Con un nombre como Laquan, podemos dar por sentado su negritud. De mediana estatura, alrededor de 157 centímetros y un peso de 59 kilos, Laquan corre alegremente por una avenida en Chicago, con el abandono típico de los adolescentes. Parece que en lugar de correr, da brincos. En su mano sostiene una navaja que mide […]
Con un nombre como Laquan, podemos dar por sentado su negritud. De mediana estatura, alrededor de 157 centímetros y un peso de 59 kilos, Laquan corre alegremente por una avenida en Chicago, con el abandono típico de los adolescentes.
Parece que en lugar de correr, da brincos. En su mano sostiene una navaja que mide alrededor de 7.6 centímetros. Uno casi puede sentir el zumbido de la testosterona juvenil que corre por sus venas -un río subterráneo de fortaleza asegurándole que es invencible, que puede atravesar paredes de un puñetazo, ser golpeado por una montaña y levantarse.
Y luego, sin aviso, se escucha un disparo. Le da vueltas como un trompo, 360 grados.
Se cae. Un dolor desconocido lo sujeta. Lo enrosca. Lo dobla en una posición fetal, acunado por la fría tierra.
Luego como latidos del corazón, vienen los balazos como latidos de la muerte y Laquan MAcdonald, de 17 años da su último suspiro.
Es el último cuerpo negro lanzado al olvido por un hombre blanco del Ku Klux Klan vestido de azul. Su nombre desconocido se suma a un coro de muertos: Tamir Rice, Mike Brown, Donald Dante Ivy, Eric Garner, Oscar Grant, Freddie Gray y más. Todos víctimas de uno de los malestares más antiguos del territorio continental norteamericano: el temor blanco.
Una navaja de 7.6 centímetros (legal, por cierto). 16 disparos quemados en el cuerpo de un joven.
Durante todo un año las cámaras se apagaron hasta que un periodista independiente peleó y ganó una demanda bajo la Ley de la Libertad de Información contra la ciudad de Chicago. Una cámara reproduce ese momento salvaje de un niño que brinca y salta hacia la muerte.
Es cierto que hay una detención. Pero no se sorprendan si viene la absolución. Cualquier ciudad que puede desaparecer un asesinato durante un año puede fabricar una absolución.
Sólo una lucha continua puede hacer una diferencia.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.
-© ’15maj 28 de noviembre de 2015 Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org Texto circulado por Fatirah [email protected] Traducción Amig@s de Mumia, México **********
Mumia Abu-Jamal ha pasado 34 años en prisión. Ante un nuevo ataque contra su vida, esta vez por la vía médica, les invitamos a doblar los esfuerzos para llevarlo a casa, participando en un acto por su vida, salud y libertad el sábado 5 de diciembre a las 2 de la tarde afuera de la embajada de Estados Unidos u organizando una acción en su ciudad.