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Una tarde habanera en la Esquina Caliente del Parque Central.

Fuentes: La isla desconocida

Hoy salí temprano del trabajo y me llegué a la Peña de Fidelito en los antiguos estudios de la EGREM, donde uno puede darse unos tragos en pesos cubanos mientras escucha a trovadores jóvenes y menos jóvenes, se leen poemas y se presentan números del Caimán Barbudo y de La Calle del Medio. Cuando llegué […]

Hoy salí temprano del trabajo y me llegué a la Peña de Fidelito en los antiguos estudios de la EGREM, donde uno puede darse unos tragos en pesos cubanos mientras escucha a trovadores jóvenes y menos jóvenes, se leen poemas y se presentan números del Caimán Barbudo y de La Calle del Medio. Cuando llegué Manolo Argudín se había apoderado literalmente del escenario. Tenía al auditorio hechizado. Y entre el público de la tarde se hallaba el pianista Frank Fernández. Hay que aclarar que la Peña es un bar en un claro centrohabanero, es decir, en un espacio abierto entre varios edificios por un remoto derrumbe. Y que un techo improvisado de tabla cartón protege a los asiduos de cada miércoles, de la lluvia o del sol. Fidelito no estaba hoy, y en su lugar asumía la condición de anfitrión el poeta y musicólogo Bladimir Zamora. Traje naturalmente los últimos números de La Calle, y como en cada ocasión, los repartí por mesa de forma gratuita. De regreso a casa, pasadas las siete de la tarde, Diezcabezas (10kbzas) y yo nos detuvimos en la Esquina Caliente del Parque Central. Repartimos los números 23 y 24. En el primero, hay una tabla estadística con las cifras ofensivas de Gourriel y de Despaigne, superiores a las de todos los peloteros en la historia de Cuba. En el segundo, un análisis del comportamiento del público habanero en el Latino, el segundo estadio de béisbol de más capacidad en el mundo. Y provocamos el debate acalorado. 10kbzas me envió después por correo este testimonio gráfico.