El sistema electoral de Estados Unidos, instituido hace 200 años, ha enfrentado muchas críticas por ser considerado complicado, arcaico y, por definición, poco democrático. Tales observaciones se acentuaron luego de las elecciones de 2000, cuando George Bush le ganó la presidencia a Al Gore, pese a que el demócrata triunfó en la elección popular […]
La mayor de las críticas se refiere al carácter indirecto de los comicios. La regla democrática «una persona, un voto» no se cumple; el peso individual del sufragio se pierde en razón de la cantidad de votos electorales de cada estado. Un voto que decida un empate en California, con 55 votos electorales, no tendrá el mismo peso en Wyoming, que sólo cuenta con tres votos electorales. Por esa razón, muchas son las propuestas para llevar a cabo la reforma del sistema y, en esencia, la mayoría conlleva la eliminación de los colegios electorales y la implantación de la elección directa.
Al respecto, John Sides, politólogo de la Universidad George Washington, se pregunta por qué los estados deben ser una consideración relevante cuando se piensa en la calidad de la democracia e importar más que el voto por persona. A su vez, Tom Wicker, periodista político, en el prólogo de The People’s President, dice que «podemos ser 50 estados en el Congreso, pero somos un solo pueblo en la Casa Blanca, o deberíamos serlo, y nos debe corresponder a nosotros elegir al Presidente».
Participación. Algunas consideraciones relacionadas con el concurso de los ciudadanos son también base para la crítica. En principio, votar no es obligatorio y la naturaleza misma del sistema genera apatía en el electorado. Por otra parte, la participación en el acto electoral presenta algunos impedimentos.
Cada estado organiza las elecciones según su criterio. Por ello, en algunos, además de tener 18 años, se deben cumplir requisitos adicionales para ejercer el voto. En otras entidades, los ciudadanos pueden inscribirse para sufragar el mismo día de las elecciones. Esto facilita la asistencia de quienes se deciden a última hora, pero también es un factor que contribuye al fraude, ya que el registro en esa fecha evita la verificación de los datos del votante.
Adicionalmente, la falta de comprobación de la información suministrada por el elector permite que una persona que haya emitido su voto por correo también sufrague el día de la elección, en persona, en cualquier otra entidad. Otros casos frecuentes son los de marginación de las minorías en el ejercicio del voto.
Los afroamericanos en Florida acudieron a votar en 2000 en una cantidad 75% mayor que en 1996. Sin embargo, 20% de sus votos no fueron computados alegando defectos en las boletas. En Estados Unidos, no existe un registro único de electores. No se conoce la totalidad del padrón electoral, no hay control sobre los cambios de domicilio ni sobre los falsos votantes.
Candidatos. Los partidos Demócrata y Republicano no son los únicos que presentan candidaturas; otras 10 organizaciones políticas intervienen en la elección y, en esta oportunidad, tampoco es Obama el único aspirante de color a la Presidencia.
Pero hacer campaña en los medios requiere de grandes cantidades de dinero, que sólo son capaces de movilizar estos partidos, financiados por grandes grupos económicos, con lo cual monopolizan la contienda. No obstante, entre vicios y críticas, la autodenominada «mayor democracia del mundo» elegirá el martes a su 44° Presidente.