Cuando la humanidad recuerda, y particularmente, el pueblo japonés rememora las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, el mayor crimen de lesa humanidad que registra la historia, se suele culpar o exculpar, dependiendo de la visión ideológico-política que cada quien tenga, al gobierno de los Estados Unidos. Pero de igual manera se suele atribuir la responsabilidad […]
Cuando la humanidad recuerda, y particularmente, el pueblo japonés rememora las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, el mayor crimen de lesa humanidad que registra la historia, se suele culpar o exculpar, dependiendo de la visión ideológico-política que cada quien tenga, al gobierno de los Estados Unidos. Pero de igual manera se suele atribuir la responsabilidad al gobierno de los Estados Unidos cuando se recuerda a la anexión de Puerto Rico, de Hawái, o de Alaska, o los millones de muertos en Corea o Vietnam, fruto de las agresiones militares de los gringos, o de todo el territorio que le robaron a México, o si se trata del miserable bloqueo económico a Cuba, o de la invasión de una pequeñita isla del Caribe llamada Granada y del asesinato de su líder, incluyendo a su esposa, se culpa solamente al gobierno de Estados Unidos, ya se trate de demócratas o republicanos. Los malos son los mandatarios, pero ¿quién los mandató? ¿Dios? ¿O el pueblo norteamericano?
Cuando se recuerdan todas las atrocidades, dirigidas, asesoradas y financiadas por los EU, que cometieron los gobiernos títeres del imperio gringo en el Cono Sur, en Chile, en Argentina, en Brasil, en Perú, en Venezuela, en Colombia, etc. O bien en CA, como en Guatemala, Nicaragua, El Salvador etc. y, últimamente, en Honduras, se culpa a los gobiernos de los Estados Unidos. Y parece la cosa más normal del mundo hacerlo así. Los malos, pues, son los gobiernos. Pero permítanme decirles que Bush padre e hijo, no invadieron Irak, que ningún gobierno gringo estuvo en Afganistán, que Obama, no asesinó a Osama Bin Laden, ni se atrevería a poner un pie en Cuba o en Venezuela, mientras sus tropas no hubiesen ocupado estos países.
Cuando los líderes cubanos o venezolanos, por ejemplo, condenan y repudian a los gobiernos gringos, pero manifiestan, efusivamente, su admiración por el pueblo norteamericano, a mi me parece, y pido perdón a toda la izquierda mundial si me equivoco, pero reitero, que a mi me parece que no han comprendido la realidad.
Las tropas, los agentes de la CIA, del FBI, del BID, de la USAID y todas las diferentes agencias y bases militares del imperio, regadas por todo el mundo, no están integradas por extraterrestres. Ellos, como sus gobernantes, son el pueblo de los Estados Unidos y en consecuencia, son igual de responsables. Si en los Estados Unidos, existen y han existido, gobiernos que han atentado contra la humanidad es porque los gringos, ese que le llaman el pueblo norteamericano, no sólo lo ha tolerado, sino que ha participado de buena gana en todas sus fechorías y adicionalmente, fue el pueblo norteamericano el que los eligió.
Que exista una minoría insignificante que esté en desacuerdo con las políticas del imperio, no los hace ser el pueblo norteamericano, en todo caso son las excepciones, o que los veteranos de guerra, después de haber realizado todas sus matanzas se arrepientan, tampoco los convierte en el pueblo norteamericano, son solo minorías, tan minorías como los chicanos o los salvadoreños en Estados Unidos, sin mayor trascendencia, ni importancia para el imperio. Aunque para las minorías anti-sistema, yo tendría algún nivel de comprensión, de benevolencia, e incluso, de admiración porque ser anti sistema en una sociedad como la norteamericana ya es en sí mismo es una gran hazaña. Pero el pueblo norteamericano, ese, que identifican como anglosajón y protestante, no puede estar exento de responsabilidad. ¿Acaso no se ufanan de ser demócratas y que eligen a sus mandatarios libremente?
De tal manera, que si el pueblo norteamericano, desea que se le reconozca como lo que pretende ser, un pueblo amante de la libertad y de la democracia, ya es tiempo de que lo demuestre, mandando al carajo a los militares, a los políticos y a los burgueses. Y que dejen de creer, de una vez y para siempre, en todas las tonterías con que los han idiotizado, vía el cine la televisión, las escuelas, las universidades y las sectas religiosas, etc. Que su cultura ha sido generada en Hollywood, la industria de las ilusiones. Que dejen de creer en las patrañas del ¨destino manifiesto¨.
En cuanto a nosotros, los súbditos del imperio, deberíamos de ver y de tratar a cualquier gringo, como lo que son: imperialistas, asesinos, saqueadores. Seres sin ninguna moral, eso de que actúan con doble moral son tonterías: o sos moral o no lo sos. En consecuencia es necesario discriminarlos, rechazarlos, expulsarlos de nuestros países. Que sientan que no los queremos, ni les tememos, ni los respetamos. Las embajadas gringas en cualquier país del mundo deberían de ser vistas como lo que son: las sucursales del imperio, donde se complota, donde se les dan órdenes a los gobiernos títeres y a dónde van a cobrar sus lacayos y a recibir su beneplácito los políticos pro yanquis.
Y sí ellos construyen su nuevo telón de acero, pues muy bien, que se queden encerrados en su país, el mundo no los añorará, porque el mundo no tiene nada que agradecerles, pero si mucho que recriminarles.
El pueblo norteamericano, la clases trabajadora norteamericana que comienza despertar, será recibida con los brazos abiertos en el mundo entero cuando hagan, lo que deberían de haber hecho hace muchos años, su revolución y construyan una sociedad solidaria, para con ellos y para con el mundo. Por ahora, son imperialistas, esclavos del capital y de la burguesía gringa, pero eso es su responsabilidad y no nuestra. En sus manos está cambiar su mundo y contribuir a cambiar el nuestro.
De modo que ahora que se han enterado que el 1% de su población los tiene jodidos, ¿qué más razones quieren para actuar de manera consecuente?
Aquiles Montoya es economista marxista y profesor de la escuela de economía de la UCA de El Salvador.
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