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Víctimas de tortura

Fuentes: Gara

La tortura debe tratarse desde el punto de vista social, político y psicológico. Los torturados somos víctimas de un sistema social y político que permite y ordena la violación de derechos humanos, es una medida de represión de un país o de un gobierno, utilizada para detener un movimiento, protestas o reivindicaciones sociales y políticas, […]

La tortura debe tratarse desde el punto de vista social, político y psicológico. Los torturados somos víctimas de un sistema social y político que permite y ordena la violación de derechos humanos, es una medida de represión de un país o de un gobierno, utilizada para detener un movimiento, protestas o reivindicaciones sociales y políticas, para sacar información, amenazar, asustar al entorno o colectivo, demostrar quién tiene el poder o el control. Hay sobrevivientes para testificar que sí existe.

Tortura física o psicológica, golpes, patadas, asfixia, tocamientos, electricidad, heridas, violación, hacer que los familiares o compañeros presencien la tortura o la violación, mantenerlos sin dormir, en posiciones muy incómodas y que produzcan daño y dolor y una gran variedad de métodos de torturas para martirizar a la víctima.

Las secuelas físicas y psíquicas son múltiples: ataques de miedo, de terror, ansiedad, depresión, trastornos del sueño, alimenticios, sexuales, paranoias, agresividad, apatía, intentos de suicidio, frustración, rabia, impotencia, etc. Además de las víctimas directas, existen las víctimas pasivas, que son las familias afectadas, madre, padre, hijos, hermanos, pareja o cualquier miembro familiar o del entorno cercano.

Muchas veces se piensa que la tortura sólo existe en Africa o América o en países pobres o en guerra, o que existió en otros siglos; sin embargo sabemos con preocupación y tristeza que la tortura existe incluso en países supuestamente democráticos o del primer mundo, concretamente, Europa, España, País Vasco.

Los políticos deben dar la cara por estas atrocidades, deben reaccionar y no permitir que esto se siga cometiendo, deben pedir cuentas, señalar y castigar a los autores, y deben garantizar a su pueblo que en su país no se permitirá nunca más la tortura.

Ninguna persona que haya sido torturada desea volver a pasar el calvario del que sobrevivió, mucho menos desea por nada del mundo que sus hijos, hermanos, padres, familia y el mundo en general tengan que pasar por lo que ellos ya han pasado.

Por eso mismo es importante, primero, reconocer que aún existe y se sigue aplicando la tortura, atender a las víctimas y familias afectadas, denunciar todo tipo de tortura de cualquier país, sea pobre o rico, primer o tercermundista. No es honesto ni coherente que nuestros representantes políticos estén condenando la violencia y hablando de Derechos Humanos, al mismo tiempo que están permitiendo la tortura. Tenemos que denunciar, castigar y sobre todo ERRADICAR la tortura en cualquier rincón del mundo.

* Victoria Mendoza es psicoterapeuta