Alrededor de 100.000 niños y niñas en la región etíope de Tigray (norte), escenario de un conflicto desde noviembre de 2020 a causa de la ofensiva contra el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), podrían hacer frente a un riesgo de muerte a causa de la desnutrición durante el próximo año, según ha alertado este viernes el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La portavoz del organismo, Marixie Mercado, ha señalado en rueda de prensa que las estimaciones de UNICEF apuntan a que más de 100.000 niños podrían sufrir desnutrición aguda durante los próximos doce meses, cifras que multiplican por diez la media anual de casos en el país.
Estos datos indican además que el 47 por ciento de las mujeres embarazadas y lactantes están desnutridas, lo que podría aumentar las complicaciones durante la gestación y los riesgos de muerte de la madre durante el parto, así como el nacimiento de bebés con infrapeso.
«A medida que UNICEF llega a zonas de Tigray inaccesibles en los últimos meses debido a la inseguridad, se hacen realidad nuestros peores miedos acerca de la salud y bienestar de los niños en esta región del norte de Etiopía afectada por un conflicto», ha dicho Mercado.
La crisis tiene lugar en medio de los daños sufridos por los sistemas sanitarios, de agua y saneamiento y alimentarios a causa del conflicto entre el Ejército y el TPLF, lo que incrementa además el riesgo de brotes de enfermedades, «especialmente en los asentamientos de las familias desplazadas, que están masificados y en condiciones insalubres».
Por ello, Mercado ha hablado de «una confluencia de circunstancias que ponen las vidas de los niños en grave riesgo». «En muchos lugares no había suministros de los alimentos terapéuticos necesarios para tartas la desnutrición aguda grave. No había antibióticos. Las instalaciones sanitarias no tenían electricidad. Además, los niños llevan meses sin recibir vacunas», ha destacado.
UNICEF ha hecho además referencia a la expansión de los combates a las adyacentes regiones de Afar y Amhara, donde cerca de 1,5 millones de personas «ya se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria», lo que «agrava aún más las condiciones en todo el norte de Etiopía».
«Decenas de miles de personas se han visto desplazadas. Los almacenes de alimentos han sufrido saqueos. Sin una ayuda humanitaria suficiente, aumentarán los ya alarmantes niveles de desnutrición infantil, lo cual llevará a un aumento del riesgo de mortalidad entre la población vulnerable», ha advertido.
«Necesitamos un acceso incondicional en Tigray y en toda la región para proporcionar apoyo a los niños y mujeres que tan urgentemente lo necesitan», ha señalado Mercado, quien ha hecho hincapié en que «revertir la catástrofe en la nutrición, salud, agua y seguridad alimentaria requiere un aumento masivo de la ayuda humanitaria».
ENTREGA DE AYUDA «SIN IMPEDIMENTOS»
En esta línea, ha argüido que para ello «debe permitirse que la comunidad humanitaria realice su trabajo sin impedimentos, lo cual incluye que puedan tener acceso a combustible, efectivo y telecomunicaciones, que puedan llevar los suministros que se necesitan y que puedan realizar las transacciones financieras normales».
«No cumplir estas condiciones será un fracaso que podría llevar la ayuda humanitaria a un estancamiento», ha subrayado, al tiempo que ha reclamado a las partes en conflicto «que respeten su obligación fundamental de proteger a los niños de todo daño».
«La dramática crisis nutricional y de seguridad alimentaria en Tigray y las regiones vecinas está causada por el conflicto armado, y solo podrá ser resuelta por las partes en conflicto», ha remachado Mercado, según un comunicado publicado por UNICEF.
El subsecretario general de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, inició el jueves una visita oficial de seis días en Etiopía y destacó tras ello que «la comunidad humanitaria está comprometida a trabajar con el Gobierno y el pueblo de Etiopía para responder a esta crisis».
«Esta visita es una oportunidad para discutir con altos cargos del Gobierno etíope y los socios cómo la ONU y sus socios humanitarios pueden ayudar mejor al pueblo de Etiopía», señaló. «Espero discusiones constructivas y aumentar la respuesta humanitaria en el país», remachó.
Griffiths planea reunirse con altos cargos del Gobierno central etíope y realizar una visita a Tigray, donde cerca de 5,2 millones de personas, cerca del 90 por ciento de la población de la región, necesitan ayuda humanitaria. Asimismo, acudirá a Amhara.
OPORTUNIDAD PERDIDA
En este contexto, el vice primer ministro y ministro de Exteriores de Etiopía, Demeke Mekonen, ha acusado al TPLF de «perder la oportunidad de la paz» al rechazar el alto el fuego unilateral decretado a finales de junio por el Gobierno.
Demeke ha acusado al grupo de «bloquear los corredores humanitarios» y «lanzar nuevos ataques contra las regiones de Afar y Amhara», que han emitido en respuesta llamamientos a su población para armarse y hacer frente al TPLF, según ha informado la cadena de televisión etíope Fana.
Así, ha criticado el «fracaso» de la comunidad internacional a la hora de reconocer el alto el fuego decretado por el Gobierno en Tigray y ha reclamado que se «fuerce» al TPLF a «respetar el alto el fuego humanitario» y se «condenen las acciones destructivas del grupo».
La ofensiva del Ejército etíope contra el TPLF arrancó el 4 de noviembre por orden del primer ministro, Abiy Ahmed, en respuesta a un ataque del TPLF contra una base del Ejército en la capital regional, Mekelle, que se saldó con la muerte de un importante número de militares etíopes.
Tras ello, las fuerzas etíopes, que contaron con el apoyo de tropas eritreas y las fuerzas especiales de Amhara, lograron tomar Mekelle e imponer una autoridad interna, si bien finalmente han terminado cediendo terreno, lo que llevó a Abiy a anunciar el alto el fuego aduciendo razones humanitarias.