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Un cómico contra el presidente de Egipto

Fuentes: Cuarto Poder

A juzgar por sus comentarios, publicados en Twitter durante su estancia en la sede de la Fiscalía General egipcia, el interrogatorio de Bassem Yussef, el cómico más venerado de Egipto y uno de los más admirados de la nueva generación árabe reforzada por las revoluciones sociales, tuvo que resultar surrealista incluso para el reputado humorista. […]

A juzgar por sus comentarios, publicados en Twitter durante su estancia en la sede de la Fiscalía General egipcia, el interrogatorio de Bassem Yussef, el cómico más venerado de Egipto y uno de los más admirados de la nueva generación árabe reforzada por las revoluciones sociales, tuvo que resultar surrealista incluso para el reputado humorista. «Los oficiales de policía y abogados en la oficina de la Fiscalía general se quieren fotografiar conmigo. ¿Por eso ordenaron mi arresto?», decía en uno de ellos. «Están buscando un ordenador con Codex App para poder ver los episodios [por los que se le acusa] pero no lo encuentran». «Cuando tomaban nota de mis características físicas, dijeron «delgado y de estatura media» antes de preguntarme por el color de mis ojos», escribió Yussef, cuyos característicos ojos verdes son bien conocidos entre su audiencia.

El humorista terminaría borrando los mensajes aparentemente a petición de la Fiscalía, pero no lo suficientemente rápido para que diarios como Al Masri Al Yaoum los copiasen y distribuyesen, haciendo hincapié en una comparecencia judicial considerada, por muchos, como un paso más en la tendencia del Ejecutivo de los Hermanos Musulmanes a reprimir toda voz disidente de la sociedad egipcia en lo que parece un intento de distraer la atención de la gravísima crisis económica que atraviesa el país. En concreto, el humorista -que podría considerarse el equivalente en Egipto al Gran Wyoming en España- es acusado de insultar al Islam, insultar al presidente y a su familia, insultar a 27 clérigos, incitar el sectarismo entre cristianos y musulmanes y emplear un lenguaje sexual explícito.

En su espectáculo televisivo –Al Bernamegh, o El Programa, emitido cada viernes en el canal CBC con enorme éxito de audiencia: se calculan que lo ven unos 30 millones de árabes en toda la región-, este cirujano cardiaco transformado en humorista suele criticar con su característico sarcasmo a los islamistas que rigen el país, y muy en especial al presidente, a quien ha llegado a tachar de Super Morsi por acumular poderes ejecutivos y legislativos, pero la orden de arresto -que no fue precedida por ninguna petición de comparecencia- tomó por sorpresa incluso a Youssef, quien se pronunció en su cuenta Twitter anunciando que acudiría por su propio pie a la Fiscalía para poder ser interrogado. «Salvo que amablemente me envíen una furgoneta policial ahorrándome todos los inconvenientes del transporte».

Bassam Yussef acudió el domingo a la sede de la Fiscalía, donde decenas de simpatizantes se congregaron para expresarle su apoyo. No parecía amedrentado, más bien al contrario: posó ante las cámaras con el gorro ridículamente grande con el que parodió al presidente Mohamed Morsi cuando éste fue investido con un doctorado honorario en una universidad de Pakistán, el pasado marzo. En declaraciones telefónicas a la también conocida presentadora egipcia Lamis el Hadidy, responsable del programa Al Etkalem, horas antes de su comparecencia judicial, Bassam había rechazado las acusaciones en su contra. «No somos nosotros quienes insultamos la religión, lo que hacemos es exponer los canales que usan de forma errónea la religión, dañándola más que ninguna otra cosa. Si alguien ha insultado la religión son aquellos que usan el Islam como arma por razones políticas».

Yussef, cirujano antes de la revolución egipcia, comenzó su carrera de cómico con grabaciones caseras que difundía mediante Internet durante la insurrección contra la dictadura, con tal éxito que terminaría siendo fichado por la CBC. El entonces conocido como El Programa de Bassam Youssef era una producción casera pero punzante, rabiosamente nueva para un país que intentaba derribar una dictadura y su popularidad fue inmediata. Grabada en el domicilio del médico y distribuida mediante su canal de YouTube, en apenas dos semanas su enorme aceptación fue confirmada por un millón de visitas.

Su agudeza, su creatividad y su estilo le ganó inmediatamente el apodo del Jon Stewart egipcio -su declarada fuente de inspiración- y, tras los acontecimientos políticos, no tardó en dedicar sus parodias a Morsi -a quien suele imitar- y a los islamistas que han tomado el control de Egipto tras sus primeras elecciones democráticas, en lo que debería ser un sano ejercicio crítico que ha sido transformado en objeto de denuncias legales y críticas por parte de religiosos. No ocurre lo mismo con los seculares, los periodistas y los miembros de la oposición que también son objeto recurrente de las parodias del humorista.

Aunque no es la primera vez que su sentido del humor le cuesta problemas con la Justicia, su orden de arresto, que finalmente se resolvió con una libertad bajo fianza (le costó unos 2.000 euros) ha sido ampliamente criticada dentro y fuera de Egipto. Muchos han criticado el movimiento de la Fiscalía general, cuyo titular, el polémico Talaat Ibrahim Abdullah, fue designado personalmente por el presidente egipcio en un nombramiento que ya suscitó enormes críticas, y es considerado un agente de los Hermanos Musulmanes. La parcialidad de las acciones de Ibrahim ha llevado incluso a los fiscales egipcios a protagonizar protestas en su contra.

Uno de los abogados de Youssef, Gamal Eid, aseguró que la Fiscalía egipcia «se ha convertido en un instrumento para perseguir a la oposición al régimen e intimidarla». El líder opositor Mohamed ElBaradei también lamentó la decisión de la Fiscalía mediante su cuenta Twitter. «Los esfuerzos patéticos por reprimir la disidencia e intimidar a los medios son signos de un régimen que se tambalea y que tiene una mentalidad de búnquer». Este lunes, el fiscal en jefe volvía a emitir una querella contra el director ejecutivo de la CBC donde acusa al mismo y al mencionado presentador de «ayudar a extender la sedición y perturbar la paz civil».

En uno de sus últimos tweets, el doctor Bassam quitaba hierro a su persecución judicial, recordando que muchos activistas están siendo acosados de la misma forma pero ante el silencio mediático. El último caso, la semana pasada, ha sido la orden de captura de cinco conocidos activistas, con un largo historial de resistencia durante la dictadura egipcia, acusados de incitar a la violencia, daños contra la propiedad pública y ataques contra personas.

Bassam Youssef tiene razón: son muchos los perseguidos por las nuevas autoridades egipcias, pero su caso puede simbolizar todos ellos ante la opinión pública internacional. Incluso su némesis estadounidense, Jon Stewart, le dedicó en The Daily Show un segmento a su paso por la Fiscalía: la mejor manera de dejar en evidencia al presidente Morsi y a una fiscalía que no tiene nada de independiente.

Fuente original: http://www.cuartopoder.es/elfarodeoriente/un-comico-contra-el-presidente-de-egipto/4237