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Situación en el Líbano de los refugiados palestinos del campo de Yarmuk que han tenido que huir de Siria

Una tragedia tras otra

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Si por algo se caracteriza la historia es por lo interesante que resulta, sin duda alguna.

Los refugiados palestinos siguen estando gravemente discriminados en el Líbano, al estar privados de sus más elementales derechos civiles, como el de trabajar o tener la propiedad de una casa. Esta sólida voluntad del derecho humanitario internacional está siendo en parte infligida por motivos de venganza ante la supuesta implicación de los refugiados palestinos, durante un breve tiempo, en la guerra civil libanesa de 1975, hace casi cuatro décadas.

Sin embargo, en estos momentos, las facciones yihadistas están castigando severamente a los refugiados palestinos que hay Siria por no haberse implicado en la actual guerra civil siria al insistir en quedarse fuera de esta catástrofe tan trágica.

Algunos adolescentes palestinos, aquí en Damasco, hablan de «Yarmuk-Shatila», por ejemplo, cuando dicen: «Nuestros vecinos o amigos tuvieron que escapar de Siria y están ahora en el campo de Yarmuk-Shatila en el Líbano». Shatila es probablemente el campo más sucio y atestado de los doce que hay en el Líbano y de los 59 que hay en la región, ya lo era antes de que llegaran recientemente 600 familias más, y siguen llegando.

Hasta la fecha, aproximadamente 38.000 palestinos han huido al Líbano, otros 5.000 a Jordania, 9.000 a Egipto y varios miles más a Iraq y Turquía. Jordania lleva ocho meses impidiendo que entren en su territorio los refugiados palestinos que huyen de Siria y están encarcelando a los que consiguieron entrar. Según la profesora de la Universidad Americana de Beirut Rosemary Sayigh, en Líbano se les impide que salgan de los campos a menos que sea para regresar a Siria, donde se arriesgan a que les maten.

En Egipto, los palestinos que huyen de Siria se han encontrado con que el país anfitrión les discrimina abiertamente, un residuo de la era de Mubarak que el gobierno de Mursi ha mantenido. Actualmente, un refugiado palestino de Siria sólo puede entrar en Egipto si él o ella vuelan directamente desde el aeropuerto de Damasco al aeropuerto de El Cairo, condición imposible puesto que el aeropuerto de Damasco está habitualmente cerrado. En estos momentos no hay ninguna línea aérea que vuele desde el aeropuerto de Damasco, excepto, en algunas ocasiones, las líneas aéreas sirias a unos pocos destinos. Cualquier refugiado palestino que llegue de Turquía o Líbano o de cualquier otro lugar es detenido en el aeropuerto de El Cairo, donde se le presiona hasta que acepta volver a Siria. Cuando las autoridades egipcias han obligado a estos refugiados a subir a aviones que les devuelvan al Líbano o Turquía, las autoridades de estos dos países les niegan la entrada y les obligan a volver a Egipto.

A decir verdad, los refugiados palestinos de Siria no son bien recibidos en ninguno de los países de la Liga Árabe y especialmente en los países del Golfo, aunque, durante los pasados años, los refugiados palestinos ayudaron a levantar estos países y sus economías. Harían lo mismo por el Líbano si les permitieran trabajar.

Los palestinos que huyen al Líbano proceden sobre todo del campo de Yarmuk, ubicado al sur de Damasco, pero también llegan muchos de los campos de refugiados palestinos sirios en Sbeineh, Yaramana y Jan Eshieh, establecidos todos en 1948-49, tras la masiva y criminal limpieza étnica de Palestina.

Prácticamente, todos los campos palestinos en Siria, desde Daraa, en el sur de Siria, hasta Neirab, cerca de Alepo, están siendo sometidos a ocasionales y aleatorios bombardeos y a la acción frecuente de los francotiradores. Justo la pasada semana, el 1 de abril, sobre las principales calles del campo de Yarmuk llovieron cohetes Grad y lanzamientos de mortero, matando al menos a 16 palestinos e hiriendo a más de 30. Una mujer palestina y sus cuatro hijos resultaron también heridos en el cercano campo de refugiados de Al-Husseiniya.

En el día de ayer, la situación en Yarmuk era aproximadamente la siguiente: La esquina suroeste del campo está cada vez más bajo control de los rebeldes, que parece extenderse mientras los refuerzos se cuelan en sus filas a partir, en cierta forma, de las deserciones de los «comités populares de campo». Los francotiradores y los enfrentamientos parecen estar extendiéndose también. El Frente Popular-Mando General de Ahmed Yabril para la Liberación de Palestina, que fue en gran medida expulsado hace dos meses y sus almacenes de armas requisados por los combatientes de Al-Nusra, tiene algunos combatientes de vuelta en el campo en estos momentos.

La única vía para entrar ahora en Yarmuk es a partir de la zona norte del campo, desde el cruce de la «Plaza Melon «. El ejército sirio ha rodeado ligeramente Yarmuk pero en ciertos lugares permite pasar tras una advertencia.

Este observador percibe que estos incrementados ataques sobre Yarmuk tienen como objetivo implicar a los palestinos en la actual crisis, algo que querían evitar prácticamente todos los palestinos.

Algunos de los que huyeron al Líbano para salvar sus vidas proceden también de otros campos de refugiados en Siria: Latakia, Ein al-Tal, Qabs Esit, Neirba Jan Dunun, Homs, Hama y Daraa. Además de buscar refugio en Shatila, están entrando también en otros campos, incluyendo Bedawi, Nahr al Bared, Burj el-Barajneh, Burj el-Shemali, Dbayeh, Ein el-Helweh, El-Bus, Mar Elias, Mieh Mieh, Rashidieh y Wavel, este último conocido también como Yilil, cerca de Baalbeck, en el valle de la Bekaa cercano a la frontera sirio-libanesa.

Además, según la UNRWA y otros observadores, decenas de miles de palestinos están desplazados por el interior de Siria y están viviendo actualmente donde pueden, al no poder huir a los países vecinos por diversas razones, incluida la falta de dinero, formando parte de los 3,6 millones de refugiados desplazados dentro de Siria. Según el informe semanal del 8 de marzo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la cifra de refugiados registrados llegó a los 12.000 durante la pasada semana, más los 262.000 anteriormente registrados y 140.000 en proceso de registro, lo que supone un total de 400.000 refugiados sirios en el Líbano. El informe decía que hay actualmente 113.000 refugiados sirios en el norte del Líbano, 99.000 en la Bekaa, 28.000 en Beirut y 20.000 en el sur del Líbano. En esas cifras hay miles de palestinos.

Cuando a las diversas agencias de la ONU se les pregunta por qué no han proporcionado más ayuda a los refugiados sirios y palestinos, explican que hacen lo que pueden, aunque habitualmente ofrecen explicaciones tales como la aportada el 5 de marzo por Marixie Mercado, portavoz de UNICEF, durante una conferencia de prensa en Ginebra: «Las necesidades de los refugiados están aumentando de forma exponencial y estamos sin blanca… el número de personas que huye de Siria, la peor crisis de refugiados del mundo, ha superado todas las previsiones de la ONU. Los 1,25 millones de refugiados, cuyas tres cuartas partes son mujeres y niños, suponen un 10% más de los previstos en junio y el final no parece verse nunca».

Respecto a la UNRWA, resulta un blanco fácil de las quejas y lo es, en efecto; algunas veces es un poco frustrante trabajar con ellos debido a su engorrosa burocracia. En las últimas cinco semanas, los refugiados palestinos de Siria han estado acampando fuera de la delegación de la UNRWA en el Líbano, a través de la carretera que va desde el campo de Shatila. Están pidiendo más ayudas, como algunos explicaron a este observador la pasada semana. Hay letreros colocados en las tiendas donde se lee «De los palestinos en Siria: Pedimos: que la UNRWA proporcione servicios sanitarios, educativos, alimentarios y de vivienda». La gran pancarta aparece firmada por «Los palestinos desplazados de Siria».

Pero la UNRWA no lo ha tenido fácil nunca, y siempre ha estado en el punto de mira del lobby sionista desde el momento de su creación en 1949. El AIPAC ha prometido recientemente disolverla. Elementos del lobby intentan conseguir que el Congreso de EEUU declare que el gobierno estadounidense no reconoce a ningún refugiado palestino más que a los originales de la Nakba de 1947-48. Al mismo tiempo, el lobby ha organizado una campaña a fin de preparar una serie de leyes que pongan fin a la trasmisión automática del estatuto de refugiado a los descendientes de palestinos, que ha sido la política de la comunidad internacional y de las Naciones Unidas desde 1948.

Uno de los líderes de este proyecto contra la UNRWA es Daniel Pipes, el organizador, antimusulmán y antiárabe, de CampusWatch, quien, como nos recuerda la profesora Rosemary Sayigh , lleva desde 2002 movilizando a los estudiantes en las universidades estadounidenses para qué informen qué facultad e incluso qué profesores apoyan a los palestinos. Pipes declaró recientemente que el «enfoque actual de la UNRWA crea una narrativa de victimismo que lleva al extremismo». Algunos periodistas que asistieron a una reciente conferencia contra la UNRWA en Nueva York, informaron que los organizadores, dirigidos por el representante de Israel ante la ONU, Ron Prosor, exigirán al Congreso que promulgue una ley que especifique que «EEUU sólo considerará como refugiado palestino a quien esté personalmente desplazado como consecuencia de los conflictos árabo-israelíes de 1948 o 1967, y que no se encuentre firmemente establecido en otro país».

Este lenguaje es similar a una enmienda presentada en el Senado en mayo pasado por el senador republicano por Illinois Mark Kirk. La enmienda fue aprobada por el Comité de Asignaciones del Senado pero no llegó a convertirse en ley porque el Senado no aprobó el proyecto de ley más amplio al que iba incorporada. El AIPAC promete continuar con esta campaña. La intención de la iniciativa es conseguir que cuando el último de esos refugiados de la Nakba y la Naksa muera -cuanto antes mejor- la cuestión se resuelva sola. ¡Listo! Se acabaron esos problemáticos refugiados palestinos.

Cuando una familia de refugiados llega al Líbano y se registra en la UNRWA para solicitar ayuda (el tiempo de espera para conseguir una entrevista en el Líbano ante la Oficina de Campo en el Líbano es actualmente casi de seis meses, y algunos refugiados a los que entrevistó este observador el 2 de abril en el Centro para la Juventud del Campo de Shatila le informaron que, dado el retraso, no han podido esperar, han tenido que renunciar e incluso algunos ha tenido que volver a Siria poniendo en riesgo sus vidas. Asumiendo que tenga todos los documentos en orden, una familia de cuatro miembros recibirá 150$, una familia más amplia, 200$. Debe señalarse que la tarifa media de un taxi para palestinos de Damasco a Beirut es ahora de 110$, cuando antes del conflicto era de 16$. Los mercaderes de la guerra de nuevo. Después, cada persona debe pagar 17$ por la «tarifa del visado» libanés (los niños menores de siete años están exentos); el gobierno libanés no les facilita servicios sociales.

Con anterioridad, la UNRWA renovó las donaciones en efectivo para otro mes pero ha anunciado recientemente que no puede continuar con esa ayuda porque carece de fondos, dejando ahora básicamente abandonados a los palestinos que llegan de Siria. Los palestinos de Yarmuk y otros lugares de Siria están ahora dependiendo de sus compatriotas de Shatila y otros campos. El actual Plan de Respuesta de la UNRWA pedía 26,85 millones de dólares, de los cuales el 5 de abril había recibido sólo 19,04 millones.

Incluso los colegios de la UNRWA en el Líbano están ya al límite; además, los palestinos de Siria no pueden ajustarse al plan de estudios de la UNRWA en el Líbano, dado que el lenguaje y la metodología son diferentes del sistema utilizado en Siria. La mayoría de los niños refugiados palestinos de Siria no están matriculados en ningún colegio.

Otra agencia de las Naciones Unidas, la Alta Comisión para los Refugiados (ACNUR) está también estirando sus recursos más allá de sus límites y no proporciona ayuda a los refugiados palestinos afirmando que su mandato les excluye ya que la UNRWA se creó específicamente para ayudar a los refugiados palestinos hasta su retorno a Palestina. Pero la UNRWA, sometida un aluvión creciente de ataques del lobby sionista, que no han cesado desde el mismo momento de su fundación en 1949, está también sin blanca y no puede hacer mucho por los palestinos que se han visto obligados a huir al Líbano.

Para ser justos con el ACNUR, algunos administradores locales no siguen las normas y hacen cuanto pueden porque son, ante todo, personas humanitarias y ningún ser humano con el que este observador se ha cruzado puede ser testigo de la carnicería infligida a víctimas civiles inocentes sin intentar ayudarles, independientemente de su opinión política o de a quién consideren responsable de la carnicería.

Sin embargo, debería cambiarse de inmediato la política oficial del ACNUR de no incluir a los refugiados palestinos en su mandato. La actual política de mirar y no hacer nada del ACNUR viola flagrantemente el principio legal internacional del « non-refoulement » (el acto de negar la entrada o la ayuda a los refugiados cuyas vidas están en peligro). El requerimiento de non-refoulement está consagrado en la Convención de 1951 relativa al Estatuto de los Refugiados, en el Protocolo de 1967 y el Artículo 3 de la Convención contra la Tortura de 1984, y es exigido por los principios, normas y reglas internacionales de derecho consuetudinario, así como por la Ley sobre la Tregua entre las Naciones (que prohíbe la entrega de víctimas a sus perseguidores), acordada por ciertos estados tribales en Oriente Medio y que data del siglo XIX.

La profesora Rosemary Sayigh , al comienzo de su reciente y brillante conferencia en Berlín, citó esta observación de Thomas W. Hill:

«Los palestinos no han acabado aún de digerir una tragedia cuando ya la siguiente está cerniéndose sobre ellos».

¡Qué gran verdad! Pero en el campo de refugiados de Shatila en el Líbano, así como en los otros once, los palestinos están recibiendo y ayudando a sus compatriotas con todo su corazón, hasta que puedan regresar a su ocupado país.

Eso será, la historia nos lo enseña, lo que finalmente harán.

Franklin Lamb es autor de «The Price We Pay: A Quarter Century of Israel ‘s use of American Weapon’s against Lebanon » (1978-2006), disponible en Amazon.com.uk, y de «Hizbollah: A Brief Guide for Beginners». Participó en las investigaciones de la Comisión Kahan sobre la masacre de Sabra y Shatila. Es miembro de la Fundación de ese mismo nombre y de la Campaña por los Derechos Civiles de los Palestinos en Líbano. En estos momentos se encuentra investigando en Siria y el Líbano. Puede contactarse con él en: [email protected].

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/04/09/when-the-yarmouk-palestinian-camp-fled/