Recomiendo:
0

Editorial, The Washington Post

Una política azucarera que está costando empleos y dinero a Estados Unidos

Fuentes: Progreso Semanal

El Congreso y la administración Obama están en busca de ideas nuevas para crear empleos. O al menos así nos dicen. Sin embargo, hasta ahora no hemos visto muchos detalles -pero eso puede que esté a punto de cambiar. Dos senadores, uno por cada partido, han presentado un proyecto de ley que desmontaría paulatinamente el […]

El Congreso y la administración Obama están en busca de ideas nuevas para crear empleos. O al menos así nos dicen. Sin embargo, hasta ahora no hemos visto muchos detalles -pero eso puede que esté a punto de cambiar. Dos senadores, uno por cada partido, han presentado un proyecto de ley que desmontaría paulatinamente el programa azucarero federal, costoso y destructor de empleos. La demócrata Jeanne Shaheen, de Nueva Hampshire, y el republicano Mark Kirk, de Illinois, han nombrado a su proyecto Ley para Detener los Injustos Regalos y Restricciones (SUGAR, por sus siglas en inglés). A pesar del título efectista, es una propuesta seria y necesaria.

La ley actual es un pastiche de medidas proteccionistas que aumentan de dos maneras los precios al consumidor. En primer lugar, los agricultores norteamericanos de caña de azúcar y de remolacha azucarera comparten un 85 por ciento del mercado norteamericano, garantizado por el gobierno; el 15 por ciento restante se divide entre unos 40 afortunados países exportadores de azúcar, además de México, que recientemente comenzó a exportar hacia aquí en el marco del Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA). Segundo, el gobierno garantiza precios mínimos tanto para el azúcar crudo de caña como para el azúcar refino de remolacha. El efecto combinado de estas medidas ha sido el de mantener el precio de EE.UU. muy por encima del precio mundial. Según la Sra. Shaheen, los consumidores pagan $4 mil millones de dólares más por sus alimentos debido a estas políticas.

Cuando los alimentos cuestan más, los consumidores compran menos, y los procesadores deben disminuir la producción. Por tanto, la política azucarera norteamericana cuesta empleos entre dulceros, fabricantes de caramelos y otros procesadores de alimentos. Los estimados varían. Promar International, una firma de consultoría agrícola, dio una cifra de 112 000 empleos perdidos entre 1997 y 2009. En 2006, el Departamento de Comercio estimó que el programa azucarero cuesta tres empleos manufactureros por cada empleo que mantiene en la agricultura del azúcar. Y por cierto, la preservación de empleos en esta agricultura en EE.UU. se hace a expensas del empleo agrícola en países más pobres productores de azúcar

La Sra. Shaheen y el Sr. Kirk ofrecieron al presidente Obama y a la dirigencia republicana en la Cámara de Representantes una forma sensata de mantener sus promesas de deshacerse de regulaciones gubernamentales innecesarias y liberar la energía creadora de empleos del mercado. Como tal, es también una buena prueba temprana de la sinceridad de esas promesas.