Cuando Calígula nombró cónsul de Bitinia a Incitatus, su caballo, insinuaba que aquel imperio podía seguir su curso al margen del hacer de sus serviles senadores. En 2008, el senador Barak Obama estaba en favor de procesar a los funcionarios de la CIA que habían cometido actos atroces de tortura, afirmando que «Nadie está por […]
Cuando Calígula nombró cónsul de Bitinia a Incitatus, su caballo, insinuaba que aquel imperio podía seguir su curso al margen del hacer de sus serviles senadores.
En 2008, el senador Barak Obama estaba en favor de procesar a los funcionarios de la CIA que habían cometido actos atroces de tortura, afirmando que «Nadie está por encima de la ley», y que el Guantánamo debería cerrarse. Meses después, y gracias a su lema:»change», Obama sustituyó a un Bush convertido en chivo expiatorio del sistema, y en breve ratificaría el concepto de «gatopardismo» del novelista Tomasi di Lampedusa: el de «cambiar todo para que nada cambie».
Y ahora un presidente derrotado -tanto por perder las elecciones del Senado, como por su incapacidad para cumplir sus promesas-, intenta rehabilitar su prestigio, hablando de torturas como hechos pasados.
El informe del Senado sobre las torturas de la CIA cometidas entre 2002 y 2009 contra un centenar de ciudadanos extranjeros secuestrados, ha tardado 5 años en aparecer porque la agencia y el propio Presidente hicieron todo lo posible para frenarlo: desde obstruir el acceso del Comité del Senado a los documentos, hasta instar al Departamento de Justicia para que procesara penalmente a los investigadores, pasando por hackear sus ordenadores, hasta destruir los videos de las torturas. Luego, el mismo «sistema» (ambos partidos) decidió que el informe – redactado originalmente en unas 6000 folios y que tras la censura se quedó en unos 500- saliera a la luz después de los comicios del pasado 4 de noviembre.
Lo que ha venido haciendo el presidente Obama contra la tortura -esta «invasión a lo más profundo del ser, en un sitio al cual no puede llegar nadie en ayuda, a aquel sitio donde «las fronteras de mi cuerpo» se confunden con «las fronteras de mi yo», en palabras de Jean Améry, escritor prisionero de los nazis-, es revelador:
1. En 2008, archivó los expedientes abiertos por los crímenes de la CIA, e impidió la formación de una comisión bipartidista de la verdad que iba a investigar ya no a «cuatro manzanas podridas», sino a toda la agencia y a muchos de los altos cargos del Gobierno de Bush.
2. En su intento de encubrir a la CIA, nominó a John Brennan como su director: era el ex jefe del Centro de Amenazas Terroristas de la CIA en la era de Bush, y responsable de la base de la Inteligencia en Arabia Saudita (se desconoce si su posición tuvo que ver con no implicar a Arabia Saudí en el 11S, cuando decían que 9 de los terroristas eran de este país). Y ahora, a pesar de los horrores que revelan esos papeles y en una lectura poco honesta de los mismos, Obama le vuelve a apoyar y, minimizando actos de envilecimiento tan grave como obligar a los retenidos a defecar en público, ultrajando su más profundo sentido humano. Él no siente empatía con las víctimas, pero sí con los verdugos: dijo que les comprendía, pobrecillos «estaban bajo una gran presión por las circunstancias (¡en 2005 seguían torturando a los detenidos del 2002, como si su «información» tuviera algún valor!). Y Brennan, en vez de presentar su dimisión y buscarse un buen abogado, agradeció a todos sus «patriotas» subordinados; refiriéndose a los torturadores, quienes según la Fundación Open Society, llevaban a aquellos martirizados a los «agujeros negros» de 54 países, para seguir torturarles en sus mazmorras. Bueno, los muchachos de Buko Haram hacen lo mismo, pero en su propio territorio, y no dan lecciones de moral a nadie. Que uno de cada cuatro estados haya colaborado en estos crímenes muestra la magnitud y dimensión de esos «algunos errores» que dice Obama.
Que uno de cada cuatro estados haya colaborado en estos crímenes muestra la magnitud de esos «algunos errores» que dice Obama.
3. Firmó una «orden ejecutiva» que prohíbe la tortura, pero con dos matices: primero, que sólo menciona a la CIA, que no al resto de las agencias de inteligencia, excluyendo especial y conscientemente al Comando Conjunto de Operaciones Especiales, que posee sus propios centros de detención secretos por el mundo, y segundo, que esta «orden» al no pasar por las cámaras, podría ser anulada por el próximo presidente.
4. El presidente se niega a eliminar el «Apéndice M» del Manual del Campo del Ejército sobre los interrogatorios, que autoriza a los militares usar la tortura física y psicológica a los prisioneros.
5. Ha hecho todo lo posible para impedir la difusión de noticias e imágenes sobre la tortura que cometen sus funcionarios por el mundo, y ha presionado a sus aliados cómplices (desde británicos hasta tailandeses), para mantener ocultos estos crímenes.
6. Y falta a la verdad cuando dice que «Esta no es la forma en que operamos». Él mismo es el único jefe de Estado del mundo con una «lista de la muerte» (kill list), para asesinar a personas consideradas «terroristas». Brennan es el autor de «Disposition Matrix» el programa informático destinado a organizar esta lista.
7. Al decir que «torturamos algunas personas», además de burlarse de cientos de seres humanos aplastados por sus hombres, es consciente de que las torturas de la CIA no han aparecido con las fechorías de Al Qaeda, y que EEUU viene practicándolas desde el inicio de la Guerra Fría y de forma sistemática
8. El jefe del ejecutivo está utilizando la doctrina del «Privilegio del secreto de Estado» («state secrets privilege» ) para evitar que las víctimas de tortura usen pruebas en sus demandas contra los funcionarios del Gobierno.
9. Aunque el reconocimiento formal del uso de la tortura le obliga a Obama a perseguir a sus responsables, ha sugerido que no lo va a procesarlos. Volverá a mirar para otro lado y se pondrá a «organizar el olvido» de la sociedad, como sucedido en 1976 con el Comité Church, que determinó que los gobiernos de EEUU -desde Roosvelt hasta Nixon-, habían prevaricado llegando incluso a mandar asesinar a líderes extranjeros, y hoy está olvidado.
10. No cerró el Guantánamo, donde los retenidos «inocentes» aún deben esperar años para ser puestos en libertad.
Mientras, los avisos de sospechosos atentados, al igual que las verdaderas torturas seguirán justificando un ingente presupuesto y el negocio de la represión -como el pago de 81 millones de dólares a dos sádicos psicólogos que diseñaron estas torturas-, a pesar de que según el Senado, no sirvieron para nada.
El «arte» de tortura de la CIA consiste en poner a los prisioneros capuchas, someterles a fuertes ruidos, el uso de la hipotermia, el «submarino», el choque eléctrico, golpear los genitales, mantenerles arrodillados durante horas y denigrar a sus seres queridos.
En esta tragedia, la complicidad de los medios de comunicación de masas, es asombrosa: son capaces de producir empatía con, por ejemplo, los secuestrados de la cafetería de Sídney-Australia (¡por un chiita fanático que -según el guion que han difundido-, pedía la bandera de los extremistas sunitas del Estado Islámico que exterminan a los chiitas!), mientras ocultan el rostro humano y el dolor de los inocentes cautivos en las cárceles ilegales de la CIA, y el infierno de incertidumbre en el que viven también sus hijos, padres y parejas
El informe revela también las mentiras sobre el 11S, como que, Abu Zubaydah secuestrado en 2002 y considerado el «lugarteniente» del terrorista saudí y «un organizador del 11s», por Michael Sheehan, ex director del contraterrorismo del Departamento de Estado, ni siquiera era de Al Qaeda. El Comité del senado, resalta además la inutilidad de la tortura para revelar nuevas amenazas, al contrario de lo reflejado en la película basura «La noche más oscura», una abominable apología de tortura sobre el supuesto asesinato del supuesto Bin Laden.
Mejorando las «Verschärfte Vernehmung» Nazi
La CIA no solo ha copiado el término de «técnicas de interrogatorio mejoradas» de los nazis («Verschärfte Vernehmung», para referirse a la escalofriante palabra «tortura», sino también se ha hecho con ellas: basadas en el triángulo de «posiciones de estrés, privación sensorial, y humillación sexual», se trata de torturas que no dejan marca visible en el cuerpo, provocando en cambio un intenso sufrimiento y trastornos y traumas psicológicos. Métodos que han estado presentes en la historia humana desde que unos seres dominaron y explotaron a otros, e incluso aparecen en los castigos divinos de las religiones monoteístas contra los disidentes.
El «arte» de tortura de «no tocar» de la CIA consiste en: mantener al preso en un estado permanente de terror, privación del sueño hasta 180 horas y de pie, colocarle en posiciones de estrés (la garrucha), la negación del contacto humano durante largo plazo, ponerle capuchas y someterle a fuertes ruidos, el uso de la hipotermia, el «submarino», el choque eléctrico, golpear los genitales, mantenerle arrodillado durante horas, denigrar a sus seres queridos, mantenerle desnudo en público, e incluso el rapado de su pelo es para despojarle de la dignidad humana y demolerle como persona, y todo para que unos verdugos sádicos se sienten superiores.
Jesse Leaf, el ex agente de la CIA en Irán, recuerda que en la década de los1960 enseñaban técnicas nazis a los agentes del SAVAK iraní, además de instruirles en otros métodos: sentar los hombres y mujeres presos políticos en las parrillas calientes, simulacros de ejecución y de ahogamientos, introducir fragmentos de vidrio y verter agua hirviendo en los genitales, sumergirles en un estanque de heces, arrancarles las uñas y los dientes, e introducirles en posición fetal y durante largos periodos en un pequeño ataúd. La CIA-SAVAK llegaron a grabar escenas de tortura reales para distribuir el video entre países como Taiwán, Indonesia y Filipinas.
En el Kubark, el manual de tortura desclasificado en 1996, la CIA y el Pentágono seguían mostrando, sin control alguno, el «estado profundo» de EEUU.
La tortura, parte de la Política Exterior de EEUU
La tortura sistemática – que representa una negación de la democracia- forma parte de la doctrina de la política exterior de EEUU, basada en la violencia contra estados soberanos, la conquista militar de otros territorios y el expolio de recursos ajenos. Y exhibir el terror es una estrategia de intimidación, como cuando hizo estallar la bomba nuclear.
La información útil que puede aportar un activista es la que tiene en las primeras horas de detención. Que se le someta durante meses y años a la tortura, solo tiene el objetivo de difundir el pavor entre los que están allí fuera. Incluso exhibir el Guantánamo ha tendido la función de «Pedagogía del terror»; de lo contrario hubieran ocultado a los reos en la flota de barcos-prisiones que tiene EEUU en los mares.
Es el país que llevó adelante el Programa Phoenix contra el pueblo vietnamita, la Operación Cóndor en Latinoamérica, o la reciente Operación Puño de Hierro en Irak.
Lo único positivo de este informe es que absuelve a los acusados de «la teoría de la conspiración» de haber denunciado las falsedades vertidas en torno al 11S, de señalar el terrorismo de Estado y de desmontar la versión oficial de los atentados.
En el país donde la policía (la fuerza de represión del Estado) puede matar a los ciudadanos negros (otros que son «Untermensch», «subhumanos» en termino nazi) con total impunidad. No hay que esperar ver a algún «blanco» estadounidense o británico y a sus aliados en el Tribunal Internacional, por haber asesinado a cerca de dos millones de iraquíes y afganos.
Cierto que hay muchos gobiernos que torturan a sus opositores con esos mismos métodos barbaros, pero ninguno tiene un brazo tan largo y una impunidad tal como la que goza el aun el principal imperio planetario.
Mucho mérito deben sentir los jefes de esta falsa democracia basada en el poder de suministradores de «alimentación rectal» a seres humanos cautivos, abatidos y derrotados.
Fuente: http://www.publico.es/opinion/articulos/10-actos-obama-normalizar-torturas.html