Recomiendo:
0

Entrevista a Yassin Al Haj Saleh, disidente moderado sirio que pasó 16 años en las cárceles del régimen de al-Assad

«Todo está cambiando en Siria y las formaciones políticas existentes también necesitarán ser reconstruidas»

Fuentes: Syria Deeply

Traducido del inglés para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo.

-SD: Usted fue perseguido y pasó 16 años en la cárcel por sus posiciones políticas. ¿Qué tipo de vida lleva en Damasco en estos momentos?

-Al Haj Saleh: Vivo en condiciones confortables la mayor parte del tiempo. He tenido pocos cambios en mi estilo desde vida desde que comenzó la revolución (hasta ahora). Tuve que limitar mis movimientos, especialmente desde que Damasco fue dividido en zonas a causa de los puestos de control en los últimos meses. Por lo general, no tengo razones especiales para quejarme ni razones generales para estar satisfecho.

-SD: ¿Cuáles son las principales razones de la falta de unidad de la oposición siria actual? ¿Que haría falta para que la oposición se uniera y actuara como una fuerza coordinada?

-Al Haj Saleh: Siria es como Iraq en tiempos de Saddam y como Libia en tiempos de Gadafi. Recuerda mucho más esa situación que Túnez o Egipto. Este país se ha consumido políticamente durante decenios. El régimen solía decapitar a todos los notables respetados, figuras políticas y autoridades independientes de la escena social, al igual que a los líderes culturales, económicos y religiosos, incluso a los deportivos. Las únicas figuras políticas que este país ha producido lo largo de medio siglo de gobierno baazista son súbditos, lacayos y enanos.

Aparte de eso, Siria es una sociedad compleja, mucho más compleja, incluso, que otros países árabes. El régimen de Assad estaba basado en la estrategia de «divide y vencerás». Alimentaba las divisiones enfrentando a los diferentes grupos étnicos, religiosos y sectarios unos contra otros. También perseguía el mismo objetivo creando partidos políticos sumisos y partidos de oposición semi-leales. Otra táctica era atraer a los disidentes con el palo y la zanahoria y, en ocasiones, aterrorizándoles. Bajo estas circunstancias, no es fácil que surjan alternativas (de liderazgo) eficaces.

Antes de la revolución, la oposición política era muy pequeña y estaba dispersa. Tras la revolución, se ensanchó ideológicamente y aumentó de volumen, pero disminuyó su nivel de organización. Creo que cuando se aproxime el final del régimen aumentarán tanto el tamaño como la capacidad organizativa de la oposición. Por lo tanto, lo que favorezca la caída del régimen favorecerá también la aparición de una alternativa coherente.

-SD: ¿Cree que la oposición en el exterior puede dirigir la transición política en Siria?

-Al Haj Saleh: Todo está cambiando en Siria y las formaciones políticas existentes también necesitarán ser reconstruidas dentro de un tiempo. Incluso la Coalición Nacional requerirá una reestructuración. Y el problema de fondo del Consejo Nacional Sirio es la súbita ampliación del número de sus miembros, la mayoría de ellos sin la experiencia y capacidad adecuada para asumir ese desafío.

Creo que para equilibrar la transición política, la nueva coalición deberá combinar el rechazo firme del régimen con la apertura y flexibilidad necesarias para aceptar otros grupos políticos y sociales del interior del país. Además de eso, será necesario movilizar el apoyo internacional a la causa siria todo lo que sea posible.

-SD: ¿Tiene esperanzas de que se produzca un alto el fuego tras la fallida tregua de la Fiesta del Sacrificio (Eid al Adha)? ¿Cree que la ONU mantiene la esperanza de lograr una solución negociada?

-Al Haj Saleh: Ninguna. Se trata de un régimen en guerra continua que jamás respetó sus promesas o pactos, excepto con aquellos más fuertes que él mismo. El régimen de Hafez al-Assad y sus herederos no mostró ningún respeto hacia sus súbditos sirios (o hacia libaneses y palestinos, los más débiles), y el padre asesinó a decenas de miles de sirios (y a millares de libaneses y palestinos) hace décadas.

En la actualidad, el hijo está intentando romper el récord de su padre, e incluso superarlo. Si un día escucha que el régimen de Assad firma un alto el fuego y lo respeta rigurosamente, eso significará que se siente más débil que la revolución y está a punto de caer.

El régimen también podría comprometerse a un alto el fuego si se viera enfrentado a una amenaza internacional real y comprendiera que, de no hacerlo, sería su final. La ONU debe ser consciente de esto. Para los sirios, este régimen es considerado una «banda», una «fuerza de ocupación». Sería bueno que las Naciones Unidas comprendieran lo que significan estos términos.

Quien desee entrar en una negociación seria con el régimen, deberá ser más fuerte que el propio régimen, que no reconocerá ningún proceso político a menos que se vea forzado a hacerlo. Y el mundo no puede forzarle a menos que consiga romper el monopolio que ejerce sobre la guerra y las armas. Ésta es la dolorosa realidad de nuestro país, que lo convierte en el terreno de juego para una batalla muy violenta y a gran escala. Pero ésa es nuestra situación, y debemos reconocerla con la mente muy clara. Hacerse ilusiones respecto al régimen de Assad puede resultar más costoso y más doloroso que cualquiera de lo que ha ocurrido hasta ahora.

-SD: ¿Cuenta Rusia con influencia suficiente en Damasco como para dirigir a los principales actores políticos, del régimen y la oposición, hacia una tregua?

-Al Haj Saleh: No creo que Rusia sea capaz de empujar al régimen en determinada dirección. Si lo abandona, se debilitará aún más, pero su apoyo no le garantiza tener suficiente influencia sobre él; desde que lucha por su supervivencia, el régimen ha perdido cualquier resto de flexibilidad. Solo tiene dos opciones: o permanece tal y como está o se viene abajo por completo. Por lo tanto, Rusia no puede sentirse capaz de influir en él, aunque quisiera, ni siquiera para salvarlo de sí mismo.

Rusia tampoco tiene ninguna influencia en la oposición, que la considera, de hecho, un enemigo. Podría tener alguna sobre un grupo de disidentes más cercanos al régimen, pero que está al margen de lo que pasa en estos momentos en el terreno.

Como decía, es imposible imaginar un alto el fuego con este régimen. Solamente su caída otorgará a los sirios la paz interior que necesitan después de soportar cincuenta años del régimen belicista baaz.

-SD: La creciente influencia de algunos grupos militantes islamistas, como Jabhat al Nusra, ¿está reforzando los apoyos al régimen?

-Al Haj Saleh: No veo ninguna muestra de ello, aunque proporcionó al régimen la excusa que venía buscando, y de la que hablaba desde comienzos de año, antes de la aparición de «Jabhat al Nusra». Y no cabe duda de que aumenta la separación entre ciertos segmentos de la sociedad y la revolución, especialmente dentro de las minorías. Podemos decir que la aparición de grupos islamistas en la revolución confirmó en sus dudas a los indecisos (incluyendo a algunos «disidentes» políticos). También empujó al pesimismo y la desolación a un amplio sector de la clase media educada, que se sentía cómodo cuando la revolución era pacífica. Para aquellos que le daban vueltas a la idea de marcharse del país, éste fue el empujoncito que necesitaban para salir.

En los entornos educados y activos políticamente nadie se siente cómodo con esta evolución de los acontecimientos, pero el objetivo de deshacerse de este régimen prevalece sobre cualquier otro para la mayoría de la población que apoya la revolución.

Yo no conozco a nadie que estuviera con la revolución y cambiara de bando por la aparición de estos grupos islamistas.

-SD: ¿Cuánto apoyo cree que le queda al régimen? ¿Qué le mantiene adelante?

-Al Haj Saleh: Me da la impresión de que todavía cuenta con bastante apoyo entre los alauitas, que pagan el mayor tributo de sangre en la defensa del régimen. El apoyo es menor por parte de las minorías religiosas o sectarias, que aunque puedan preferir al régimen, no están dispuestos a sacrificarse en su nombre. También goza del apoyo de algunos segmentos de la minoría religiosa sunní, aquellos que desempeñan papeles ligados al régimen, como el jeque al-Bouti y las principales figuras del Qubaysiyyat y del aparato de las Fatuas Oficiales. También le apoya la alta burguesía de diferente procedencia, unida por el hecho de haber florecido bajo su régimen.

El secreto de la supervivencia del régimen es su supremacía bélica y el apoyo generoso que recibe de algunas potencias internacionales bien conocidas, especialmente Irán y Rusia. También siente cierta inmunidad tras haber matado a más de 35.000 personas hasta el momento, según estimaciones modestas, sin tener que hacer frente a nada más que la simple condena.

A este respecto, sería válido preguntarse cómo la revolución ha podido continuar todo este tiempo enfrentándose a un régimen que le ha declarado la guerra desde el principio, sin tener ningún apoyo financiero o militar importante. La respuesta a esta pregunta provoca una profunda ira en la mayoría de los sirios, los cuales bien pueden ser esclavos sin consideración alguna si se mantiene el régimen.

-SD: ¿Qué cree que tendrían que hacer EE.UU. y sus aliados para contribuir a la resolución de la crisis en Siria?

-Al Haj Saleh: Lo primero que deberían comprender es que la prolongación de la crisis solo serviría para alimentar el extremismo en la sociedad siria. Ello perjudicaría no solo a los sirios, sino también a toda la región pudiendo incluso tener repercusiones más lejanas. Por lo tanto, la piedra angular de una potencial estrategia constructiva de Occidente es facilitar que los sirios se deshagan del régimen de al-Assad lo antes posible. En mi opinión, eso se conseguiría facilitando armas eficaces a la oposición armada y desarmando al régimen.

Algunos pueden preguntar por qué iba Occidente a contribuir al derrocamiento del régimen de al-Assad. Básicamente porque le interesa la mejora de la vida política en Siria a largo plazo al igual que en el resto del mundo árabe. Asimismo porque necesita, antes que nada, tener por interlocutores a élites nacionales legitimadas por sus sociedades.

Después de todo, lo que es bueno para los sirios en general es malo para los yihadistas y, por tanto, es menos malo para Occidente. Queremos que Siria sea un país independiente, cuya política dependa solo de las preferencias y alianzas de su pueblo.

Paz.

 

Yassin Al Haj Saleh es un destacado disidente moderado en Damasco. Escritor y periodista independiente, procede de una familia de activistas de izquierdas y ha pasado casi dos décadas en prisión a causa de sus opiniones sobre el presidente Bashar al-Assad. Este texto procede de una entrevista de Syria Deeply (SD) realizada por correo electrónico.

Fuente original: http://alpha.syriadeeply.org/2012/12/interview-yassin-al-haj-saleh/#.UL9jlK3fu5m