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Una Conferencia Extraordinaria

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, por Carlos Sanchis

UN RESULTADO FINAL DE 1:1 puede no ser el más impresionante, pero para los mozos de Bil’in fue un logro glorioso. Para ellos, no era el resultado lo que más importaba, ni siquiera el propio partido (contra un equipo del pueblo cercano de Betunya). Lo importante era donde tuvo lugar: en un campo del fútbol improvisado que se niveló apresuradamente en la tierra robada al pueblo por el Muro de Separación.

El partido era una parte de un único evento. En el pobre y pequeño pueblo, con sus 1500 habitantes, del que nadie había oído nada nunca antes de su heroica lucha contra la pared, tuvo lugar una «Conferencia Internacional sobre la Lucha Conjunta No -violenta contra el Muro». En el marco de este evento que duró dos días un abanico de actividades fue organizado: informes y debates sobre la lucha, el premio escudos de honor a las familias de las nueve personas que perdieron sus vidas en la lucha contra el Muro, plantada de olivos en la tierra robada, la inauguración del campo del fútbol y el propio partido.

Tuve el honor de ser invitado a pronunciar uno de los discursos de la apertura, antes de un público de 300 personas – habitantes de Bil’in, miembros del parlamento Palestino, representantes de la lucha en varias áreas a lo largo del Muro, activistas israelíes por la paz y delegados de los grupos de solidaridad europeos. Esto es lo que dije:

ESTIMADOS AMIGOS,

Cada vez que vengo a Bil’in estoy entusiasmado y feliz.

Este pueblo, este pueblo pequeño, se ha convertido un símbolo en Palestina, en Israel, de hecho en todo el mundo. Su lucha refleja la lucha de todo el pueblo palestino.

Tres rasgos distinguen la lucha de Bil’in, tres características que se complementan y juntas hacen Bil’in tan extraordinario como es:

Primera, la tenacidad, persistencia y valor del pueblo palestino.

Segundo, la asociación con el campo de la paz israelí.

Tercero, el apoyo de movimientos de solidaridad por todo el mundo.

A estas puede añadirse otra característica que distingue a Bil’in como un ejemplo brillante: la completa no-violencia de la lucha.

Hace unos días, el Dalai Lama visitó este país. Se reunió con las personas importantes y celebridades y tuvo su foto con ellos. Yo le habría aconsejado venir a Bil’in y aprender una lección sobre no-violencia.

CUANDO intentamos analizar la lucha, siempre tenemos que retroceder a la esencia del tema: En este país, viven dos pueblos, dos naciones, y los objetivos de nuestros esfuerzos son crear la paz, la paz basada en la justicia.

El conflicto israelo-palestino no se parece a ninguna otra lucha del mundo. No es una repetición de la dura experiencia de Sudáfrica, ni una segunda edición de la Guerra argelina de Liberación. Éste es un conflicto único, provocado por unas circunstancias únicas.

Un famoso historiador lo describió de esta manera: Una persona esta en la planta superior de un edificio que se ha incendiado. Para salvar su vida, salta por una ventana y cae encima de un transeúnte que es gravemente herido. Entre los dos, surge una enemistad mortal.

¿Quién tiene razón? ¿La persona que saltó por la ventana para salvar su vida? ¿O la segunda persona que fue herida y arruinada sin haber hecho nada mal?

El movimiento sionista nació porque Europa estaba volviéndose un infierno para los judíos – cincuenta años antes del Holocausto, el Holocausto terrible que mató a millones de judíos, y que al despertar del mismo, el Estado de Israel fue fundado. Los primeros sionistas consideraban que el país estaba vacío. Su eslogan principal era: «Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Cuando los sionistas descubrieron que había una población que ya vivía en este país, intentaron expulsarla. Ese esfuerzo continúa hasta este mismo día, originando la tenaz lucha del pueblo palestino por su existencia y su tierra.

Ésa es la realidad del conflicto dos pueblos viviendo en el mismo país y combatiéndose. La lucha de Bil’in contra el Muro que está robando su tierra, es una parte de este conflicto histórico.

HACE TREINTA Y DOS años, justo después de la Guerra del Yom Kippur, la Guerra del Ramadán, Yasser Arafat extrajo la conclusión de que no hay ninguna solución militar a este conflicto. Resolvió buscar un acuerdo político.

Un grupo pequeño de activistas israelíes por la paz decidió unirse a esta iniciativa. Preparamos el Consejo Israelí para la Paz israelo-palestina. Arafat les dijo a sus emisarios que se pusieran en contacto con nosotros – primero Sa’id Hamami, después Issam Sartawy, dos veteranos líderes de Fatah. Ambos fueron asesinados después por los enemigos de la paz y los enemigos de Arafat. Su memoria debe vivir con nosotros.

En 1982, en medio de la Guerra de Líbano, crucé las líneas y me reuní con Arafat en el sitiado Beirut. En medio de la batalla, en medio de los bombardeos, Arafat habló sobre paz entre nuestros dos pueblos.

Arafat ya estaba disponiendo una estrategia basada en tres principios: persistir en la lucha del pueblo palestino, ofrecer la mano al campo israelí de la paz y requerir la solidaridad internacional. Éstos también son hoy los tres principios de Bil’in.

USTED puede preguntarse – de hecho, debe: ¿Qué ha logrado el movimiento israelí de la paz?

A simple vista, nada. Al contrario, desde los acuerdos de Oslo, la situación de los palestinos ha empeorado de año en año. La miseria económica incluso está ahondando más. Todos los días, están matándose personas. La construcción del monstruo que es el Muro, continúa. Los racistas asentamientos se están extendiendo rápidamente. Justo ahora nos enteramos que el Valle del Jordán – un tercio de Cisjordania – está siendo separado del territorio palestino y anexiona prácticamente a Israel. La victoria de Hamas en las elecciones palestinas es un resultado de estas acciones.

Todos esto está pasando a vista de pájaro. Pero por debajo de la superficie un proceso contrario está trabajando.

Hace cincuenta años, sólo un puñado de personas en Israel y alrededor del mundo, reconocían la existencia del pueblo palestino. Incluso hace 32 años, Golda Meir podría declarar que «no hay ninguna cosa tal como pueblo palestino». No hay ninguna persona normal hoy en día en Israel y en el mundo de que niegue la existencia del pueblo palestino y su derecho a un estado propio. Ésa es una victoria de la tenaz lucha palestina, pero también para el movimiento israelí de la paz.

Hace veinte años, cuando nosotros convocamos negociaciones con la Organización de Liberación Palestina, nosotros éramos un bando pequeño. Nos dijeron que Arafat era un asesino, que la OLP era una organización terrorista que la Carta Constitucional Palestina exigía la destrucción de Israel; exactamente las mismas frases que están usándose ahora sobre Hamas. Pero unos años después, Estado de Israel reconoció a la OLP, negoció, y firmó un acuerdo con ella. Fue una victoria para la tenaz lucha palestina, pero también una victoria para el movimiento israelí de la paz.

ESTIMADOS AMIGOS, es muy fácil desesperar. Cada uno de nosotros tiene momentos de depresión. Pero estoy convencido de que la paz ganará, de que la justicia va a ganar.

Hace unas semanas estuve en Berlín. Allí, en las tiendas, los pedazos del Muro de Berlín se venden. Yo pagué 2.50 Euros por uno de ellos. Llegara el día en que aquí, en Bil’in, en el Estado libre de Palestina, uno podrá comprar pedazos del Muro contra el que nosotros estamos hoy luchando.

Cada vez que estoy en Bil’in y en otros lugares de Palestina ocupada, no puedo dejar de pensar en que paraíso sería este país si hubiera paz, paz basada en la justicia y en el respeto mutuo.

Esa paz llegará. Y cuando llegue, el último deseo de Yasser Arafat cuya imagen cuelga aquí, se cumplirá: sus restos serán enterrados en Jerusalén.