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Una delegación vasca cuenta sus peripecias tras el frustrado viaje al Sahara ocupado

Viaje de ida y vuelta a la ocupada El Aaiún

Fuentes: Gara

La delegación vasca que ayer regresó a casa tras el frustrado viaje a El Aaiún, donde las autoridades coloniales marroquíes les impidieron desembarcar, denunciará ante al Ministerio de Exteriores español el trato recibido. Jesús Garai, miembro de la Asociación de Amigos y Amigas de la RASD, relató las peripecias del viaje y destacó la necesidad […]

La delegación vasca que ayer regresó a casa tras el frustrado viaje a El Aaiún, donde las autoridades coloniales marroquíes les impidieron desembarcar, denunciará ante al Ministerio de Exteriores español el trato recibido. Jesús Garai, miembro de la Asociación de Amigos y Amigas de la RASD, relató las peripecias del viaje y destacó la necesidad de romper el muro informativo levantado por Rabat.

El Aaiún, 19.15 horas. El avión que lleva a la delegación institucional y social vasca, integrada por 27 miembros, incluidos representantes del PSE ­lo cual es una novedad­, aterriza en el aeropuerto de la capital ocupada del Sahara Occidental. Comienza un tira y afloja con un final esperado que se prolongó durante alrededor de una hora.

«Nada más aterrizar, el comandante del avión, desde la cabina, dijo que la delegación vasca se quedara en el avión. Lo primero que vimos fue una delegación, todos hombres, algunos de ellos vestidos con trajes típicos saharauis, además de cámaras de televisión, que se acercó de forma solemne al avión. Pensamos por momentos que los marroquíes habían cambiado de táctica y que nos dejarían entrar en El Aaiún, pero no fue así», relata Garai.

«Cuando salieron el resto de pasajeros nosotros también intentamos bajar, pero subieron dos policías como torres y entró una persona que se identificó como el alcalde de El Aaiún, aunque no creo que lo fuera. Nos dijo que quería dialogar como amigos, en familia, pero no tardó ni un minuto en salirse de sus casillas. Con él subió un cámara de televisión y, sin autorización del comandante, comenzó a grabarnos. No creo que grabara por cuestiones informativas. El supuesto ‘alcalde’ decía que íbamos con una idea previa. Hubo empujones, gritos y malas formas. Me sorprendió lo burdo de su trato. Les decíamos que no estábamos en Marruecos y que sólo reconocíamos a la Minurso ­Misión de Naciones Unidas­. El ‘alcalde’ decía que eso era un insulto. El argumento era siempre el mismo, que éramos ‘gente hostil'», continúa Garai.

El tiempo pasaba y el avión debía de seguir su plan de vuelo, con lo que allí terminó el periplo. El aparato volvió a llenarse de pasajeros y emprendía el vuelo de regreso. Entre los nuevos inquilinos en la nave se encontraban dos periodistas canarios que habían acudido a El Aaiún para cubrir un juicio contra saharauis detenidos durante la Intifada.

Garai señaló que los periodistas habían logrado bajar del avión, pero nunca pudieron entrar en la sala del juicio. No obstante, ofrecieron a la delegación vasca información de primera mano. «Nos dijeron que la ciudad está absolutamente tomada por la Policía. Un despliegue terrible. Los saharauis, sin embargo, insisten en las protestas. No son tan masivas como en los primeros días, pero la Intifada saharaui sigue adelante, al igual que las detenciones».

Una vez en Las Palmas, Garai señala que la frustración dejó paso a la idea de que hay que insistir y a la sensación de que hicieron lo que tenían que hacer. «Volveremos. No sé si nosotros, pero otros volverán. La situación es preocupate y la represión es muy indiscriminada. Además, de El Aaiún se oye algo, pero hay otras ciudades de las que se sabe muy poco, pero hay asaltos a casas», apunta Garai, que también señaló que pudieron hablar por teléfono con Hmad Hammad, el joven saharaui que se encerró en la Casa España de ElAaiún, que finalmente fue liberado. Liberación que Garai, en parte, achaca a las presiones.

¿Qué consecuencias puede acarrear para Marruecos este tipo de situaciones? Garai opina que «hay poco movimiento, pero algo hay. Recientemente el nuevo embajador de EEUU en Madrid venía a decir que esperaban a ver qué hace el Gobierno español en este tema. Madrid tiene que marcar la política como antigua potencia ocupante. Si Madrid tuviera una propuesta clara, en cualquier sentido, esto se habría acabado, pero también para bien o para mal. El 14 de noviembre se cumplen 30 años de los acuerdos tripartitos de Madrid. Ahora que tanto se habla de reformas, el tema del Sahara es una rémora de aquellos tiempos.Si Zapatero no es capaz de afrontarlo, tendrá que ser el siguiente presidente. Han apostado por la política de hechos consumados y les ha salido mal porque los saharauis han salido respondones», afirma.

Cumulo de contradicciones

En cualquier caso, la posición del PSOE no es fácil de entender. «La explicación es compleja. En el PSOE hay diferentes sensibilidades. Por ejemplo, Felipe González es un gran valedor de Marruecos. Zapatero marca un cambio respecto al trío de las Azores ­Bush, Blair yAznar­, pero este es un tema clave en su política, que pone en cuestión sus equilibrios con Francia y EEUU, además de su propio partido y sus bases. Es un cúmulo de contradicciones. Tendría que atender, como hizo con Irak, a la razón del pueblo».

¿Hasta cuándo lograrán los saharauis mantener su Intifada? «Depende de la voluntad, y la voluntad de los saharauis es llegar hasta el final. ¿Hasta cuándo? Nunca se sabe. A medio plazo el desgaste para Marruecos puede ser importante por la imagen de Estado represivo que ofrece. Pero lo más importante es el cambio que se ha producido en el conflicto. En todos los procesos de liberación se ha conseguido avanzar cuando es el interior el que se mueve. Han demostrado al mundo que no es cosa de cuatro locos. En El Aaiún se calcula que hay un saharaui por cien marroquíes ­militares, policías, colonos­ y protestar en esas condiciones es muy duro».

Garai, que no espera «nada» de la ONU porque es un conflicto que ha abandonado desde la dimisión de Baker, afirma que la Intifada «viene a demostrar que la paciencia de los saharauis ha llegado al límite. Si alguien pensaba que se iban a contentar con las migajas de la cooperación se equivoca. ¿La vuelta a las armas? No lo sé. Pero es una amenaza seria, una posibilidad real, no es una entelequia», añade.

Por cierto, la Minurso ha llegado a entregar a los marroquíes a saharuis que se habían refugiado en sus cuarteles.