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Tras la muerte de la líder antiracista norteamericana Rosa Parks

Un acto de valentía que cambió una nación

Fuentes: Commondreams

Traducido para Rebelión por Montse Gurguí

Aquella tarde, el conductor del autobús en Montgomery, Alabama, era J.P. Blake. Los 36 asientos del autobús iban llenos. Los 14 asientos más próximos a la parte delantera los ocupaban los pasajeros blancos, mientras que en los 22 de la parte trasera se sentaban los pasajeros negros. Las cosas habían sido así desde siempre.

Pero era el 1 de diciembre de 1955 y Rosa Parks estaba cansada. Acababa de salir de su trabajo de costurera en unos grandes almacenes del centro de Montgomery. Cuando Blake vio que había un blanco de pie en la parte delantera del autobús, ordenó a los cuatro pasajeros de la primera fila de los negros que se levantaran y se fueran a la parte de atrás.

Al principio nadie le hizo caso, por lo que Blake se dirigió enojado hacia ellos y habló más enérgicamente. Tres pasajeros negros se pusieron en pie.

Parks se negó a moverse.

Con voz apacible y serena le dijo al conductor que ella no iba sentada en la sección de blancos y que no iba a moverse. Blake le dijo que la sección de blancos era cualquiera que él dijese. Le advirtió de nuevo que se levantara y ,como Parks se negó, llamó a la policía para que la detuvieran.

Parks, desde luego, no era una mujer ordinaria. En aquella época, era la secretaria de la delegación local de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) y profesora y figura materna de multitud de niños negros en la Iglesia Luterana de la Trinidad. Criada en los barrios de clase obera de Montgomery, siempre se comportaba con una dignidad tal que hasta los negros más ricos de la ciudad la respetaban.

E.D. Nixon, que era su mentor en la NAACP, llevaba meses esperando que surgiera la persona que desafiara las leyes de segregación racial de la ciudad. Unos meses antes, una negra llamada Mary Louise Smith había sido arrestada en otro autobús por negarse a desocupar un asiento, pero Nixon decidió no apoyarla. El padre de Smith era alcohólico y su familia estaba en la miseria. A Nixon le preocupaba que Mary Louise no fuera el mejor ejemplo que defender.

Pero Parks era la figura perfecta para representar al movimiento de los derechos civiles. La noche de su arresto, Nixon llamó a los reverendos Martin Luther King Jr. y Ralph Abernathy, pidiéndoles su apoyo. Les dijo que, a partir del lunes 5 de diciembre, la comunidad negra de Montgomery comenzaría un boicot a los autobuses hasta que se abolieran las leyes de segregación,

Aquella mañana, cuando los autobuses habrían tenido que circular llenos de negros camino del trabajo, el primero circuló vacío y así comenzó el boicot. Estados Unidos nunca mas volvería a ser lo mismo.

© 2005 New York Daily News

 http://www.commondreams.org/views05/1025-28.htm