Traducción: Isaac Salinas
El aumento de la represión policial el pasado 1 de octubre con la detención de más de 700 manifestantes durante una marcha por el puente de Brooklyn ha supuesto un salto cualitativo para el movimiento Occupy Wall Street, tanto con respecto a los riesgos a los que se enfrentan como por sus potencialidades e implicaciones.
Las detenciones, sin embargo, no han podido detener el creciente entusiasmo del movimiento. Más bien al contrario: ocupaciones similares han continuado produciÉndose en otras ciudades alrededor de Estados Unidos, y el movimiento en Nueva York ha recibido la aprobación y el apoyo de organizaciones comunitarias y de trabajadores, así como la convocatoria de una gran manifestación sindical este miércoles 5 de octubre.
Occupy Wall Street y el resto de acciones hermanas que se han producido en todo el país norteamericano se han convertido en un polo de atracción que han puesto en movimiento aquellas personas hartas de un mundo dominado por la codicia y el poder del «1 por ciento » de Wall Street y los que ocupan las altas esferas de la sociedad de los Estados Unidos.
En Nueva York, el viernes y el sábado se vieron las marchas más grandes producidas hasta ahora desde el campamento de Occupy Wall Street ubicado en la renombrada Liberty Plaza cerca de Wall Street. Entre 3.000 y 5.000 personas participaron cada día, el primero en protesta contra la brutalidad policial en la comisaría de One Police Headquarters el viernes por la noche, y luego la marcha por el puente de Brooklyn el sábado.
En la manifestación del sábado, los y las participantes salieron de la acampada y tomaron tanto la acera como la calzada hasta llegar al puente, deteniendo el tráfico. La policía no intentó bloquear el acceso a las carreteras. En vez de ello, algunos supervisores del cuerpo policial se alinearon detrás de la masa de manifestantes y anunciaron con megáfonos que sólo escucharon unos pocos, que los que ocupasen la calzada serían arrestados.
Entonces, tal y como uno de los participantes, Etam Ben-Ami, relató al diario New York Daily News, «parecía como si se retiraran deliberadamente para dejar a la gente acceder a la carretera». De acuerdo con el diario New York Times, del cual la reportera Natasha Leonard fue también detenida, «No había barreras físicas … y en un momento dado, los manifestantes comenzaron a caminar por la carretera con los comandantes de policía por delante, desde la distancia parecía como si estuvieran liderando la marcha».
Una vez la columna de gente llegó a la mitad del puente, la policía de repente rodeó a los manifestantes que se encontraban en la carretera, bloqueando tanto la banda en dirección a Manhattan como la que va a Brooklyn. Más de un millar quedaron retenidos durante horas bajo la lluvia.
Centenares de personas que no habían sido atrapadas en el puente por la policía se reunieron en la banda Manhattan del puente. Algunos se dirigían a los agentes con cánticos de «Únete, tú eres uno de nosotros!», pero otros cantaban rabiosos «¿Proteger y servir? ¡Mentira!».
Tras ser detenidos, los participantes en la protesta fueron transportados a diferentes comisarías de Brooklyn y Manhattan, a menudo esposados durante horas antes de ser trasladados a los calabozos. Muchos no fueron liberados hasta pasada la medianoche, pese a que la mayoría sólo fueron sancionados, el equivalente a una multa de tráfico y que ni siquiera es considerado delito criminal.
El portavoz del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), Paul Browne, afirmó que la policía sólo había arrestado aquellos situados frente a la marcha que habían oído los avisos de no invadir la calle, un argumento contradicho por numerosas declaraciones de testigos presenciales. Por supuesto, muchos neoyorquinos ya habían dado suficiente credibilidad a las palabras de Browne, que unos días antes había defendido firmemente lo indefendible: el uso de spray de pimienta contra manifestantes pacíficos durante una marcha desde la zona de protesta de Occupy Wall Street una semana antes.
El asalto de la policía en la Union Square de Manhattan el 24 de septiembre fue el motivo principal de la manifestación del viernes, la que fue desde Liberty Plaza hasta el cuartel general de la NYPD. La consigna «nosotros somos el 99 por ciento» sonó con fuerza a través de los arcos del 1 Police Plaza mientras los manifestantes salían a la concentración convocada por los activistas del Profesional Staff Congress – CUNY (PSC – CUNY), el sindicato de profesores de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
«Casi me pongo a llorar cuando los veía venir a por debajo del arco», decía Christina Morales. «Por primera vez en años, sentí que no estaba sola, gritando ante la televisión con mi padre, viendo personas sufrir, perdiendo el trabajo, sin poder recibir la jubilación».
Matt, un profesor de escuela primaria que se implicó en el movimiento Occupy Wall Street desde las primeras asambleas generales que durante el verano prepararon las acciones, dijo: «Estamos experimentando nuevas maneras de vivir e interactuar entre nosotros. No me interesan las reivindicaciones. En este sentido, creo que ya ha sido un éxito el hecho de mantener esto 14 días».
El comentario de Matt refleja uno de los varios debates entre los activistas acerca de cómo el movimiento debería organizar y qué tiene que venir a continuación. Muchos de los que participan activamente se hacen la pregunta de cómo involucrar sectores más amplios de la población en la lucha, incluyendo aquellos con obligaciones laborales y familiares que no les permiten participar en la ocupación de Liberty Plaza durante la noche.
Esta discusión tomó un nuevo significado la semana pasada, cuando Occupy Wall Street fue secundado por mujeres y hombres trabajadores de los trenes y autobuses de Nueva York, miembros del Sindicato de Trabajaodres/as del Transporte (TWU) Local 100.
Varias decenas de miembros del TWU estuvieron presentes en las movilizaciones del viernes. «Están intentando destruir nuestra forma de vida, nuestro presente y nuestro futuro,» dijo el vicepresidente de Local 100, Kevin Harrington. «Y tratan de arrebatar el futuro de la gente joven».
Más apoyos siguieron llegando desde United Steelworkers of America [Sindicato de trabajadoras y trabajadores del acero de América], National Nurses United coalition [Sindicato unido de enfermería], y el SEIU 1199, que representa 360.000 trabajadores de servicios y es la rama sindical más grande de Estados Unidos.
La Beyond May 12 coalition -formada por algunas de las organizaciones comunitarias y de trabajo más grandes de la ciudad, con especial relevancia de la United Federation of Teachers (Federación Unida de Profesores y Profesoras), y la New York Communities for Change (antes llamada NY ACORN)- anunció que planeaba una marcha solidaria el miércoles 5 de octubre, que irá desde el ayuntamiento hasta el campamento de Occupy Wall Street.
Otros sindicatos, liderados por el PSC – CUNY, el TWU Local 100 y el sindicato del sector sanitario 1199SEIU, preparan independientemente una concentración una semana después, el 12 de octubre, que podría ser incluso mayor que la marcha de Beyond May 12 esta semana.
Mientras tanto, el movimiento se extiende por otras ciudades. La mayoría de ocupaciones (o reuniones de preparación para organizarlas) son modestas en tamaño, pero en Los Ángeles, el primer día de Occupy LA el 1 de octubre reunió a más de 1.500 personas en una marcha desde Pershing Square hasta el ayuntamiento, donde los activistas planean montar una acampada. Esa noche, más de 500 manifestantes estuvieron todavía dispuestos a hacer una asamblea general.
Tal y como mostraron las marchas del fin de semana, el movimiento está creciendo en Nueva York. Este aumento del apoyo al movimiento -y el potencial que supone el ambiente rebelde de Liberty Plaza para atraer a la gente trabajadora de la ciudad- pueden ser la razón por la que el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg dio a entender que en no mucho tiempo se podría cargar sobre la acampada.
«La gente tiene derecho a protestar, pero nosotros también tenemos que asegurar que aquellos que no quieren protestar pueden ir por las calles sin ser molestados», dijo Bloomberg en su programa de radio -sin citar ningún informe que hablara de peatones estorbados. El alcalde también hizo la ridícula declaración que «los manifestantes están protestando contra gente que cobra 40.000 o 50.000 dólares al año y lucha por llegar a fin de mes».
Mientras tanto, JP Morgan, una de las empresas en el punto de mira del movimiento Occupy Wall Street, ha anunciado que hará una donación de 4,6 millones de dólares a la Fundación de la Policía de la Ciudad de Nueva York.
Tanto si Bloomberg y la policía incrementan la represión como si no, las detenciones en masa el sábado servirán probablemente para animar más gente a unirse a las acciones de Occupy Wall Street -al igual que los ataques de la policía con spray de pimienta, ampliamente difundidos, atrajeron la atención sobre el empleo tanto a nivel nacional como internacional.
El carácter y el tamaño de la protesta del miércoles será un punto de inflexión para el movimiento. La marcha impulsada desde el sector laboral suponen una oportunidad importante para ayudar a aumentar la confianza y las expectativas de miles de trabajadoras y trabajadores de la ciudad, y a la vez profundizar en los lazos entre la actividad del movimiento Occupy Wall Street y el movimiento obrero.
Occupy Wall Street ha impulsado un número creciente de personas a plantarse contra el poder y la codicia empresarial, y a medida que el movimiento crece -a la vez que aumentan las amenazas de represión policial, y el clima comienza a enfriarse-lo hacen las preguntas y las posibilidades de que la lucha se consolide.
Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/16419