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Volver a ver: un milagro

Fuentes: Argenpress

Cuando me sacaron la venda y abrí los ojos no pude contener la alegría de volver a ver con ese ojo y comencé a gritar ¡Viva Venezuela!’ Lilian Bravo Zamora, escritora chilena, recibió una cirugía gratuita de cataratas en sus dos ojos en el Hospital de Barquisimeto, Venezuela. ‘Yo llegué aquí tuerto y hora tengo […]

Cuando me sacaron la venda y abrí los ojos no pude contener la alegría de volver a ver con ese ojo y comencé a gritar ¡Viva Venezuela!’ Lilian Bravo Zamora, escritora chilena, recibió una cirugía gratuita de cataratas en sus dos ojos en el Hospital de Barquisimeto, Venezuela. ‘Yo llegué aquí tuerto y hora tengo de nuevo mis dos ojos buenos como para seguir trabajando’, razonó eufórico Mario González, campesino de Valdivia de Paine, 60 km al sur de Santiago.
Los pacientes forman parte del tercer grupo de 67 chilenos operados de los ojos en Barquisimeto, Venezuela, que regresaron el miércoles a Santiago tras un azaroso viaje que se alargó por 25 horas cuando las autoridades peruanas retuvieron el avión por más de 4 horas en Lima, durante el reabastecimiento de combustible, bajo el pretexto del plan de vuelo autorizado antes a ConViasa, la línea venezolana que transporta a los pacientes.
Hostilidad aeronáutica peruana
A medianoche el avión fue autorizado por fin a despegar, justo cuando el aeropuerto de Santiago fue cerrado por mal tiempo. La nave se dirigió, entonces, a Mendoza, Argentina, donde permaneció 10 horas esperando que se disipara la neblina en el terminal aéreo chileno.
‘Ya no me acordaba cómo era ver bien: cuando abrí los ojos pude ver la luz y las finas y hermosas manos de la oftalmóloga venezolana que me operó las cataratas’, explicó la escritora Bravo. ‘No sé cómo expresar mi agradecimiento ante tanta generosidad del pueblo venezolano porque soy un hombre muy inculto, sin educación, no tengo lenguaje: lo cierto es que en Chile no tenía ninguna posibilidad de operarme’, explicó González, quien vive y trabaja en un sector rural cordillerano cercano a Santiago pero alejado de la salud pública.
González, al igual que la mayoría de los pacientes chilenos, jamás había salido al exterior y nunca había viajado en avión. ‘Volar me da terror; nunca más voy a volver a hacerlo’, aseguró este trabajador que se gana la vida cargando a pala arena y piedras para la construcción en un camioncito de su propiedad.
Sonia Cárdenas, del Valle de Elqui, en el llamado Norte Chico cercano a Coquimbo y La Serena, se expresó de manera similar: ‘En mi pueblo, les contaré a todos lo bien que nos atendieron en el Hospital de Barquisimeto y en la Villa Bolivariana’, la ex Villa Olímpica donde alojan y alimentan los pacientes.
221 operados
El tercer grupo de 67 pacientes chilenos estuvo al cuidado permanente de un equipo de enfermeras venezolanas, instaladas en un habitación de la Villa, complementadas por los médicos chilenos Rodolfo Leveque y Carlos Tamayo, quienes viajaron junto a los enfermos.
La afiliada a la Sociedad de Escritores de Chile fue quizás la integrante más ilustrada de este grupo, pero ella es tan pobre como el resto de los pacientes. Entregó los mejores años de su vida como funcionaria del Partido Comunista, pero el sistema privado de pensiones le niega el derecho a una jubilación y el acceso a la salud. Tampoco logró la calidad de «exonerada» que da derecho a una pensión de gracia del Estado. Es poco dinero, pero por lo menos asegura el acceso sistema público Fondo Nacional de Salud (Fonasa).
Desde que el Hospital de Barquisimeto se incorporó a la Misión Milagro, en octubre de 2005, se han operado de los ojos 3.800 venezolanos y extranjeros. El 18%, es decir 680 pacientes, viajó desde Chile, Ecuador, Nicaragua, El Salvador y República Dominicana, informó la doctora Lynda Amaro, directora del centro. Pero la Misión también utiliza otros hospitales en diferentes ciudades de Venezuela.

Desde Chile, han viajado a Barquisimeto, para operarse de cataratas y pterigión, unos 221 pacientes, desde mayo de 2006. El primer grupo de 94 pacientes también fue retenido por la autoridades peruanas, pero en el segundo viaje, de 66 personas, y el tercero, ConViasa eligió la vía Asunción-Manaos. El Boeing 350 tiene una autonomía de 5.500 km.
Sin embargo, el tercer contingente regresó de nuevo vía Lima, que es el camino más corto. En cada viaje, los pacientes suelen ser acompañados por una quincena de asistentes y coordinadores, incluidos los médicos.
Más mujeres que hombres
Lilian Bravo y Juana González, del segundo grupo, se quedaron 24 días en Barquisimeto para operarse exitosamente el segundo ojo, regresando a Chile con el último contingente. De los 67 pacientes de esta tanda, tres no pudieron operarse. Jacqueline Guzmán, quien en mayo se intervino uno de sus ojos, esta vez presentó problemas de coagulación, al igual que Sonia Baeza, en tanto a Magdalena Corbalán le detectaron una cardiopatía coronaria.
Las mujeres conformaron el 78% del último grupo. Esta aplastante mayoría femenina se ha dado en todos los grupos de pacientes chilenos. La mujer más joven del grupo, Felicinda Gallardo, tiene 22 años, contra 79 de Hilda Huerta, la mayor de todas. Lo enfermos viajaran desde los barrios pobres de diferentes municipios del país, entre otros, las comunas de Buin, Calera de Tango, Cerro Navia, Conchalí, Coquimbo, Curacaví, Estación Central, La Granja, La Florida, La Ligua, La Serena, Limache, Lo Espejo, Ovalle, Pedro Aguirre Cerda, Peñalolén, Quillota, San Joaquín, Valdivia de Pasine y Viña del Mar.
Muchos pacientes conocieron por primera vez otro país y todos pudieron apreciar el proceso de cambios en favor de los pobres que impulsa el gobierno del Presidente Hugo Chávez, a la vez que pudieron conocer, como si fueran turistas, algunos pueblos de artesanos que se hallan cerca de Barquisimeto, como Tintorero y Agua Viva, entre otros.
Regreso al mundo real
Durante la emotiva despedida, al término de la visita que para algunos fue de hasta 25 días, la mayoría decía ‘ahora tenemos que volver a la realidad real’, como si el viaje a Barquisimeto y la curación de sus ojos hubieran sido un sueño, una fantasía hecha realidad. Lo más difícil para ellos será reencontrarse con la dureza y el egoísmo del modelo de sociedad neoconservadora que impera en Chile. Y sobre todo, descansar o, por lo menos, reducir el ritmo de trabajo para asegurarse la rehabilitación y cumplir con las recomendaciones médicas.
Más de un paciente ha debido a regresar a Venezuela para reponerse de una convalecencia inadecuada, por la prisa en retomar la lucha por la subsistencia y el infaltable exceso de trabajo. Para acogerse a la Misión Milagro basta acercarse a las organizaciones bolivarianas o de solidaridad con Venezuela que operan en distintos países de América Latina. O simplemente, consultar en la Embajada respectiva.
Curiosamente, la Misión también es poco conocida en la propia Venezuela. No tiene una cobertura de prensa adecuada porque los medios privados de radio, televisión y prensa escrita están en contra de cualquier iniciativa del gobierno de Chávez y los órganos periodísticos partidarios del gobierno también suelen ignorarla.