a los jóvenes en el Islam, en vez de en la ideología de nacionalismo palestino que se extendía rápidamente. «Los israelíes querían usarla como contrapeso a la Organización de Liberación de Palestina», dijo Anthony Cordesman, analista para el Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos.

Israel también permitió que las asociaciones islámicas recibieran dinero del exterior. Los estados petroleros del Golfo también hicieron su contribución. Con esos fondos, los grupos de base religiosa establecieron clínicas, orfelinatos y escuelas. Artesanos expertos enseñaban artesanía a las mujeres y trabajadores sociales ayudaban a los más pobres.

Sin embargo, tras estas superficialmente benignas asociaciones islámicas estaban los organizadores de la Hermandad Musulmana, nacida en Egipto en 1928. Después de la Guerra de los Seis Días de 1967, estos organizadores fueron a los campamentos de refugiados y comenzaron a suministrar los únicos servicios disponibles. «La influencia social se convirtió en influencia política, primero en la Franja de Gaza, luego en la Margen Occidental», dijo un funcionario administrativo que habló bajo la condición de anonimato.

En 1978 Hamas se inscribió legalmente en Israel con el Jeque Ahmed Yassin a la cabeza del grupo como líder espiritual. Más tarde emergió también como líder del brazo estratégico de Hamas. En 2004 los israelíes asesinaron a este ciego cuadripléjico.

Sale citó a un anónimo funcionario de EEUU: «El pensamiento de parte del establishment israelí de derecha fue que Hamas y los otros, si obtenían el control, se negarían a participar en el proceso de paz y torpedearían cualquier acuerdo». Él consideraba que «Israel seguiría siendo la única democracia en la región con la que Estados Unidos podría tratar».

Larry Johnson, ex funcionario de contraterrorismo del Departamento de Estado, dijo a Dale: «Los israelíes son sus propios y peores enemigos cuando se trata de luchar contra el terrorismo. Son como un individuo que se incendia la cabeza y luego trata de apagar el fuego con un martillo. Hacen más por incitar y mantener el terrorismo que por impedirlo». (UPI, 18 de junio de 2002.)

Después de la guerra de un mes en 2008-2009 y las 1 400 bajas palestinas, Hamas aún es más popular que Fatah en Gaza, y reporteros en el Medio Oriente sostienen que Hamas ha atraído a seguidores de Fatah en la Margen Occidental y que las fuerzas de Fatah reprimen los mítines de Hamas. (The New York Times, 5 de enero.)

Cuando la OLP firmó el acuerdo de Oslo en 1993 que daba a los palestinos un autogobierno limitado en la Franja de Gaza y parte de la Margen Occidental, Hamas denunció el acuerdo y atacó esporádicamente asentamientos israelíes en la Margen Occidental y en Gaza. Los líderes de Occidente e Israel hicieron un llamado al líder Yasser Arafat de la OLP para que suprimiera los ataques de Hamas. Arafat trató, pero no pudo evitar todos los ataques.

Después de Oslo creció el desempleo palestino, al igual que los asentamientos judíos en tierra palestina. Para el año 2000 la popularidad de Hamas había aumentado porque suministraba servicios, mientras que los funcionarios de Fatah brindaban extorsión. Cuando la segunda Intifada estalló contra Israel en septiembre de ese año, Hamas se había convertido en una fuerza con la que había que contar.

El terrorismo de Hamas también ha matado a israelíes inocentes, ayudó a debilitar el movimiento por la paz dentro de Israel e unificó a los israelíes en una línea dura. El Primer Ministro de Israel Ariel Sharon y Ehud Olmert, su sucesor, juraron luchar contra el «terror palestino».

Con previsión o sin ella, las políticas israelíes ayudaron a conformar los tipos de enemigos que juran sacrificar su vida para combatir al estado judío en el nombre del Islam. El nacionalismo militante de Fatah palidece en comparación con el apasionamiento de los organizadores de Hamas y sus similares de todo el mundo árabe y musulmán –todos decididos a derrotar a Israel en nombre de Alá.

La palabra «terrorista» en boca de los funcionarios israelíes suena falsa. Es más, la palabra no tiene mucho sentido en un Medio Oriente convulsionado por la guerra. «Cientos de millones de árabes a nuestro alrededor», escribió Uri Avnery, «considerarán a los combatientes de Hamas como héroes de la nación árabe, pero también verán a sus propios regímenes en toda su desnudez: serviles, ignominiosos, corruptos, traicioneros». (En Gabriel Kolko, www.counterpunch.org, 21/1/09)

Si la sensibilidad interna deI Presidente Obama se corresponde con lo que el mundo presenció el 20 de enero como su sensibilidad externa, él también evitará la retórica «terrorista» y también rechazará la fachada angelical que le viene tan bien a Israel como un guante en la pezuña de un cerdo. «Habrá cambios en el Medio Oriente como en Estados Unidos», pudiera decir Obama a los líderes israelíes, «y Washington desempeñará un papel allí. Así que hagan las concesiones necesarias para facilitar un estado palestino viable. E incluyan a Hamas –o acepten las consecuencias».