Con el nombramiento del militarista belicista y racista John Bolton para el cargo de Asesor de Seguridad Nacional, Donald Trump virtualmente transformó su régimen en un bastión de ultraderechistas. Con esta transformación, Trump ha desmantelado la floja coalición original que incluía figuras del establecimiento en la Casa Blanca y el Gabinete. Esta coalición había sido […]
Con el nombramiento del militarista belicista y racista John Bolton para el cargo de Asesor de Seguridad Nacional, Donald Trump virtualmente transformó su régimen en un bastión de ultraderechistas.
Con esta transformación, Trump ha desmantelado la floja coalición original que incluía figuras del establecimiento en la Casa Blanca y el Gabinete. Esta coalición había sido implantada por la clase dirigente para equilibrar a los ultraderechistas que rodeaban a Trump y al mismo Trump.
La transformación ha aumentado drásticamente los peligros de una guerra y las dificultades económicas para las masas. Las/os líderes de los trabajadores y los oprimidos ahora deben tomar este desarrollo en serio y prepararse para la resistencia.
Trump y sus ultraderechistas escogidos a dedo son los que básicamente están en control ahora. Con el nombramiento de Bolton como asesor de seguridad nacional, prácticamente todos los puestos claves en la Casa Blanca y el Gabinete están ahora encabezados por la extrema derecha y los lacayos de Trump.
La única excepción es el Secretario de Defensa, general James Mattis. Conocido como «perro rabioso» Mattis, este criminal de guerra de Irak y carnicero de Faluya, sin embargo, ha sonado la alarma sobre una guerra nuclear o un primer ataque contra la República Popular Democrática de Corea. Mattis también ha abogado por la permanencia de EUA en el pacto nuclear de Irán y ha diferido con las declaraciones de Trump sobre la conveniencia de las torturas.
Los puestos claves de política exterior en cualquier administración son la secretaría de estado, de defensa, la asesoría de seguridad nacional y la jefatura del gabinete presidencial. La jefatura del Consejo Económico Nacional y la asesoría comercial también son puestos clave.
Trump ha usado sus poderes de despido y nombramiento para asegurarse de que cada una de estas posiciones esté ahora ocupada por un ultraderechista que sea compatible con su programa beligerante, racista y militarista.
Halcón beligerante reemplazado por superhalcón
Trump expulsó al general H.R. McMaster como asesor de seguridad nacional a pesar de que era un halcón de la guerra. Las razones son en parte políticas, en parte personales y en parte fraccionales. Pero los detalles no son tan importantes como el hecho de que ha reemplazado a McMaster con un superhalcón, John Bolton.
Bolton escribió el 28 de febrero una pieza importante para el Wall Street Journal argumentando falsamente que existe una base legal para hacer una guerra preventiva contra la RPDC. Él está a favor del cambio de régimen y de la eliminación militar del gobierno de la RPDC, diciendo que el sur, que ha estado ocupado por tropas de EUA desde 1945, debería tomar el control del norte.
No sólo Bolton quiere sacar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, sino que también quiere un cambio de régimen en Teherán, y usaría bombardeos para tratar de lograrlo.
Fue un arquitecto de la guerra en Irak y aún la defiende. Fue parte de un influyente grupo de neoconservadores en la administración de George W. Bush, junto con Paul Wolfowitz, quien echó leña al fuego político belicista de Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfeld para comenzar la guerra en Irak.
Bolton era tan derechista que no pudo obtener la confirmación del Senado para ser el embajador permanente de EUA ante las Naciones Unidas. Fue embajador en funciones durante un año en el llamado ‘nombramiento de receso’ de Bush. Pero tuvo que renunciar cuando su designación de receso terminó porque no pudo ser confirmado.
Este embajador en la ONU una vez dijo: «Si eliminan los 10 pisos superiores de la ONU, no haría ninguna diferencia».
La purga comenzó con Priebus y terminó con McMaster
El lado «moderado» de la coalición inicial de Trump consistía de figuras del establecimiento como el Jefe de Gabinete Reince Priebus, ex jefe del Comité Nacional Republicano; El Secretario de Estado Rex Tillerson, ex jefe de ExxonMobil; Gary Cohn, número dos en Goldman Sachs, que era jefe del Consejo Económico Nacional; el Asesor de Seguridad Nacional Gen. H.R. McMaster; y el Secretario de Defensa, general James Mattis. Ahora se han ido todos, con la excepción de Mattis.
Priebus fue expulsado temprano para ser reemplazado por el general John Kelly, un racista pro confederación [N de T: estados racistas del sur de EUA], halcón anti inmigración y ex jefe de Seguridad Nacional y del Comando Sur de los EUA.
Más recientemente, Tillerson fue removido y será reemplazado por el halcón de guerra contra Irán e islamofóbico Mike Pompeo, quien fue traído de la jefatura de la CIA y está estrechamente relacionado con los hermanos Koch. Trump y Pompeo han hablado todos los días durante meses.
El próximo en ser destituido fue Cohn, quien había trabajado con Trump para impulsar los gigantescos recortes de impuestos corporativos. Pero Wall Street se ha opuesto a las políticas de guerra comercial de Trump de imponer aranceles, especialmente a las importaciones desde China. Sin embargo, Trump impuso los aranceles de todos modos, aliándose a Peter Navarro, su gurú del comercio y al multimillonario negociante embaucador secretario del comercio, Wilbur Ross. Cohn fue expulsado, reemplazado como jefe del Consejo Económico Nacional por el economista marginal de Reagan, Larry Kudlow. Este vicioso economista de derechas, enemigo de la clase trabajadora, aboga por recortes tributarios corporativos aún mayores como la panacea para la economía.
‘Moderados’ son también explotadores y guerreristas
Sería políticamente insensato considerar al «grupo depuesto» de banqueros, generales y explotadores corporativos como «moderados». Ciertamente, con respecto a las/os trabajadores y oprimidos dentro y fuera del país, no fueron nada moderados.
McMaster y Mattis fueron comandantes en Irak y Afganistán, así como planificadores y criminales de guerra. Tillerson era el jefe de un imperio petrolero global que saqueaba los recursos de países en todos los continentes, especialmente en Medio Oriente.
Cohn fue ejecutivo en Goldman Sachs, la empresa con un alto grado de responsabilidad por el colapso económico de 2007-09. Entre otras cosas, había agrupado y vendido préstamos malos de vivienda, apostando luego a que los préstamos fracasarían. Esos préstamos fallidos resultaron en ejecuciones hipotecarias y desalojos para cientos de miles de propietarias/os e inquilinas/os.
Priebus, Tillerson, Cohn, McMaster y Mattis habían sido empujados a la administración de Trump desde el principio para asegurar que el amplio establecimiento de la clase dominante tuviese infuencia en las políticas. Los estrategas del imperialismo no querían que Trump destruyera su aparato político, económico y comercial mundial. Ellos han nutrido este aparato, que incluye a la ONU, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OTAN, la Organización de Estados Americanos, la Organización Mundial del Comercio, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y varios acuerdos comerciales imperialistas, prácticas migratorias, etc. Todo esto ha sido cuidadosamente construido y mantenido minuciosamente durante décadas con el fin de fomentar los intereses imperialistas estadounidenses.
La retórica de campaña de Trump se dirigió contra todas estas instituciones y políticas. La clase dominante temía especialmente los ataques de Trump contra China, el TLCAN, la OTAN y la política de inmigración, entre otras cosas. Los patronos y los banqueros sentían que necesitaban un grupo en la administración que les diera voz. Necesitaban una forma de contrarrestar a Steve Bannon, Stephen Miller, Peter Navarro, etc., así como al propio Trump.
Trump ahora ha silenciado las voces del establecimiento dentro de su administración, a excepción de Mattis. Nadie sabe dónde caerán las fuerzas dominantes en el Pentágono sobre la cuestión de atacar a la RPDC o Irán. Pero todas las organizaciones de masas deben prepararse para resistir una escalada en el impulso bélico.
Aranceles, guerras comerciales y la clase trabajadora
La clase dominante siempre lleva a cabo sus guerras a expensas de la clase trabajadora y las/os oprimidos. Esto se aplica tanto a las guerras militares como a las comerciales.
Este hecho es invisible a la burocracia sindical. El presidente de la AFL-CIO, Richard Trumka, y el vicepresidente, Leo Gerard, jefe del Sindicato de Trabajadores del Acero, elogiaron los aranceles sobre el acero y el aluminio como una victoria para crear empleos. Estos lugartenientes sindicales de la clase dominante están tratando de proteger sus cómodas posiciones y sus enormes salarios.
Mientras tanto, los aranceles costarán empleos. Y no solo los trabajos en EUA, sino también los trabajos de las/os trabajadores chinos, japoneses y coreanos debido a la contracción de la producción de acero y aluminio.
China ya ha impuesto aranceles limitados a los bienes estadounidenses. Los productores de esos bienes comenzarán a despedir si los patronos no son detenidos. El periódico Workers World- Mundo Obrero del 15 de marzo informó que cuando, durante 13 meses en 2002, el presidente George Bush impuso aranceles, 200,000 trabajadoras/es perdieron sus empleos.
En lugar de considerar los aranceles como una forma de conseguir empleos, los verdaderos líderes sindicales lucharían por todas/os los trabajadores siderúrgicos, mineros del carbón y otras/os trabajadores industriales cuyos empleos han sido destruidos por la tecnología de los patronos y la deslocalización. Harían a los capitalistas responsables de los despidos y el desempleo y exigirían un programa de empleo para las/os trabajadores desplazados.
Los burócratas egocéntricos y cerrados de mente están elogiando los aranceles de la misma manera que lucharon por el oleoducto Dakota Access, que pisoteó los derechos de los pueblos indígenas y fue un golpe para el medio ambiente. Una verdadera mentalidad de clase trabajadora pone los intereses de toda la clase por encima de los estrechos intereses de una pequeña sección de trabajadores mejor pagados.
Vale la pena señalar que Trumka y compañía hicieron poco para apoyar a las/os maestros de Virginia Occidental, quienes realizaron un heroico ataque en un estado de «derecho al trabajo» (¡trabajar por menos!).
El pueblo se mueve en dirección opuesta a Trump
Trump, la clase dominante y los jefes sindicales se están moviendo en dirección de la reacción política. Pero el pueblo se está moviendo en la dirección opuesta.
Más de un millón de estudiantes salieron por miles en las manifestaciones contra la Asociación Nacional del Rifle el 24 de marzo. Sus consignas eran moderadas, pero el espíritu de determinación para rechazar a los cabilderos de las armas y exponer a los políticos que toman su dinero sangriento fue algo nuevo.
Más de un millón de mujeres salieron para la Marcha de las Mujeres en enero pasado para rechazar a la odiosa misoginia de Trump.
El movimiento Las Vidas Negras Importan sentó las bases para la concientización de toda la sociedad sobre los asesinatos racistas policiales.
El movimiento de solidaridad con las/os Soñadores de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia [DACA por sus siglas en inglés] ha creado conciencia sobre las inhumanas deportaciones y la destrucción de familias inmigrantes.
La corriente reaccionaria que emana de la cúpula de la sociedad de la clase dominante está destinada a chocar eventualmente con la corriente progresista proveniente de los niveles más bajos: los sectores más pobres de las/os trabajadores, las comunidades oprimidas, las/os inmigrantes, las mujeres, la comunidad LGBTQ y las/os estudiantes. La oleada de la reacción no puede durar para siempre.
Fuente: http://www.workers.org/2018/04/03/trump-concibe-golpe-derechista/