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Un desafiante Bashar al-Asad

Fuentes: Al Jazeera

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

¿Satisfizo el Presidente Assad las grandes expectativas existentes con su discurso?

No, no lo hizo. Los funcionarios sirios habían prometido un discurso histórico. En su lugar, se nos sometió a todo un grandilocuente discurso político interrumpido por el mismo coro parlamentario que suele apoyar al «líder hermano».

Tuvo que ser decepcionante para todos aquellos que esperaban, al menos, el levantamiento de las brutales normas que regulan el estado de emergencia que de facto prohíben todo disentimiento político, aparte de todo el conjunto de urgentes demandas políticas y económicas.

El Presidente, ni por asomo humillado por los recientes disturbios, se mostró completamente ignorante de la amplia oposición a su régimen e indiferente ante la autenticidad de las demandas por mejores condiciones de vida, el fin de la corrupción y paternalismo sistémicos, así como de la necesidad de urgentes reformas políticas.

¿Cómo se explica que el presidente afirme que ya se han adoptado reformas?

Asad ha venido repetidamente afirmando que su país no estaba preparado aún para la democracia. Algunos explican que quizá el que no está preparado es él para abdicar del poder absoluto.

Aunque habló primero de las reformas de hace diez años, el presidente sirio afirma que en 2005 se estudiaron ya una serie de reformas y que, sencillamente, tuvieron que retrasarse debido a determinados desarrollos regionales. Insiste en que no hay obstáculos, simplemente un retraso en esas reformas.

Sin embargo, a nivel regional está claro que a pesar de la amplitud de las protestas, Asad no siente urgencia alguna en responder a las presiones populares. La complicación de la situación en Libia, que ha llevado a la violencia interna, la intervención internacional y una gran destrucción, disuadirá claramente a muchos sirios y árabes de intentar lo mismo en Siria.

No obstante, a nivel internacional, las declaraciones que llegan de Washington no son precisamente amenazantes. De hecho, Hillary Clinton, la Secretaria de Estado de EEUU, habló del destructivo régimen libio pero de la potencialmente reformista presidencia siria.

Asimismo, los europeos, que se han mostrado tan entusiastas de la intervención militar en Libia, han guardado silencio sobre Siria y sus propios disturbios internos.

Por último, a nivel nacional, los cientos de miles que se manifestaron a favor del régimen, para bien o para mal, le han aportado un sentimiento de confianza, falsa o de cualquier otro tipo. Al igual que en Bahrein, el régimen ha tratado de desviar la atención de las peticiones de justicia económica y política acusando de la violencia a enemigos exteriores, instigada para tratar de desestabilizar Siria.

¿Qué significa eso para el futuro de las reformas en el país?

Los seguidores de Asad afirman que el presidente no anunció reformas importantes porque él no es un dictador que pueda imponer cambios constitucionales sin su pertinente discusión en el parlamento en colaboración con su pueblo.

Otros observadores en Siria afirman que Asad quiere evitar comprometerse a toda costa ante las presiones, porque sería un signo de debilidad que políticamente no puede permitirse.

Pero, al parecer, en Siria nunca es buen momento para las reformas. En efecto, el Presidente lleva aprovechándose de los acontecimientos desde el 11-S hasta la invasión israelí de Gaza en 2008, pasando por la invasión de Iraq y las complicaciones de 2005-2007 en el Líbano, para no instituir reforma alguna.

Asad pensó que se ganaría la lealtad de su pueblo mientras pudiera satisfacer, al menos simbólicamente, sus aspiraciones nacionales panarabistas. Así es, lleva tiempo diciendo que Siria es diferente de Egipto y Túnez debido a sus singulares luchas panarabistas.

En realidad, los árabes no pueden vivir de eslóganes nacionales. El panarabismo no es más que un mero espejismo cuando no está motivado, o se traduce, en libertades económicas y políticas concretas y en prosperidad para todos y cada uno de los individuos de la nación árabe. De eso es precisamente de lo que va la revolución árabe y Siria, como a Asad le gusta proclamar, es parte fundamental del mundo árabe.

Fuente:

http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/03/201133016057968929.html#