Es difícil desde América Latina calibrar las diferencias de Trump con sus antecesores. Pasando de lo más agresivo a lo menos hacemos un breve recuento de invasiones y golpes de Estado en nuestra región. La invasión a Playa Girón en Cuba, en 1961, fue en el gobierno demócrata de Kennedy, la invasión de República Dominicana, […]
Es difícil desde América Latina calibrar las diferencias de Trump con sus antecesores. Pasando de lo más agresivo a lo menos hacemos un breve recuento de invasiones y golpes de Estado en nuestra región. La invasión a Playa Girón en Cuba, en 1961, fue en el gobierno demócrata de Kennedy, la invasión de República Dominicana, en 1965, fue en el gobierno demócrata de Johnson. El golpe a Allende, en Chile, fue perpetrado por el gobierno republicano de Nixon en 1973, la guerra encubierta contra Nicaragua, auspiciada por la Casablanca con dinero del narcotráfico (el escándalo Irán- Contra) se hizo bajo el gobierno republicano de Reagan. La invasión a Panamá en 1989 se hizo bajo el gobierno de George H. W. Bush padre, republicano y en la primera década del siglo XXI los intentos de balcanizar Bolivia, en el 2008, fueron bajo el de Bush hijo; el golpe en Honduras bajo Obama, en el 2009, el golpe blando del Paraguay, en el 2012, bajo Obama, como también el golpe blando de Brasil. En suma, no importa quién esté en la Casa Blanca cuando se trata de sacar a presidentes que disgustan a Washington. La suma es que son los demócratas los más agresivos, si bien los republicanos no se quedan atrás. En este sentido hay una continuidad de la política exterior.
Debe tenerse en cuenta que a inicios del siglo XXI se viró de actuaciones abiertas a actuaciones más encubiertas (golpes blandos) detrás del Instituto Republicano y del National Endowment for Democracy, ambas instituciones dependientes del Departamento de Estado. Ambas creadas bajo la inspiración de Reagan en los tempranos años 80 que, mientras hablaba de fortalecer la infraestructura de la democracia (ver http://www.iri.org/who-we-are) le hacía la guerra a Nicaragua. Esto por tanto no cambiará. Quizás sea más incisivo con gobiernos que le disgusten y es posible que tome una política de enfrentamiento contra Venezuela y quizás Cuba para remover los últimos países que dañan su control absoluto en el hemisferio. Es también posible que los estrangule económicamente ,mientras crecen sus expectativas de consumo y caen los ingresos de petróleo en Venezuela y, de rebote ,su impacto en Cuba.
La política migratoria continuará estable. Durante el gobierno de Obama se ha deportado a 2.8 millones de mexicanos. Trump asegura que deportará 3 millones más. Esa es una continuidad de las políticas. Obama dijo en noviembre de 2014: «Los criminales, no las familias, los criminales, no los niños, los miembros de las pandillas, no una mamá que está trabajando duro para proveer a sus hijos. Tendremos prioridades, al igual que se hace con la aplicación de la ley todos los días», al anunciar su acción ejecutiva sobre la inmigración, según ABC news. Trump en realidad es la continuación de esto y no está concentrado en los mexicanos sino en los latinos, en especial los centroamericanos de Guatemala, El Salvador y Honduras.
Algunos temas económicos complementarios para ahuyentar a los migrantes es poner un arancel significativo a las remesas enviadas. Un arancel alto a estas remesas (30%) puede tener un efecto disuasivo para evitar que otra gente llegue y eventualmente puede funcionar como factor de expulsión a los que ya están afincados pero que mantienen a sus familias en los países de origen. Esto abriría por lo menos un interrogante: ¿cómo identificas al migrante ilegal? El arancel a las remesas tendría que ser universal lo que sería equivalente al impuesto Tobin (o ITF: Impuesto a las transacciones financieras) pero en grande. El impuesto Tobin es ínfimo (0.01%) mientras el arancel a las remesas se supone que debe gravar una porción de los ingresos, como el impuesto a la renta. Lo interesante sería que tal aplicación obligaría a tomar medidas recíprocas a los países latinoamericanos, con las consecuencias sobre los flujos de capitales de corto plazo. Las remesas son parte de esos flujos al fin y al cabo. Esto puede llevar a un retiro de dólares de parte de latinos ricos que tiene sus cuentas allá antes que suba a la presidencia y ponga el impuesto.
En lo que concierne a la política comercial, la tendencia del gobierno americano se está encaminando hacia el unilateralismo. Obama dijo que quería el TPP para que Estados Unidos pusiera las reglas del juego del comercio internacional y no China. Trump dice que el TPP no es funcional. Que va a poner otra cosa. Ambos se mueven dentro del esquema unilateral y alejados de la OMC que es el espacio que se supone se diseñó en 1992 para regular el comercio internacional. ¿Unilateralmente pondrá aranceles? América Latina deberá poner represalias de inmediato. Lo mismo China.
En términos de política exterior está influenciado por el grupo llamado «Centro por la Nueva Seguridad Americana» cuyos representantes más conocidos son Fontaine, Kaplan, Cronin, neoconservadores. Trump es el presidente del nuevo siglo y de la nueva seguridad americana. Se rumorea a John Bolton como Secretario de Estado. Bolton es recordado por decir que se podía eliminar la mitad del edificio de la sede de Naciones Unidas y no pasaría nada. En todo caso sería una acentuación del unilateralismo en el que ya están inmersos desde Bush hijo y – agregaría – que podrían, como en 1921 con la Liga de las Naciones, dar un paso atrás con un papel mínimo y sin aportar su cuota. Lo mismo con la OTAN. A la fecha tienen un rezago de 700 millones de dólares y deben pagar 650 millones por el año. Esto lo hace el país contribuyente más importante dado que la ONU opera con ingresos oficiales de 2.7 mil millones de dólares. Basta con rezagar los pagos y la institución se paraliza. Bolton es al 16 de noviembre del 2016, el candidato más probable para la Secretaría de Estado. Es también el diplomático más detestado en la comunidad internacional según el Huffington Post.
Finalmente la actuación de Trump será más interna que externa y polarizará aun más a una sociedad estancada, con un alto nivel de desempleo – a pesar de las cifras oficiales – con una baja en sus ingresos y una pérdida de esperanza en su papel en el mundo. Los ciudadanos americanos aprecian su debilitamiento internacional y su imposibilidad de ganar una guerra pero no quita que las lleven a cabo de todos modos, por el negocio que hay en ellas.
Dicho esto, Trump es inescrutable y podría hacer cualquier otra cosa también.
Oscar Ugarteche: Instituto de Investigaciones Económicas- UNAM, SNI/Conacyt, coordinador del proyecto www.Obela.org
Fuente: http://www.clacso.org/megafon/megafon10_articulo2.php