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Transgénicos, Bolivia los compra, siembra y come

Fuentes: Rebelión

La agroindustria boliviana practica la transgenia teniendo como principal comprador al propio gobierno boliviano, que este año enarboló a nivel internacional su discurso en defensa de la Madre Tierra y sus derechos como ser vivo, pero no profesa con la misma fuerza políticas internas de desagravio y reconciliación con ella. El artículo 409 de la […]

La agroindustria boliviana practica la transgenia teniendo como principal comprador al propio gobierno boliviano, que este año enarboló a nivel internacional su discurso en defensa de la Madre Tierra y sus derechos como ser vivo, pero no profesa con la misma fuerza políticas internas de desagravio y reconciliación con ella.

El artículo 409 de la Constitución Política del Estado, dice: «La producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por ley«, pero aún no existe la ley. Esta redacción fue modificó aquella aprobada en grande por la Asamblea Constituyente, el 24 de noviembre de 2007 en Sucre, despojando así a la Madre Tierra de su única herramienta revolucionaria de lucha contenida en el artículo que entonces era el No. 405: «Se prohíbe la producción, uso, experimentación, importación y comercialización de organismos genéticamente modificados

Este cambio de último momento, tuvo su fundamentación en la investigación científica que reporta que la biotecnología que modifica genéticamente los alimentos, podría contribuir a solucionar problemas alimentarios en momentos de crisis, una explicación que sería válida en una realidad en la que el Estado apoyase a los científicos bolivianos que trabajan a favor de la tierra, la biodiversidad y preservación de la vida. Pero no existe esta garantía. Los únicos que se congratulan con esta modificación del artículo son los industriales bolivianos y extranjeros que han introducido semillas transgénicas al país, no para asegurar alimentos, sino para obtener mayores ganancias, mientras tanto sigue vigente el Decreto del 2004, firmado por el entonces Presidente Carlos Mesa, que permitía la importación de elementos transgénicos con carácter experimental en Santa Cruz, siendo que dos años antes ya se introducían vía contrabando.

Transgénicos desde el alma

En Bolivia se comercializan 43 variedades de soya transgénica y el principal comprador a nombre del gobierno es la Empresa de Apoyo a los Pequeños Agricultores – EMAPA, que pretende incentivar la producción mediante créditos para semillas, insumos y diesel. 1 Pero no exige como norma que la producción sea orgánica o por lo menos no transgénica, Actualmente el 100% del algodón y el 80% de la soya son transgénicos.

¿Por qué se hizo necesario protegerse de la biotecnología transgénica?

Si bien La biotecnología debe entenderse como tecnología de vida o para la vida, la industria mundial de alimentos encontró en ella la manera de optimizar su producción, por lo tanto es la que mejor la incentiva, financiándola a un nivel en que se vuelve su propietaria, por lo cual posee los derechos sobre los resultados de la investigación, sobre el uso de los mismos y decide si la sociedad consumidora debe conocerlos o no.

En el 2003, la mayoría (73 %) de cultivos GM2 eran modificaciones para la tolerancia a herbicidas, mientras que 18 % para la resistencia a insectos y el 8 % para ambos rasgos.3

La ciencia dice que no es posible tomar previsiones sobre los efectos negativos del consumo de alimentos transgénicos en la salud humana, mucho menos de otros seres vivos que son parte de complejas cadenas alimenticias de las cuales los humanos son ineluctablemente un eslabón. En el último siglo los tipos de cáncer y las alergias se han diversificado a causa del tipo de alimentación y el cambio climático.

Situaciones particulares

* En Estados Unidos se experimentó fortalecer la cáscara del tomate, que es un producto frágil, para facilitar su manipulación en la comercialización, utilizando genes ubicados en la piel del ratón, lo cual ocasionó que personas alérgicas a este animalito, manifestaran su afección al consumir tomate, que nada tendría que ver.

* Los desiertos verdes son lugares donde existía biodiversidad, pero con el monocultivo de miles de hectáreas de productos como la soya bajo la aplicación de semillas transgénicas y agroquímicos, ahora no hay interacción de vida entre insectos, variedades de plantas, árboles, aves, abonos naturales de los animales, humedad y los fenómenos simbióticos que posibilitaban la reproducción de la naturaleza en sus ciclos normales. Entonces la consecuencia de estos extensos monocultivos-desiertos verdes, es la erosión de la tierra, reflejada en fotografías satelitales de países como Argentina, que años atrás se denominaba el granero de América.

* La transnacional que domina el mercado de las semillas transgénicas es Monsanto, una industria gigante que ha logrado acaparar la comercialización de sus semillas transgénicas para millones de hectáreas de algodón, maíz y soya en Estados Unidos, cuyo gobierno otorga subvenciones a su agricultura, entre otras cosas, porque al haberse convertido en productos ciertamente resistentes, se tiene volúmenes de agroproducción segura para los mercados internos y externos, por lo cual puede jugar con los precios abaratándolos según convenga para cada país del mundo a donde exporte. Así, parecería ser que quien tiene el dominio del mercado de los alimentos básicos y sus derivados en el planeta, es el agricultor norteamericano, pero en realidad lo es la transnacional Monsanto.

Soberanía alimentaria

La transformación de la comida es muy cotidiana, lo hacemos todos los días en la cocina o en las tradiciones vineras. Pero la tecnología transgénica es una completa reformulación de los alimentos, no se trata de simples injertos, como se suele simplificar en las conversaciones. Cada día se aumenta el debate mundial sobre la ética y la confianza que la humanidad pueda tener en quienes la aplican, debido a que consiste en introducir ADN de una especie en otra distinta (animal ↔ vegetal). Cuando la ingeniería genética empezó hace 40 años se creía que manipular un gen tenía que ver con modificar un rasgo, pero ahora se sabe que un solo gen se expresa en muchos rasgos4, por lo tanto las consecuencias no son controlables y el objetivo de fortalecer un producto puede tener consecuencias múltiples que, por ahora, se están viendo en alergias, pero los trastornos incluso en los genes humanos, se verán en las generaciones futuras y no se descartan ciertas degeneraciones. La tecnología genética «es una tecnología de invasión celular»5.

Actualmente las semillas transgénicas se propagan sin control por los cultivos del mundo, sin que los agricultores puedan tomar la decisión de utilizarlos o no, simplemente aparecen en sus tierras debido a que el complejo vital es así, los pájaros, insectos, vientos y agua los transportan como siempre ha sido en la naturaleza. Es necesario insistir una y otra vez más: Hoy se está recuperando la visión de que la tierra es un ser vivo, pero no lo es en un sentido de unidad separada de los demás. La vida en el planeta tiene que ver con una integralidad interdependiente entre todos los entes, entre los cuales está el ser humano en la misma dimensión que un microorganismo animal o vegetal.

Por más íntima que parezca la acción de alimentarnos, todo cuanto comemos afecta a nuestro entorno, porque nada se queda en nuestro cuerpo para siempre. Por eso cuando hablamos del derecho a la alimentación y de resolver que haya comida para los 7 mil millones de habitantes, debemos también pensar en qué clase de alimentación merecemos, siendo lo más importante la calidad y la diversidad. Y además, que no tenemos derecho a seguir fomentando el monocultivo, la manipulación de precios, las patentes, las bolsas de valores y mucho menos los transgénicos, cuyo control lo tienen quienes producen solo para vender más, pero no para alimentar a todos, en un momento en que se habla de sobreproducción de alimentos, de una industria que bota a la profundidad del mar todo aquello que no ha vendido, sin temer pérdidas económicas, sino más bien, para hacer espacio en la estantería de los mercados mundiales para los nuevos productos que trae, mismos que solamente simbolizan quién tiene el poder en el planeta – que son apenas unos pocos – y los demás se lo permitimos.

Notas:

1 Exposición de Miguel Ángel Crespo, PROBIOMA.

2 GM: Genéticamente modificados.

3 Ing. Ph. D. Felix Marza, exposición en seminario «La Alimentación una Práctica en Decadencia».

4 Video documental «El futuro de la comida»: www.thefutureoffood.com

5 Idem.

Katherine Fernández. Asociación Inti Illimani – Energía solar para la vida. La Paz – Bolivia

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.