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Y Juan Calparsoro cogió su fusil…

Fuentes: Rebelión

Se podía leer en los periódicos del País Vasco del 18 de junio de 2015: «Ugarteko», la persona que coordinó por radio el operativo policial y ordenó «entrar con todo» en el callejón en el que cayó herido de muerte de un pelotazo Iñigo Cabacas, declaró ayer como testigo en la instrucción por la muerte […]

Se podía leer en los periódicos del País Vasco del 18 de junio de 2015: «Ugarteko», la persona que coordinó por radio el operativo policial y ordenó «entrar con todo» en el callejón en el que cayó herido de muerte de un pelotazo Iñigo Cabacas, declaró ayer como testigo en la instrucción por la muerte del joven seguidor del Athletic. Su declaración, además de larga, resultó muy jugosa.

El hecho había ocurrido varios años atrás, el 5 de abril del 2012, y a los pocos días moría en el hospital de Basurto, víctima de un pelotazo de la ertzaintza Íñigo Cabacas. Pues bien, el 17 junio del 2016, por fin y a petición de la familia de Cabacas, declaraba ante la juez uno de los principales participantes en la fechoría, 3 años después y sin la presencia de fiscal alguno.

Digamos claramente, la fiscalía se ha tocado los huevos en este caso durante tres años y sólo la familia, la insistencia de su abogada Gorizelaia y el grupo de amigos apoyado por otros y alguna fuerza política con responsabilidad han tirado del carro. En román paladino, si fuera por la fiscalía del País Vasco, por el gobierno del PNV, el PSOE de Ares y la ertzaintza hace tiempo que el caso estaría archivado.

Tomas Olasagasti, un buen filósofo de Lezo (Gipuzkoa) y que escribió entre otras cosas «La introducción a Heidegger», ha llevado a cabo numerosas y buenas traducciones de famosos autores del pensamiento. En atenta conversación con los autores y personajes de sus libros traducidos ha publicado dos excelentes obras: «Estado de la cuestión de Dios» y «Otras noticias de Dios», en las que se muestra crítico con la Iglesia católica y su fe revelada: «Las religiones han querido que Dios sea locuaz, pero Dios los está desautorizando constantemente con su silencio. Una lección que a las religiones les cuesta mucho aprender, porque saben que tendrían que cambiar radicalmente, quizá extinguirse como tales».

Lección que ha debido aprender otro Olasagasti, éste Gregorio de Andoain, que estos días se halla bajo la lupa del fiscal mayor de Euskal Herria, Juan Calparsoro. Gregorio Olasagasti, un independiente en la plancha del PNVal ayuntamiento de su pueblo, votó en blanco en la elección de la alcaldesa de su pueblo. Y en lugar de llamarse Maider Lainez la nueva alcaldesa de Andoain se llama Ane Karrere, no fruto de un pacto PNV-PSOE, sino consecuencia de la lista más votada por los ciudadanos, que fue la de Bildu.

Y el fiscal Juan Calparsoro, aquel que se sigue tocando los huevos en el caso de Iñigo Cabacas y otros importantes como en la denuncia de torturas, los desahucios etc, lento y tardo cuando quiere pero con sensibilidad de sismógrafo cuando huele negocio, cogió su fusil y se fue de cacería. «Ha incoado de oficio unas diligencias de investigación penal para esclarecer lo sucedido en la constitución del Ayuntamiento de Andoain (Gipuzkoa), donde la ruptura del pacto PNV-PSE/EE, permitió la elección de una alcaldesa de EH Bildu».

El sagaz fiscal afirma en su escrito que es «difícilmente justificable legal y éticamente que la elección de alcalde se realice mediante voto secreto de los concejales, lo que sin duda favorece los casos de corrupción o engaño».

Y esto lo dice un fiscal mayor, que para su nombramiento nunca se pidió el voto a la ciudadanía, ni secreto ni público, y cuya virtud principal es la sumisión exigida a su jefe. Y por su condición de «servus y mandao» no entiende que con el voto, público o secreto, el concejal debe responder de su postura y su coherencia y no de la del vecino o de la del fiscal.

Por lo que sería bueno que la nueva alcaldesa de Andoain y el Ayuntamiento en pleno demandaran al sumiso fiscal, Juan Calparsoro, por atentar contra la autonomía e independencia de uno de sus concejales, en este caso de don Gregorio Olasagasti.


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