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El arte del engaño

Wall Street y el Pentágono

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Ulises Juárez Polanco y revisado por Caty R.

Marmaris, Turquía. El día 3 de abril, Bill Moyers condujo una fantástica entrevista con el Profesor Bill Black, especialista en fraudes de títulos valores (vídeo) y leyó el análisis de Moyers de esta entrevista publicada en CounterPunch. La entrevista me pareció fascinante, ya que el engaño en la industria bancaria es muy similar al engaño en el Pentágono, sólo que la dimensión del fraude perpetrado por los banqueros hace ver a los militares del Pentágono como tacaños.

En el centro de ambos engaños está la corrupción deliberada de la información de un tamaño tal que abruma la mente del ciudadano educado cuando intenta encontrarle sentido. Esto, claro, no es accidental. Sobrecargar la mente de las personas resulta en un beneficio para la facción que hace la sobrecarga, bien sea el grupo formado por Apparatchiks hambrientos de poder en el Versalles del Potomac o por oligarcas codiciosos en el Versalles del río Hudson.

Más aún, el propio proceso de construir la aldea Potemkin de la desinformación crea una visión del mundo que captura la imaginación y el pensamiento de sus constructores. Nótese cómo Black insinúa que algunos artistas del engaño se convierten en verdaderos creyentes, un punto que también apareció en mi entrevista con Moyers (agosto de 2003). La triste revelación de Greenspan de que su «modelo» era erróneo demuestra el poder de este efecto.

La ilusión personal de Greenspan es muy familiar para los reformistas conservadores del Pentágono. La denominamos amplificación incestuosa, o el proceso por el cual la orientación de alguien que toma decisiones, o su modelo interior de cómo opera el mundo, distorsiona sus observaciones de los acontecimientos externos hasta tal punto que mira y actúa a partir de lo que quiere ver y no del mundo real tal como es. Cuando esto sucede, insensiblemente, todo el ciclo decisorio se vuelve ajeno al ambiente externo y pretende convertirlo en real, con el resultado inevitable de confusión, caos y, en la presencia de alguna amenaza, puede conducir al pánico, el cual es muy evidente en la actualidad con los giros irracionales del mercado de valores. Súmense los efectos insidiosos de la avaricia criminal y del interés propio (que afecta a todos), y la amplificación incestuosa se transforma en una receta para una catástrofe descomunal, bien sea tomando la forma de un fracaso a encontrar armas de destrucción masiva en Iraq, el colapso del programa de modernización del Pentágono, el colapso de Wall Street o, incluso, el colapso nacional.

Lo realmente tenebroso de este tipo de comportamiento es el carácter auto-organizador de la catástrofe en marcha, o lo que yo denomino la anatomía de la caída. Evoluciona más de abajo hacia arriba, gracias a un proceso de «prueba y error», que como un diseño conspirativo de arriba hacia abajo. Los oligarcas moralmente quebrados de Wall Street no diseñaron su corrupta estructura financiera desde cero, sino que la desarrollaron en el tiempo a través de pequeñas corrupciones o adaptaciones en una interacción de oportunidades y necesidades, haciendo lobby aquí, creando un instrumento allá, eliminando a un regulador, construyendo nuevas formulas de primas, etcétera. Consecuentemente, el verdadero reto de la transformación es deshacer la intrincada telaraña de relaciones, como esas que ahora están tomando forma en el Pentágono o en Wall Street. El trabajo de Boyd sobre el flujo OODA (observar, orientar, decidir y actuar) es verdaderamente intuitivo para comprender y atacar este problema (pero debo reconocer que al final, los reformistas liderados por Boyd fallaron en reformar el Pentágono).

Por cierto, la entrevista de Bill Black también destaca el fallo central en la teoría (en realidad, la ideología) del capitalismo de libre mercado, específicamente la suposición necesaria de que la información sobre el mercado está libre y disponible para todos los que toman las decisiones. Esta suposición también implica que las personas no tienen memoria, pero convenientemente para los teóricos, la suposición hace posible el «modelo» metodológico del equilibrio económico. Por supuesto, en el mundo real la información no es gratuita. Si la información fuera gratuita no habría «expertos». El fraude no sería posible. Es más, la misma existencia de la industria de la información demuestra que la información no es libre. Además, si la información fuera gratuita, la industria de la información no sería una espada de doble filo donde el poder creciente para manipular vastas cantidades de «información» con computadoras (e incrementar la complejidad de la información a niveles abrumadores) también permite que ocurran el fraude, el engaño y el desequilibrio más fácilmente en vez de dificultarlos. Me parece que esta corrupción sistemática de la información es neurálgica en el caos y corrupción del Pentágono, y aunque no lo conozco, intuyo que Bill Black estaría de acuerdo en que también es el caso en Wall Street.

Franklin «Chuck» Spinney es un ex analista militar del Pentágono. Actualmente vive en un bote en el Mediterráneo y puede contactársele en [email protected]

Artículo original: http://counterpunch.com/spinney04102009.html

Traducido por Ulises Juárez Polanco (www.juarezpolanco.com) y revisado por Caty R. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.