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Wall Street, la otra Resistencia

Fuentes: Rebelión

«Las personas que se manifiestan no hacen sino dar voz de más amplio espectro sobre el funcionamiento de nuestro sistema financiero».-Barack Obama, presidente. Para quien no está familiarizado con la ciudad de Nueva York, existe un Wall Street de día y otro de noche. De día es la locura reunida: sirenas de ambulancias, bomberos o […]

«Las personas que se manifiestan no hacen sino dar voz de más amplio espectro sobre el funcionamiento de nuestro sistema financiero».-Barack Obama, presidente.

Para quien no está familiarizado con la ciudad de Nueva York, existe un Wall Street de día y otro de noche. De día es la locura reunida: sirenas de ambulancias, bomberos o policías, bocinas, gritos… Señoras bien vestidas caminando de prisa, solo sobrepasadas por hombres de maletín que son la mayoría en carreras que se nota la angustia, la desesperación como si el planeta tierra fuese a estallar y la última nave que queda para llevar a los afortunados que puedan abordarla está por despegar. Ese ritmo tiene su contra ritmo, el de los turistas: caminan despacio, toman foto a todo, miran con curiosidad zoológica ese correr para muchos de ellos sin sentido en que convierte el dólar a los seres humanos, preguntan por la Zona Cero y sin quererlo se convierten en protagonistas del paisaje de la codicia, del Centro Financiero Mundial en donde la avaricia se huele, se palpa, intimida.

De noche era -porque desde hace un mes Wall Street tiene un nuevo rostro-un silencio aterrador: las calles vacías, el eco de una mujer con tacones altos acompañada de su pareja, que regresan de darle un vistazo a la Estatua de la Libertad desde Battery Park, invadía como un sonido que busca escape a través del laberinto de los rascacielos. A cualquiera atemoriza, le invade la suspicacia que desde el lugar menos esperado le salte un asaltante o un fantasma. Nadie podría creer esos dos extremos: del descontrol mental que produce cuando está despierto y la paz que produce el dinero cuando duerme.

Un mes cumple este nuevo Wall Street, el de los indignados, de los dignos, de los resistentes. Y Wall Street no duerme ya su sueño acaparador sino que despierta con los que pregonan a todo pulmón que son 99 por ciento. Sí, el 99% por ciento reclama que le devuelvan su país. Ese uno por ciento que acumula la riqueza no solo de los Estados Unidos sino del planeta entero. Nadie sabe hasta dónde llegará y que logrará este movimiento, pero, de momento, ya tiene una victoria evidenciando mundialmente que la democracia perfecta estadounidense no era tal, y, como se dice en Honduras, que el neoliberalismo ya carga las tablas de su sepulcro en la espalda.

Este sábado 15 de octubre se hizo un llamado mundial para protestar en cadena a través del globo terráqueo, el éxito de esta protesta mundial no se ha podido esconder. El descontento continúa y cada minuto que pasa es más gente que se une a la búsqueda de la verdadera democracia. Y allí estuvimos en el parque Zucotti, para hablar con propiedad desde el lugar de los hechos y, además, para unir nuestra voz a este justo reclamo mundial.

Una de las plazas más famosas del mundo o quizá la que más energía consume en rótulos e iluminación, Times Square, fue literalmente tomada por los indignados. Hubo música, consignas, pancartas, banderas, alegría, optimismo y también arrestos. Pero no solo fue en Times Square sino también en Washington Square (en la misma Universidad de Nueva York), en Brooklyn y se propaga como pólvora de paz la protesta no solo en la ciudad sino en todo el país. Por supuesto, no dejaron sola su base y el Parque Zuccotti también estaba lleno en el corazón de Wall Street. Allí estuvimos nosotros con Occupy Wall Street.

Es algo increíble, que aun cuando se vive se dificulta para contarlo. ¿Cómo iba a imaginar uno la oscura Wall Street nocturna llena de gente, de música, de megáfonos, de policías, de faroles, las calles aledañas en inusual tráfico de quienes aunque sea quieren echarle una miradita a la plaza de los indignados, banderas de la tierra y de la paz flameando en un costado, en el otro caravanas de vans de los noticieros locales e internacionales con sus grandes antenas para transmitir en vivo vía satélite? (porque aquí -para comparar con alguna de la nefasta prensa hondureña que ha intentado inútilmente invisibilizar la Resistencia-hasta la prensa más reaccionaria destaca en portada y a doble página el movimiento popular Ocupa Wall Street).

Allí en el parque se encuentra gente de todas las nacionalidades, se conversa con quien sea y quien no se conoce se autopresenta o se le presentan a uno: «Soy poloca, ¿y ustedes de donde son?». Alguien contesta: «Somos de Honduras y esta es la bandera del Frente Nacional de Resistencia Popular al cual pertenecemos». «Me permiten una foto». «Las que quiera». Así es un ir venir de diálogos. Más adelante se oye una hermosa música caribeña de una banda tocando en vivo, allí puede leerse una pancarta: «Trinidad y Tobago se solidariza con Occupy Wall Street. Hay una sección para que los niños vayan a dibujar y pintar. Está el Departamento de Sanidad, del mismo movimiento para evitar que la ciudad con el pretexto de limpiar ingrese a conspirar a ver cómo los desalojan. Hay dos puestos de comida, hicimos fila en uno: Sirvieron arroz con vegetales, opción de pescado o carne, frijoles, pan, refresco, y una fruta. También hay café y té.

Ya hay gente en huelga de hambre allí mismo en solidaridad con el movimiento, otros y otras dormían agotados por las largas jornadas de protesta en las que han estado, pero si unos duermen siempre hay cantidad de gente despierta, atenta a lo que pudiera suceder. Algunos sectores rotulan su lugar de origen como unos indígenas que llegaron del lejano desierto de Arizona. La consigna es la misma, la lucha es la misma, la coincidencia es la misma: estamos cansados de que un uno por ciento decidan por el 99%, incluso que ordenen al presidente lo que tiene que hacer.

Al cruzar la calle están las nuevas Torres de la Libertad, en donde una vez estuvieron las Torres Gemelas, Robertito es aficionado a ellas, así que él y yo nos dimos una vuelta por allí, ya van bastante avanzadas y Robertito colecciona fotos desde que comenzaron. Al regresar al parque encontramos a Lucy que se ha conocido con una escritora haitiana, Regine Romain, nos la presenta. Ella le pregunta al niño de seis años y medio que sí sabe algo acerca de Haití, él le contesta: «Es el país mٔás pobre del hemisferio». Y siento aquello como una puñalada, así me han dicho a mi también: «Ah, ¿eres del país pobre en donde dan golpe de Estado, en donde asesinan a los gays y a los periodistas?». Y sé como duele y avergüenza eso, sobre todo porque es verdad.

Ella le dice que no es pobre sino empobrecido por los saqueadores externos e internos, se lo explica en otras palabras, claro. Robertito le dice: «no rich, no poor» (algo así como si no hay ricos ni pobres todo el mundo viviría mejor). Ella se sorprende, y la gente que está allí cree que es bueno como consigna: «No rich/no poor». Así que si la ven por allí es autoría del junior Roberto Quesada Pagoada. Y queda preguntarse si es verdad que hay un nuevo ciclo en la tierra con estas generaciones tan pequeñitas y ya pensando de esa forma, en función de una sociedad justa.

Un amigo hacía a través de la red una tonta comparación entre la Resistencia hondureña y la Resistencia mundial, aduciendo que la de Honduras está a mil años luz. Claro, es hondureño por eso desvaloriza lo que hacen sus compatriotas, pero, como dice un dicho gringo «la ignorancia es felicidad». Describo la Resistencia en Nueva York y se nota la diferencia entre la abundancia y la miseria: los pobres de los países ricos serían mínimamente clase media en los nuestros, por tanto, aun los movimientos populares cuentan con más recursos en los países ricos que en los países pobres. Lo que une a unos y otros es la lucha común por una sociedad justa tanto aquí como allá. Y al ver las comodidades en que se desenvuelven estos movimientos populares en relación a las miserables condiciones en que lo hacen en los países empobrecidos, pues muestra más heroica la lucha de la Resistencia hondureña y de cualquier otro país tercermundista, hecho que hasta los mismos primer mundistas que andan hoy en la calle reconocen.

Yo nunca he estado físicamente en una movilización, plantón, asamblea ni nada de la Resistencia hondureña, pero estoy informado de que han hecho frente a todas las vicisitudes, empezando por la «democrática» clase política hondureña (con rarísimas excepciones) que no respeta la democracia, con una policía y ejercito que no van a disuadir sino a torturar y algunas veces a asesinar al pueblo. La clase política pretende resolver los problemas cerrando los ojos y oídos y negando la existencia de la Resistencia, mientras que en países como los Estados Unidos de inmediato el presidente Obama opinó sobre el movimiento: «Pienso que la gente está frustrada. Las personas que se manifiestan no hacen sino dar voz de más amplio espectro sobre el funcionamiento de nuestro sistema financiero».

A buen entendedor…Como dice el refrán mexicano: «cada perico a su estaca, y cada chango a su mecate».

Nueva York NY 16 octubre 2011

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.