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Yemen, decidido a la autodeterminación

Fuentes: Al-Ajbar

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

El escenario político de Yemen se polariza cada vez más en medio de intensas disputas que afectan a todo, desde la Conferencia sobre el Diálogo Nacional cuya convocatoria está prevista para el mes que viene, a las crecientes tensiones entre el partido islamista Islah y el antiguo movimiento rebelde Huzi asentado en el noroeste.

Numerosas cuestiones relacionadas con el Diálogo Nacional se han mantenido en punto muerto durante semanas, en particular la representación de Hirak Sur, la coalición de partidos y grupos de oposición del sur del país, anteriormente independiente. A nadie ha engañado el intento de sortear este asunto mediante la designación para el Comité Técnico encargado de la preparación de la conferencia de representantes del sur que no tienen conexión alguna con Hirak. A los nuevos miembros se les juzga títeres del Islah, al que los sureños consideran socio principal de la guerra de 1994 por la que se volvió a imponer la unidad mediante la fuerza de las armas.

Hay informaciones que han comenzado a filtrar informes de los profundos desacuerdos entre ciertos miembros del comité y sobre la grave animadversión entre algunos de ellos hasta el punto de estar paralizando su labor.

Además, uno de sus miembros clave, Yasin Said Numan -secretario general del Partido Socialista Yemení (PSY), que anteriormente gobernaba el sur- sigue fuera del país tras ser víctima de un intento de asesinato el mes pasado, algo que entonces se trató de minimizar y de negar que hubiera ocurrido.

Este estado de cosas ha llevado a muchos observadores a concluir que existe un intento deliberado de sabotear el diálogo nacional antes de que se ponga en marcha.

Los yemeníes temen asimismo la posibilidad de que estalle una conflagración mayor entre Islah y los Huzis -simpatizantes del movimiento chií Zaidi Ansar Allah, dirigido por Abdul-Malik al-Huzi y que se enfrentó en una serie de guerras con el régimen del ex presidente Ali Abdulá Saleh, respaldado por las fuerzas saudíes, en la provincia noroccidental de Saada- y sus respectivos aliados.

Los recurrentes enfrentamientos armados entre ambas partes, que normalmente se circunscriben a Saada y a sus distritos vecinos, han comenzado a surgir en la capital, Saná, y en otras partes del país. Esta rivalidad es especialmente peligrosa porque, a diferencia de muchas otras que plagan Yemen, tiene una dimensión sectaria y política aunque los representantes de ambos sectores se cuiden de evitar el lenguaje sectario en sus declaraciones públicas.

En declaraciones a Al-Ajbar, Muhammad Qahtan, miembro del consejo supremo de Islah, sostuvo que no había conflicto entre el partido y los Huzis como tales, y que los enfrentamientos en el norte habían sido entre ellos y los miembros de tribus locales, si bien no negó que algunos de ellos estaban afiliados a Islah.

Denunció que los Huzis están «buscando un enemigo sectario» con el fin de hacer que sus críticos parezcan sectarios. «Nosotros, como partido no somos sectarios», declaró. «Tenemos miembros de todas las confesiones en el partido. Son los Huzis los que los son [sectarios]».

Hizo hincapié en que los Huzis deben formar un partido político y dejar de ser un grupo paramilitar, lo que, dijo, resulta inaceptable para los yemeníes, especialmente después de la revolución. «Damos la bienvenida y animamos a los Huzis a que retornen al diálogo. Pueden conseguir mucho más de la acción política que de la acción armada», afirmó.

«En Yemen no puede repetirse la experiencia de Hizbolá», continuó Qahtani. «Yemen tiene sus propias circunstancias y los Huzis deben aceptarlas y tratarlas de manera realista. No tenemos una ocupación israelí que justifique disponer de tal fuerza militar Huzi». Qahtani agregó que Islah se opone a la existencia de grupos armados en el país. Si bien reconoce que «todos los yemeníes están armados», explicó que «ningún otro grupo yemení posee armamento pesado como los Huzis».

En respuesta, Yusef al-Feeshi, miembro del buró político Huzi, condenó igualmente a Islah acusándolo de actuar como una milicia y de seguir cada vez más los mandatos de Estados Unidos. También acusó al partido de estar detrás del intento de asesinato de Numan en connivencia con la Primera División Acorazada del ejército comandada por el general Ali Muhsin al-Ahmar.

Feeshi insistió en que las armas de los huzis «no se dirigen contra Islah ni contra ningún otro partido yemení», y que aquel sólo es hostil al «enemigo real, es decir, a Israel y a Estados Unidos, que ocupan los países árabes e interfieren en los asuntos de Yemen».

Entre otras cosas, criticó a Islah por lo que calificó de contención de las manifestaciones que pretendían protestar contra los insultos al profeta Mahoma. «El partido ha cambiado políticamente desde que llegó al poder en la ola de la revolución de la que formamos parte», comentaba en una entrevista.

Feeshi señalaba que los partidarios de Islah habían atacado también a simpatizantes de los Huzi en Sanaa el mes pasado por escribir consignas anti-estadounidenses y anti-israelíes en muros de la capital, causando una muerte. Dijo que tales consignas «no van dirigidas contra Islah sino que forman parte de la libertad de expresión. Yo estoy en mi propio país. ¿Lanzar un lema es una provocación contra mi país? ¿O es que no resulta más provocadora para los yemeníes la presencia de fuerzas extranjeras en nuestro país?

También defendió que bajo las actuales circunstancias los Huzis retengan sus armas. «No tratamos de repetir la experiencia de Hizbolá, aunque estamos orgullosos de ella. Queremos defender nuestra dignidad. Puede que Israel no esté aquí, pero Estados Unidos sí», dijo. «No somos una fuerza militar a pesar de estar armados al igual que todos los yemeníes», explicó, añadiendo que «incluso el más pequeño jeque tribal dispone de artillería en Yemen».

Sin embargo, indicó que el grupo estaría dispuesto a reconsiderar su posición en el futuro. «Una vez que tengamos un gobierno de unidad nacional o un gobierno elegido por todos los sectores de la población, y un ejército nacional unido, entonces podremos discutir la cuestión de las armas», señaló. Pero tal y como están las cosas, la retirada de los grupos paramilitares de la capital que reclama la Iniciativa del Golfo -el acuerdo bajo el cual Saleh renunció y se formó el actual gobierno interino de coalición- no ha tenido lugar, y el ejército se ha dividido en una «colección de milicias en la que cada comandante actúa como cabecilla de una banda», sostuvo.

Feeshi dijo que [los miembros de] Islah son también «bandidos que disponen de formaciones armadas… y que incluyen a extremistas y a reaccionarios seducidos inesperadamente por haber entrado en el poder» y por obtener una voz desproporcionada en el gobierno.

Además denunció que Islah no tiene intención de utilizar el Diálogo Nacional para buscar maneras de salir de la crisis del país. Únicamente está interesado en permanecer en el gobierno hasta 2014, cuando finalice el período de transición y se celebren nuevas elecciones presidenciales, de manera que pueda reforzar su control de las instituciones estatales, como la comisión electoral, y pueda situarse en una posición para amañar una victoria electoral.

Feeshi añadió que la única esperanza de Yemen reside en la celebración de un «diálogo sincero, serio y estratégico en el cual nadie esté excluido», en la garantía de que el Estado «represente a todos los sectores, desde Hirak a los Huzis, y en la unificación del ejército».

Sin embargo, no se mostró optimista sobre las perspectivas de la conferencia al señalar que Islah y sus aliados controlan 13 de los puestos del Comité Preparatorio, otros 11 están en manos del partido ex gobernante, el Congreso General del Pueblo (CGP), mientras que los Huzis cuentan con dos, y otras fuerzas están siendo marginadas o excluidas. Señaló que su grupo había aceptado este estado de cosas con el fin de facilitar el avance», pero si [la coalición] Hirak Sur no está representada en el diálogo, ¿cómo esperan alcanzar resultado alguno?»

Feeshi advirtió de que a menos que las cosas cambien, el Diálogo Nacional será un fracaso y el país se enfrentará a un posible desastre. Añadió que la amenaza más grave que enfrenta el país es la presencia de extranjeros en Yemen, y describió a las fuerzas estadounidenses allí desplegadas como ocupantes, mientras subrayaba que «todos debemos levantarnos y decir que no necesitamos extranjeros para gobernar nuestro país».

 

Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/yemen-determined-self-determine