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Tomen con seriedad a Siria: no intervengan

Fuentes: Progreso Semanal

La guerra civil en Siria inspira a algunos en el Congreso y en los medios. ¿Estupidez o demencia? Alguna gente no aprende de errores anteriores, ¿Para qué iniciar otro conteo de cadáveres en un conflicto en el Medio Oriente sin relación directa con la seguridad de EE.UU.? El reportero de The New York Times Bill […]

La guerra civil en Siria inspira a algunos en el Congreso y en los medios. ¿Estupidez o demencia? Alguna gente no aprende de errores anteriores, ¿Para qué iniciar otro conteo de cadáveres en un conflicto en el Medio Oriente sin relación directa con la seguridad de EE.UU.? El reportero de The New York Times Bill Keller dice «Olvídense de Iraq», como si se le ordenara a pacientes de SIDA que se olviden de su enfermedad y «puf» desaparecerá mágicamente.

Bush y Cheney mintieron y usaron inteligencia falsa para justificar su lujuria por la guerra. Iraq no tenía ADM ni vínculos con Al-Qaeda, como los dos aseguraron, pero las fuerzas invasoras de EE.UU. destruyeron la integridad de Iraq. En última instancia, su único logro fue matar a Saddam -a no ser que se hagan las listas de los soldados de EE.UU., OTAN, Iraq y civiles.

En la actualidad, la intervención militar de EE.UU. en Siria aseguraría más soldados norteamericanos muertos, más sirios muertos y futuro dolor para las tropas de EE.UU. que sirvan como fuerza de ocupación. Nos aliaríamos con Arabia Saudí, la cual apoya a la oposición siria porque los saudíes quieren destruir la alianza Siria-Irán, su rival por el dominio del Golfo Pérsico. Los saudíes también temen una «Primavera Árabe» y tratan de contener el descontento antes de que llegue a su territorio.

En la primavera de 2011, el levantamiento sirio ofreció a los saudíes (suníes) una oportunidad para golpear al aliado de Irán, guiado por los chiíes. Arabia Saudí carece de la capacidad militar para intervenir de forma directa, pero utilizó su tesoro petrolero para tratar de comprar un reemplazo por Assad, con un régimen amistoso hacia la familia real saudí.

Expertos agresivos de EE.UU. ignoran el papel saudí, y en su lugar retan a Obama para que actúe militarmente. Anne-Marie Slaughter (Princeton) alertó: Si Obama no actúa militarmente será «recordado como un presidente que proclamó un nuevo principio con el mundo musulmán, pero presidió sobre un mortífero capítulo de la misma vieja historia». Quizás Obama ha aprendido que la guerra de EE.UU. con Iraq no hizo a los musulmanes amar a EE.UU. ni mejoró nuestra posición de seguridad.

La pandilla de «Invasión a Siria» también ha asegurado que las fuerzas de Assad usaron armas químicas (gas sarín) contra los rebeldes y argumentó que tal acto diabólico justifica la intervención norteamericana. Sin embargo, un cuerpo investigador de la ONU asegura que tenía evidencia que sugiere que los rebeldes, no Assad, quizá usaron gas sarín, (BBC, 6 de mayo.)

El lenguaje sesgado de Obama acerca de Siria refiriéndose a las armas químicas («línea roja» y «cambiador de juego») suena como imperativos morales, pero ignora factores clave: los militares norteamericanos usaron bombas de fósforo (químicas) en sus ataques a Faluya durante la guerra de Iraq, y aviones de la Fuerza Aérea de EE.UU. lanzaron toneladas de bombas con Agente Naranja sobre Vietnam. Los defensores de la guerra parecen menos preocupados por el bienestar de Siria y más por el principio moralizante del despliegue de poder norteamericano.

«Si la administración Obama continúa titubeando socavará aún más la credibilidad de Estados Unidos como superpotencia, una posición ya tambaleante por su fracasada participación en Iraq y Afganistán», se inquietaba Amitai Etzioni, de la Universidad George Washington. Desde la 2da. Guerra Mundial, EE.UU. ha bombardeado a Corea, Vietnam, Laos, Cambodia, Libia, Iraq, Afganistán, Granada y Panamá. ¿Qué líder extranjero dudaría de la credibilidad de EE.UU. para actuar militarmente?

Después del pantano en Afganistán, ¿por qué Obama iba a querer que mataran a más jóvenes soldados norteamericanos en Siria y al mismo tiempo hacer más enemigos en una región donde Washington es culpado rutinariamente por sus actitudes intervencionistas y sus vínculos con Israel?

Es seguro que los conspiradores del 11/9 odiaran la política norteamericana (no nuestra libertad), y que aislados actos de terrorismo por parte de airados musulmanes constituyen una amenaza de seguridad, amenaza que es agravada por las intervenciones regionales. Cuando los aviones norteamericanos bombardean, los soldados norteamericanos abren fuego contra aldeas y ciudades, hacemos enemigos. Los cadáveres de estos ataques tienen familiares, algunos de los cuales juran vengarse.

No reconstruimos Iraq ni llevamos una democracia estable, tampoco tuvimos éxito en Afganistán ni previamente en Vietnam. Es más, raras veces las guerras resultan de la manera que proyectan los invasores. Por el contrario, las guerras provocan consecuencias involuntarias y no deseadas. Los chinos tienen ahora acceso a más petróleo, por ejemplo, y el gobierno de Iraq se ha acercado más a Irán. Sin embargo, los pueblos de la región han aprendido lecciones que se corresponden más claramente con los hechos que las reacciones de los halcones guerreristas de Washington, afectados de amnesia.

Una encuesta Pew entre 11 771 personas provenientes de Líbano, Jordania, Turquía, Egipto, Israel, los Territorios Palestinos, Túnez, Alemania, Francia, Gran Bretaña, EE.UU. y Rusia, arrojó que «noventa y cinco por ciento de los libaneses dijeron que estaban «muy preocupados» de que la violencia fuera a extenderse hacia el oeste a su país, y 62 por ciento de los turcos, que se encuentran en el flanco norte de Siria, expresaron preocupación». (Entre el 3 de marzo y el 7 de abril, reportado por Ariel Zirulnick, The Christian Science Monitor, 2 de mayo.)

Así que ¿para qué escalar? El presidente Assad no ha amenazado con atacar a EE.UU. o a sus gobiernos aliados como Israel; ni puede adoptar una posición ofensiva mientras su gobierno lucha por la supervivencia. Es más, Israel ha bombardeado la semana pasada a Siria dos veces, sin que haya habido represalias.

Sin embargo, Washington decidió ayudar a los rebeldes sirios, como una vez armó a los insurgentes afganos en Pakistán. De esa manera, EE.UU. desempeñó un papel indeseado al ayudar a que el ahora despreciado Talibán emergiera victorioso en la década de 1990.

La guerra civil de Siria, una batalla interna, resultó aumentada cuando Arabia Saudí y Qatar pagaron a otros jihadistas musulmanes para que lucharan contra Assad. La entrada de guerreros extranjeros aumentó el número de bajas, más de 7 000, y ayudó a forzar a más de un millón de sirios a que se convirtieran en refugiados.

La lucha de Siria también enfrenta nuevamente a Washington con el drama de la Primavera Árabe: dictaduras pro EE.UU. en países árabes en conjunción con una amalgama de demócratas, socialistas y autoritarios religiosos, una situación madura para más conflictos.

El derrocamiento de Assad podría llevar a peores condiciones y al control de los rebeldes.

Aquellos que ya han proclamado la ley de la Sharia en áreas bajo su control y que han masacrado a cristianos, alawitas y aquellos que apoyan a Assad y pertenecen a otras minorías.

La intervención militar norteamericana también podría obstaculizar operaciones de ayuda humanitaria y de manera simultánea implicar a Estados Unidos en inciertos compromisos militares. La acción militar unilateral podría ejercer tensión en relaciones internacionales clave, ya que ningún consenso mundial o regional apoya la intervención armada. Y la intervención podría incluir a Estados Unidos en un conflicto regional más amplio. Obama no debe comprometer lo que el Pentágono estima como los 75 000 soldados necesarios para salvaguardar los arsenales sirios de armas químicas, las cuales no amenazan los intereses de EE.UU.

Olvídense de Siria.

El filme de Saul Landau Siria: entre Iraq y un difícil lugar puede obtenerse en DVD por medio de roundworldproductions.com.

Fuente: http://progreso-semanal.com/ini/index.php/eeuu/6866-tomen-con-seriedad-a-siria-no-intervengan