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Un proceso y dos velocidades

Fuentes: Diagonal

La sentencia del proceso Bateragune es la última constatación de la creciente disparidad en la percepción sobre el proceso de paz -y la propia evolución del conflicto vasco- en Euskal Herria y en el Estado español. Si un observador echara un vistazo a las opiniones mediáticas de uno y otro lugar, podría concluir que, sencillamente, […]

La sentencia del proceso Bateragune es la última constatación de la creciente disparidad en la percepción sobre el proceso de paz -y la propia evolución del conflicto vasco- en Euskal Herria y en el Estado español. Si un observador echara un vistazo a las opiniones mediáticas de uno y otro lugar, podría concluir que, sencillamente, no están hablando de lo mismo.

- «Su argumento es la presunción de culpabilidad»

Al escuchar a los tertulianos de los medios españoles seguir con el mismo discurso de siempre (con el raca-raca antiterrorista, con el ‘todo es ETA’…) como si aquí no hubiera pasado nada; al ciudadano vasco le entra la duda de si realmente los tertulianos son tan ignorantes como parece, o más bien actúan con una mala fe a prueba de realidad.

Lo más preocupante de esta disfunción mediática es la constatación de que, tras este estado de opinión inducido, hay decisiones políticas y judiciales. Y esas sí son como para preocupar.

Las sentencias judiciales -y la condena de Otegi y compañía es un buen ejemplo- son la tercera pata de una estrategia, mediática, política y judicial, que trata de entorpecer el proceso de paz. A pesar de la innegable buena disposición de la izquierda abertzale, y de la propia ETA; a pesar de la opinión de la inmensa mayoría de la población vasca (que debería ser relevante en este asunto), en España siguen a lo suyo.

Unos por intereses electorales, dudosos y cortoplacistas; otros por un rancio sentido de la patria española, única e indivisible; y otros muchos se limitan a seguir instalados en una rutina irresponsable; el caso es que todos se dedican a poner palos en la rueda de la solución pacífica y de mocrática del conflicto.

En Euskal Herria, mientras tanto, se suceden los gestos de acercamiento entre diferentes, y vemos coincidencias trasversales impensables hasta hace muy poco; como el acercamiento de posturas sobre fiscalidad entre Bildu y el PSE en la Diputación de Gipuzkoa; o en la coincidencia del PP y Bildu en ciertos temas locales en Gasteiz. Un proceso, claro está, sujeto a muchas contradicciones internas por todas las partes, pero que sigue adelante contra viento y marea. La actitud firme de Arnaldo Otegi y Rafa Díez tiene mucho que ver en ello, como reconoce todo el mundo por aquí.

En la CAV y en Navarra, todas las encuestas muestran un apoyo abrumadoramente mayoritario al proceso de paz. Todos los sectores sociales relevantes, desde los medios de comunicación de todo signo (con matices) hasta los sindicatos, los partidos políticos (con la excepción relativa del PP vasco), la universidad… se muestran esperanzados y muestran también su voluntad de seguir por este camino.

Y es en ese contexto cuando la Audiencia Nacional, a instancias de la fiscalía del Estado, echa un jarro de agua fría, condenando -con una sentencia que no se sostiene desde un punto de vista jurídico y políticamente impresentable- no sólo a Otegi, Díez… sino las esperanzas de paz de la inmensa mayoría de la ciudadanía vasca. El propio Gobierno Vasco habla de incomprensión sobre la sentencia.

Es una opinión compartida por la inmensa mayoría de la población, que no puede entender cómo personas que aquí son reconocidas como artífices de la paz, y respetados como políticos honrados, pueden ser acusados y condenados por ser dirigentes de ETA; sin prueba alguna, y a pesar de que han manifestado su oposición a la lucha armada.

Es de suponer que, en algún punto del entramado judicial español, se aceptará el recurso de la defensa y los acusados quedarán libres de cargos. Cualquier otra opción sería rechazada de frente por la ciudadanía vasca. Personalmente me es pan ta la lentitud -y a veces la vuelta atrás- que manifiestan la clase política, la judicatura y los medios de comunicación del Es ta do es pañol para adaptarse a la nueva situación que vivimos en Euskal Herria.

Me preocupa también el mensaje negativo que se está enviando a la opinión pública española, porque así se está creando un círculo vicioso que dificulta el cambio de mensaje -y de actuación- de la propia clase política, rehén en demasiadas ocasiones de la opinión inducida por los me dios. Romper tal círculo vicioso es importante para que el proceso avance. La voluntad de la izquierda abertzale y de la ciudadanía vasca está ahí. Ahora, hace falta que también en la sociedad española vaya calando la aceptación de la nueva situación y el respeto a los mínimos democráticos para la resolución del conflicto.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Un-proceso-y-dos-velocidades.html