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Una nota rápida en respuesta a algunas críticas y observaciones sobre la cuestión de los controladores

Fuentes: Rebelión

Parece que, para algunos, el límite entre las clases trabajadoras y quienes viven del capital y de la explotación ajena no está claro. Creo que tienen razón en no verlo claro. Uno de los efectos de la lucha de clases en el capitalismo es precisamente hacer invisible ese límite. Quienes hoy tengan cierta nostalgia de […]

Parece que, para algunos, el límite entre las clases trabajadoras y quienes viven del capital y de la explotación ajena no está claro. Creo que tienen razón en no verlo claro. Uno de los efectos de la lucha de clases en el capitalismo es precisamente hacer invisible ese límite. Quienes hoy tengan cierta nostalgia de la vieja clase obrera y del viejo capitalismo, de aquellos tiempos míticos en que las cosas estaban claras, más vale que se desengañen: la forma salario, el hecho de que la fuerza de trabajo sea objeto de compraventa entre agentes libres del mercado, antes que de explotación en el ámbito productivo, siempre ha servido para enmascarar la expropiación y la explotación de los trabajadores. Del mismo modo que el propiestario de esclavos disimulaba la explotación incluyendo a los seclavos en su familia -familia sive patrimonium-, el moderno capitalista hace del trabajador que explota un interlocutor comercial que, formalmente, es su igual.

Hoy que los trabajadores -o muchos de ellos- son además accionistas de fondos de pensiones o de fondos de inversión que exigen un aumento gigantesco de las tasas de explotación a las propias empresas en que estos trabajan, la cosa es aún mucho más complicada.

La comparación que proponen algunas personas -en particular el Sr. Cabrera- entre el caso de los gestores de los fondos financieros y el de los controladores aéreos es sumamente instructiva. Los gestores de fondos financieros son directamente los agentes (Träger, vectores o portadores, diría Marx) de un capital anónimo. Ciertamente tienen un salario, pero un salario que fijan ellos mismos, junto a toda suerte de primas y beneficios. Por lo demás, suelen ser propietarios también de una parte del capital que gestionan. Su función de rapiña en los fondos de pensiones por capitalización ha sido puesta de relieve por Frédéric Lordon en un reciente y brillante artículo de su blog del Monde diplomatique (La pompe à Phynance). En cierto modo, los gestores de fondos financieros son la personalización del capital en un momento en que el anonimato es la forma de propiedad del capital más extendida. A través de ellos habla y actúa el capital. Que su remuneración conste parcialmente de un componente salarial es una mistificación necesaria al no ser ellos los propiestarios de todo el capital que gestionan, pero no deja de ser una mistificación.

El caso de los pilotos y el de otras personas que en nuestra sociedad ganan muy buenos sueldos es distinto. En primer lugar, es gente que vive de su trabajo y no de las rentas del capital, esto es de trabajo ajeno. Por otra parte, no gestionan en lo más mínimo el capital de la empresa en la que trabajan. Si sus sueldos son abultados, ello se debe a diversas razones: 1) la escasez de controladores «natural», es decir, la dificultad intrínseca de su tarea, que exige formación y capacidad de soportar el estrés e implica una enorme responsabilidad, 2) la escasez artificial de controladores provocada en España por la mala gestión de los diversos gobiernos que, en la primera potencia turística europea, no han formado un número de controladores acorde con las exigencias de un tráfico aéreo creciente, 3) al hecho, por último, de que, a consecuencia de lo anterior, el número de horas extras (pagadas el triple de la hora normal) haya crecido enormemente.

Eso es básicamente lo que hay. A quien le parezca que los sueldos de los controladores son abultados, considere lo que cobran otros trabajadores especializados como los intérpretes de conferencias con cuatro o cinco lenguas o los cirujanos etc. ¿Qué es injusto que haya gente que cobre tanto y otra tan poco? Si acepta Vd. la existencia del mercado como regulador económico de unos recursos escasos, no veo qué se puede objetar. Por mi parte, yo tengo poca fé en el mercado y sé que, por ejemplo en Cuba, los cirujanos y los controladores aéreos, que son funcionarios del Estado, hacen su trabajo de manera plenamente responsable por muchísimo menos dinero; pero es enteramente indecente juzgar la situación española (la de una sociedad de mercado) con los criterios (políticos, deontológicos, cívicos) de una sociedad muy distinta.

Los pilotos y los controladores seguirán teniendo sueldos muy elevados en una sociedad capitalista. Esto no es una decisión política ni moral, sino el simple resultado del funcionamiento del mercado. Sin embargo, como tienen que volver a trabajar cada día y no viven sino de su propio trabajo, no dejan de ser trabajadores. Por ello mismo, un gobierno como el español, fiel y lúcido representante de los intereses del capital, ataca con toda violencia a los controladores aéreos, dentro de una ofensiva generalizada contra todas las categorías de trabajadores, pero, a pesar de todas las catástrofes que han originado y que siguen causando, deja en paz, cuando no favorece descaradamente desde un punto de vista fiscal, a los gestores de fondos financieros y a los banqueros, que en Islandia ya están, por cierto, en la cárcel.

PS. Quien no entienda en qué sentido o dirección evoluciona el reparto de la renta en nuestras sociedades, parece que no vive en este mundo y anda por los cielos de la abstracción. Para aterrizar, le recomiendo como controlador aéreo =por una tarifa cubana= al profesor Vincenç Navarro: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=102667

Blog del autor: Iohannes Maurus

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.