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Un lugar y memoria para Marcelino Camacho

Fuentes: Rebelión

El próximo 29 de octubre se cumplen cinco años del fallecimiento de Marcelino Camacho, desde el mundo del trabajo y la cultura se trabaja para que en su tierra natal se abra un centro cultural donde se recoja, exponga y se facilite al público toda la documentación, objetos,etc. y se habilite una espacio donde conocer […]

El próximo 29 de octubre se cumplen cinco años del fallecimiento de Marcelino Camacho, desde el mundo del trabajo y la cultura se trabaja para que en su tierra natal se abra un centro cultural donde se recoja, exponga y se facilite al público toda la documentación, objetos,etc. y se habilite una espacio donde conocer la vida y lucha de Marcelino Camacho.

El manifiesto no se hará público hasta el día 29 de octubre, a las 12.00 horas, que será leído en colectivo en la puerta de la casita de la familia Camacho en La Rasa (Soria). La familia está de acuerdo y apoyando este manifiesto. El portavoz de dicha presentación será el profesor de la Universidad de Salamanca, José Sarrión.

Hemos elaborado un manifiesto donde intentamos mostrar que su vida y lucha merece un espacio donde conocerlo mejor y se haga memoria de toda una historia colectiva de mujeres y hombres que lucharon por los trabajadores. Nos gustaría que lo firmaras, la firma se hace enviando tu nombre completo y profesión al correo [email protected] y por supuesto puedes buscar todas las firmas que consideres oportunas.

MANIFIESTO

Un lugar y memoria para Marcelino Camacho

Una vida en defensa de la clase trabajadora.

Marcelino vivió en primera línea los momentos más decisivos que protagonizó la clase obrera en España durante el siglo XX. Es, sin ningún género de dudas, un símbolo del trabajo y del sindicalismo de la historia reciente de nuestro país. Nació en Osma la Rasa (Soria) en 1918. Hijo de ferroviario, al abandonar la escuela comenzó a formarse para acceder al mismo oficio que su padre, pero le atrapó la Guerra Civil. Cruzó las líneas y en Madrid se incorporó al ejercitó leal para defender el régimen legítima y legalmente constituido: la Segunda República.

Terminada la guerra, como todos los combatientes y militantes obreros comprometidos con la República, Marcelino -que había ingresado en el PCE en 1935- conoció en propia carne la feroz represión que desencadenó el general Franco para exterminar a los vencidos. Fue apresado y enviado a campos de trabajo forzado en el norte de África. Se evadió, refugiándose en Argelia, donde conoció a su compañera, Josefina Samper, con la que tuvo dos hijos, Marcel y Yenia. En ese periodo se formó como profesional de oficio de la metalurgia.

Aprovechando un indulto, volvió a España en 1957, estableciéndose en Madrid e ingresando en la fábrica de motores Perkins Hispania. Lo hizo como fresador, pero amplió su cualificación profesional hasta convertirse en ingeniero técnico asimilado. La Perkins como la mina La Camocha, al igual que el propio Marcelino, forma parte del código genético de las Comisiones Obreras. Desde la Perkins y otras grandes fábricas metalúrgicas se organizarían las Comisiones Obreras del Metal de Madrid en 1964. Las Comisiones surgieron en el contexto de la persecución franquista, y con el pragmatismo que caracterizó a Marcelino, se decidió ocupar las estructuras del viejo sindicalismo vertical para defender mejor los derechos de los trabajadores. Ello permitía un estrecho contacto con el conjunto de los trabajadores en las empresas para, de ese modo, articular sus reivindicaciones más inmediatas por la mejora de las condiciones de vida y trabajo. Reclamar los derechos más básicos de los trabajadores conducía de modo directo a plantear las libertades civiles y políticas, porque unos y otras eran incompatibles con la dictadura. El resultado era la persecución del sindicalismo.

Como otros muchos militantes de las Comisiones Obreras, Marcelino fue juzgado por el Tribunal de Orden Público (TOP) y enviado a prisión. Cumplió una primera condena entre el 1 de marzo de 1967 -año en el que el Tribunal Supremo declaró ilegales las Comisiones Obreras- y el 10 de marzo de 1972, el mismo día que la policía franquista mató a Daniel y Amador, trabajadores de Bazán, que se manifestaban en Ferrol por su convenio colectivo. Su libertad duró poco más de tres meses. El 24 de junio de 1972 resultó detenido junto a otros nueve dirigentes de Comisiones Obreras y procesado en el famoso Sumario 1001, que despertó la solidaridad internacional con el movimiento sindical de CCOO frente al franquismo. En un documento único, que contiene una extensa declaración ante el Proceso 1001.

La trayectoria de Marcelino durante estos años ilustra perfectamente el modo en el que el sindicalismo de hoy surgió y conoció sus primeros desarrollos, enfrentándose a la dictadura no sólo para obtener condiciones dignas para los trabajadores, sino para lograr la conquista de la democracia en España, para lo que resultó decisiva la contribución de CCOO y Marcelino Camacho.

Tampoco fue fácil el periodo en el que Marcelino pilotó CCOO como secretario general, a partir de su legalización. La transición política tuvo lugar en el contexto de una profunda crisis económica y de una serie de amenazas involucionistas. Como el propio Camacho comentaría con frecuencia, los sindicatos fueron los parientes pobres de la Transición. Basta recordar que ya los partidos políticos actuaban en la legalidad cuando todavía CCOO era considerada una organización ilegal. Marcelino Camacho fue elegido diputado en la legislatura de 1977 y reelegido en 1979 en las candidaturas del PCE. Dimite en 1981 para dedicarse plenamente a sus responsabilidades como secretario general del sindicato, un hecho que determinó el camino irreversible hacia la independencia de CCOO. Hasta 1987 fue secretario general.

La huella de su acción continua presente en el recuerdo de millares de personas que lo conocieron en su vida y su lucha. Hoy, como todo aquel que desaparece, vemos cómo su memoria se va desdibujando en favor de otra historia que no es la verdadera ni la que se fraguó gracias a la lucha de personas como Marcelino. Tenemos que recuperar esa memoria, de forma activa, y desde aquí lanzamos este manifiesto para que se consiga un lugar donde conocer a Marcelino Camacho, un lugar donde poder acudir a conocer de primera mano sus textos, su originales pensamientos, los detalles y anécdotas de su vida comprometida…

Por esto, los abajo firmantes hemos asumido la responsabilidad de conseguir que las instituciones públicas abran un lugar donde encontrarnos con Marcelino como una persona referente que aportó tanto a los derechos de los trabajadores. Una batalla que comienza con la suma de todas las personas que compartan esta idea. Marcelino vuelve a las calles…