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Vuelven las privatizaciones o como hacer mudanza en tiempos de crisis

Fuentes: Rebelión

El deterioro y la reducción del sector público en su conjunto, ha sido uno de los principales causantes de la crisis financiera y sistémica actual. Este deterioro, se debe no solo a las privatizaciones, que también, sino sobre todo a las renuncias políticas a intervenir y regular los mercados, sobre todo los financieros. Por renunciar […]

El deterioro y la reducción del sector público en su conjunto, ha sido uno de los principales causantes de la crisis financiera y sistémica actual.

Este deterioro, se debe no solo a las privatizaciones, que también, sino sobre todo a las renuncias políticas a intervenir y regular los mercados, sobre todo los financieros. Por renunciar (valga la redundancia) se ha llegado incluso a abdicar de potestades recaudatorias y controladoras de los Estados, en bien de la «libertad de empresa y de mercado.» Según la teología Neoliberal, esto era bueno y positivo, siendo esto último cierto, pero para especuladores y grandes capitales.

No contentos con ello y a pesar del estallido de las diversas burbujas especulativas, que nos han conducido a la situación actual, las patronales y las derechas inician nuevamente una campaña, exigiendo privatizaciones y más exenciones fiscales para superar la situación. Esto tiene una explicación muy sencilla, con las rebajas impositivas, la disminución del gasto público y las privatizaciones, lo que buscan las y los neoliberales, es que la crisis la paguen las clases populares y se resuelva exclusivamente a sus espaldas, así como obtener nuevos segmentos de negocio para la actividad privada, de forma que cuando todo amaine, sus posiciones sean mejores aún y se incremente el tremendo déficit democrático, que ya existe.

Aunque uno se pregunta ingenuamente, ¿Es que aun queda algo por privatizar? Pues si, que conste que al hablar de la abdicación de los políticos y políticas a gestionar democráticamente y en nombre de las ciudadanas y ciudadanos, bienes y servicios públicos, también estamos hablando de algo más sibilino y no siempre vigilado por la sociedad y sus instrumentos de acción. Nos referimos a los entes de gestión y administración pública. Es decir la privatización de los mecanismos del estado, encargados de defender y ordenar el bien público e interés general.

Es cierto que nos enfrentamos a la privatización de sectores como el Transporte Férreo, la Salud y Sanidad, la Enseñanza o la Universidad, mayoritariamente pública en España, hasta que esta llegando «Bolonia».

Es cierto que recientemente el Gobierno Zapatero ha anunciado la privatización de la Gestión Aeroportuaria, por cierto ¿Qué pensar de esto tras el accidente de SPANAIR? Se debiera retirar de inmediato tal propuesta.

Es cierto que incluso servicios de asistencia social, se están privatizando. Todo esto es real, lo percibimos y lo podemos denunciar. El problema es que la segunda generación de privatizaciones afectará a los instrumentos de control típicamente estatales, tales y como pueden ser la Administración de Justicia y Penitenciaria, las agencias de control de concesiones administrativas, el Urbanismo municipal o la regulación del transporte público, entre otros.

Por la vía de los hechos, funciones típicamente estatales, como las de policía ya estén en trance de privatización muy avanzada y últimamente hemos vivido la militar, con la aparición de verdaderos ejércitos privados, no solo en Irak y Afganistán, sino en África, América Latina y tal vez incluso en EE.UU. y Europa. Es la vuelta a la Edad Media, con los nuevos Condotieros, las Compañías de Fortuna, o las mesnadas nobiliarias.

¿Estoy reivindicando más ejércitos oficiales? No, no es eso, lo que ocurre es que las compañías privadas de seguridad y defensa, hurtan todavía más el control democrático, parlamentario, de la Justicia Internacional y sobre todo de las ciudadanas y ciudadanos sobre elementos armados y muy peligrosos. Piensese que quien está dispuesto a ganarse la vida con un arma, asesinando impunemente civiles en Irak, puede ser utilizado igualmente en reprimir sindicalistas en Colombia (práctica habitual allí), Bolivia, Alemania o España. Todo es cuestión de tiempo si esta deriva privatizadora no se frena.

Porque el quid de la cuestión, no es solo económico, es de poder. Los controles privados de la actividad pública, disminuyen los derechos cívicos, deterioran la calidad de los servicios e incrementan la impunidad de empresas y prestatarios privados, perdidos en una maraña de sociedades interpuestas y en ausencia deliberada de responsables identificables, a lo que si sumamos, la incapacidad de las administraciones de justicia, la parcialidad de las leyes, por acción de los Lobby industriales y de servicios de las Transnacionales y el miedo de políticas y políticos a los poderosos, el resultado, es letal para con la Democracia.

Así pues en la búsqueda a una salida democrática a la crisis Sistémica, basada en la defensa de lo público, de la prestación de servicios públicos, del control de los medios económicos estratégicos y de la regulación de los mercados financieros, es no solo definitoria de una posición de Izquierdas, sino simplemente progresista y demócrata.

El Fascismo actual, no es tan solo de camisas pardas o azules, brazos en alto y briosas banderas, es el poder omnímodo e incontrolado de Empresas Transnacionales, Paraísos Fiscales, Bancos, Grandes Especuladores y sus «contratistas de seguridad privada»entre otros.

Los grandes y opacos Consejos de Administración no concurren a elecciones democráticas.

En España, la patronal CEOE y el PP, con el inestimable apoyo de la derecha del PSOE y del propio Gobierno, están en ello.

Estos días por ejemplo se está solicitando y estudiado la desregulación del Transporte público de Viajeros. Tal vez pronto veamos el espectáculo tercermundista de diversos autocares en una plaza y sus dueños, voceando los destinos, cual si estuviéramos en Barquisimeto o Abidján. Esto se hace además en base a garantizar la libertad de negocio y no en defender la seguridad y los derechos de las y los usuarios.

Se habla La trampa de la disminución del gasto público, que es letal para con las clases trabajadoras, no solo con «los más débiles», sino con la propia clase media baja, en el caso de que esta exista.

Una Agenda Política de derechas para «superar la crisis» pasa por al menos cuatro elementos fundamentales, PRIVATIZACIONES, MENOS GASTO PÚBLICO, REDUCCIÓN DE IMPUESTOS A LOS MÁS FAVORECIDOS Y REDUCCIÓN SALARIAL a las y los trabajadores.

Los que mandan verdaderamente, quieren hacer caja con la crisis y encima lo venden como políticas efectivas para defender a las y los ciudadanos. La sinvergüencería, no tiene limites , la falsedad tampoco. Este es el verdadero rostro neoliberal.

Por cierto, repetiremos, estas doctrinas neoliberales y la desregulación tan extendidas han fabricado esta crisis. Las políticas conservadoras y ultraliberales, nos han traído hasta aquí. El problema es que para combatirlas, hace falta un modelo alternativo.

Carlos Martinez García es politólogo y coordinador de Attac España