Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El Estado oculto y el 11-S
Lo impensable – que elementos dentro del Estado conspiren con criminales para matar a civiles inocentes – ha llegado a ser no sólo imaginable sino un lugar común en el último siglo. Un ejemplo fundamental fue en Argelia francesa, donde elementos disidentes de las fuerzas armadas, en resistencia contra los planes del general de Gaulle para la independencia argelina, se confabularon en la Organización del Ejército Secreto y atentaron indiscriminadamente contra civiles, con objetivos como hospitales y escuelas. [1] Críticos como Alexander Litvinenko, quien fue posteriormente asesinado en Londres en noviembre de 2006, señalaron que los atentados de 1999 contra edificios de apartamentos alrededor de Moscú, atribuidos a separatistas chechenios, fueron en realidad obra del servicio secreto ruso (FSB). [2]
Ataques similares en Turquía han llevado a la noción de un «Estado oculto» extra-legal – una combinación de fuerzas que iba desde antiguos miembros de la organización Gladio organizada por la CIA a «una vasta matriz de funcionarios de seguridad y de los servicios de inteligencia, miembros ultranacionalistas del bajo mundo turco y ex miembros renegados del [separatista kurdo] PKK.» [3] El Estado oculto, financiado en parte por el sustancial tráfico de heroína de Turquía, ha sido acusado de matar a miles de civiles, en incidentes como el mortífero ataque con bomba en noviembre de 2005 contra una librería en Semdinli. Resultó que ese ataque, inicialmente atribuido a los separatistas kurdos del PKK, había sido cometido por miembros del servicio de inteligencia paramilitar de Turquía, junto con un antiguo miembro del PKK convertido en informante. [4] El 23 de abril de 2008, el ex ministro del interior Mehmet Agar tuvo que ser procesado por su papel en esa guerra sucia durante los años noventa. [5]
En mi libro «The Road to 9/11,» argumenté que ha existido, por lo menos desde la Segunda Guerra Mundial, si no antes, un Estado oculto estadounidense análogo, que también combinó a funcionarios de la inteligencia con elementos del hampa narcotraficante. [6] También apunté a recientes décadas de colaboración entre el Estado oculto de EE.UU. y al-Qaeda, un bajo mundo terrorista cuyas actividades de narcotráfico fueron minimizadas en el Informe de la Comisión del 11-S y en los medios dominantes de EE.UU. [7]
Aún queda por explicar el hecho anómalo ocultado de que el entrenador superior de al-Qaeda en los secuestros de aviones, Ali Mohamed, fue al mismo tiempo un agente doble que informaba al FBI, y casi ciertamente mantenía todavía una conexión con la CIA que lo había utilizado como agente y ayudó a llevarlo a ese país como agente en los años ochenta. No se cuestiona que Ali Mohamed haya organizado el atentado contra la embajada en Kenia; y que lo hizo después de que la RCMP [siglas en inglés de Real Policía Montada del Canadá], que lo había detenido en Vancouver en presencia de otro terrorista conocido, había liberado a Mohamed siguiendo instrucciones del FBI. [9]
Partiendo de estos antecedentes históricos de colaboración, ofrecería una hipótesis para ulterior investigación: que el Estado oculto estadounidense está de alguna manera implicado con al-Qaeda en la atrocidad del 11-S; y que esto ayuda a explicar la conspicua participación de la CIA y de otras agencias de EE.UU. en el encubrimiento subsiguiente.
Sibel Edmonds, la turco-estadounidense que fue anteriormente traductora del FBI, ha vinculado públicamente tanto a responsables de al-Qaeda como estadounidenses con el tráfico turco de heroína que subyace al Estado oculto turco. Aunque una orden judicial extraordinaria [10] le ha impedido hablar directamente, sus afirmaciones fueron resumidas por Daniel Ellsberg:
«Al-Qaeda, ha estado diciendo al Congreso, según estas entrevistas, es financiado en un 95% por dinero de la droga – narcotráfico ante el cual el gobierno de EE.UU. hace la vista gorda, lo ha estado ignorando, porque involucra fuertemente a aliados y recursos nuestros – tales como Turquía, Kirguizistán, Tayikistán, Pakistán, Afganistán – todos los ‘estanes – en un narcotráfico en el que el opio origina en Afganistán, es procesado en Turquía, y es entregado a Europa donde suministra un 96% de la heroína de Europa, por albanos, sea en Albania o en Kosovo – albanos musulmanes en Kosovo – básicamente por el ELK, el Ejército de Liberación de Kosovo, que respaldamos fuertemente en ese episodio a fines del siglo… Sibel dice que maletas llenas de dinero fueron entregadas al presidente de la Cámara, Dennis Hastert, en su casa, provenientes de fuentes turcas, sabiendo que gran parte era dinero de la droga.» [11]
En 2005, las acusaciones de Sibel Edmonds fueron parcialmente reproducidas en Vanity Fair. Se reveló que ella había tenido acceso a escuchas del FBI de conversaciones entre miembros del Consejo Estadounidense-Turco (ATC), sobre el soborno de funcionarios elegidos de EE.UU. y sobre «lo que sonaba como referencias a embarques de droga en gran escala y otros crímenes.» [12]
El 11-S: No fue un Golpe de Estado, sino uno de una serie de eventos ocultos estadounidenses
En 2003, el periodista italiano Maurizio Blondet publicó un libro intitulado «11 settembre: colpo di stato» (11 de septiembre: Golpe de Estado) [Milán, Effedieffe, 2002]). [13] Con el pasar de los años el punto de vista de que el 11-S haya sido un «golpe de estado» ha sido apoyado por una serie de observadores, incluyendo a Gore Vidal. [14] En mayo de 2008, una búsqueda en Google de «golpe de estado+11-S» produjo 297.000 resultados [en inglés]. Uno de los aciertos más recientes, de Ed Encho, ha sugerido que el núcleo del golpe puede haber sido la introducción el 11-S, sin debate o siquiera aviso, de las así llamadas órdenes de «Continuidad del Gobierno» (COG) – órdenes secretas aún desconocidas pero con implicaciones constitucionales. [15] Incuestionablemente, como señala el Informe de la Comisión 11-S, las COG, fruto de dos décadas de colaboración secreta entre Cheney y Rumsfeld, fueron implementadas el 11-S. [16] Como veremos, no es claro precisamente lo que esto implicaba, sea entonces o en la actualidad. Pero hay periodistas que han afirmado que versiones anteriores de los planes para COG involucraban la suspensión de la constitución. [17]
Sin embargo, calificar el 11-S de golpe de Estado exagera la diferencia entre la actual condición debilitada del Estado público, y el estado de cosas anterior que se ha estado conformando durante años, por cierto durante décadas, hacia precisamente un tal desenlace. Durante medio siglo la constitución y las leyes del Estado abierto o público han sido primero evadidas, luego erosionadas, posteriormente cuestionadas y subvertidas cada vez más, por las fuerzas del Estado oculto. Quisiera sugerir que esa erosión ha sido lograda en parte a través de una serie de importantes eventos ocultos en la historia estadounidense de posguerra – eventos, aspectos de los cuales (está claro desde el principio) son ignorados u ocultados por los medios dominantes.
La historia reciente ha visto una serie de eventos semejantes, como ser el asesinato de John F. Kennedy, que son tan inexplicables según las nociones públicas de la política estadounidense que la mayoría de los estadounidenses tiende a no pensar siquiera en ellos. En su lugar, la mayoría acepta las superficiales explicaciones oficiales para ellos, incluso si sospecha que no corresponden a la verdad. O si otros dicen que creen que «Oswald actuó solo,» pueden hacerlo en el mismo estado de ánimo reconfortante, pero irracional, que cree que Dios recompensará a los justos y castigará a los malos.
Por lo tanto, debemos ver por una parte que EE.UU. ha llegado a una condición en la que los derechos cívicos tradicionales son restringidos flagrantemente como nunca antes, como cuando el ex Fiscal General Gonzalez dijo a un comité conmocionado del Congreso que «No existe una concesión garantizada de habeas corpus en la Constitución.» [18] Al mismo tiempo, debemos ver que el 11-S no carece de precedentes, como evento inexplicado u oculto que nos aparta de la normalidad constitucional y hacia un estado de guerra permanente innecesario. Es uno de una serie de tales eventos inexplicados, todos los cuales han tenido resultados similares, que se remontan al segundo incidente del Golfo de Tonkin, al asesinato de Kennedy, incluso al mal recordado comienzo de la Guerra de Corea.
La «sorpresa» simulada del gobierno Bush ante el ataque del 11-S es por cierto análoga a la «sorpresa» simulada del gobierno de Truman ante el estallido de la guerra en Corea el 25 de junio de 1950. El historiador Bruce Cumings, en un volumen de 957 páginas, ha recordado la curiosa conducta en las semanas anteriores de altos niveles en Washington:
«La CIA predice, el 14 de junio, la posibilidad de una invasión [de Corea del Sur] en cualquier momento. Nadie lo cuestiona. Cinco días después, predice una invasión inminente… Ahora, Corson… dice que el informe del 14 de junio fue filtrado a «círculos informados,» y que por lo tanto «se temía que críticos del gobierno en el Congreso plantearan el tema. En consecuencia, se adoptó una especie de decisión de la Casa Blanca de informar al Congreso que todo iba bien en Corea.»… ¿No se habría esperado que al Congreso se le dijera que no todo iba bien en Corea? Es decir, a menos que el objetivo haya sido un Congreso sorprendido e indignado. [19]
En su análisis exhaustivo de los orígenes de la guerra, Cumings ve a este engaño estadounidense por parte de responsables de alto nivel como reacción ante eventos manipulados, que por su parte fueron una reacción ante la amenaza de una inminente expulsión del KMT nacionalista chino de Taiwán, junto con una reunificación pacífica de Corea. Los detalles son complejos, pero de relevancia para el 11-S, no sólo por la participación del KMT financiado por el opio:
«A fines de junio [el Secretario de Estado de EE.UU., Dean] Acheson y Truman fueron los únicos altos responsables que todavía rechazaban una defensa de la ROC [siglas en inglés de «República de China,» el residuo nacionalista chino del KMT en Taiwán]… Sir John Pratt, un inglés con cuatro décadas de experiencia en el servicio consular en China y en la Oficina de Lejano Oriente, escribió lo siguiente en 1951: «El gobierno de Peking planificaba liberar Formosa el 15 de julio y, a mediados de junio, llegaron noticias al Departamento de Estado de que el gobierno de Syngman Rhee en Corea del Sur se estaba desintegrando. Políticos a ambos lados del paralelo 38 preparaban un plan para derrocar a Syngman Rhee y establecer un gobierno unificado en toda Corea.»… Por lo tanto la única salida, para Chiang [Kai-shek, el jefe del KMT], era que Rhee atacara al Norte, lo que hizo que Acheson terminara por ceder y defender a China nacionalista [en Taiwán] [20]
Mientras tanto, en Corea del Sur:
Un representante de la embajada australiana enviaba informes diarios a fines de junio diciendo que «patrullas iban desde el Sur hacia el Norte, esforzándose por atraer que el Norte las persiguiera. Plimsoll advirtió que esto podría llevar a la guerra y estaba claro que también había un cierto grado de participación estadounidense.» [Según el ex primer ministro australiano Gough Whitlam:] «La evidencia era suficientemente fuerte para que el primer ministro australiano autorizara un cable a Washington instando a que no se alentara al gobierno sudcoreano.» [21]
Cumings también menciona la advertencia a fines de abril de un diplomático estadounidense, Robert Strong, de que «el gobierno nacionalista chino podría intentas medidas desesperadas para involucrar [a EE.UU] en [una] guerra abierta como medio para salvar su propio pellejo.» [22] En capítulos demasiado complejos para analizarlos en este sitio, hace la crónica de las intrigas de una serie de partidarios de Chiang, incluyendo al Lobby de China en Washington, el general Claire Chennault y su línea aérea CAT, casi difunta en aquel entonces (más tarde llamada Inter Air America), el ex jefe del OSS general William Donovan, y en Japón, el general MacArthur y su jefe de inteligencia, Charles Willoughby. Señala la visita de dos generales de Chiang a Seúl, uno de ellos en un avión militar estadounidense del cuartel de MacArthur. Y concluye que «Chiang puede haber encontrado… en la península coreana, la provocación de una guerra que salvara su régimen [en Taiwán] durante dos décadas más.»
«Cualquiera que haya leído ese texto de cerca en este punto, y que no crea que Willoughby, Chiang, [el emisario de Chiang a Seúl, general] Wu Tieh Cheng, Yi Pōm-sōk, [Syngman] Rhee, Kim Sōk-won, Tiger Kim, y su calaña hayan sido capaces de una conspiración para provocar una guerra, no puede ser convencido por ninguna evidencia.»
Agrega que los estadounidenses contrarios a los anti-conspiracionistas «son presa de lo que podría llamarse la falacia del cinismo insuficiente» – una acusación que podría ser reanimada, si alguna vez se puede demostrar que el 11-S también fue «una conspiración para provocar una guerra.» [23]
El 11-S, el Golfo de Tonkin y el asesinato de Kennedy
En 1964, el Congreso aprobó la Resolución del Golfo de Tonkin, como reacción ante las garantías del Secretario de Defensa McNamara de que existía «prueba inequívoca» de un segundo «ataque no provocado» contra destructores estadounidenses. Hoy sabemos no sólo que no hubo un tal segundo ataque, sino que los acosos combinados de pequeños barcos patrulleros controlados por la CIA y de destructores de EE.UU. en aguas norvietnamitas fueron tan provocadores como para desencadenarlo. George Ball, quien en la época era Subsecretario de Estado, comentó más tarde en una entrevista en la radio de la BBC en 1977 que:
«Muchos de los que estuvieron asociados con la guerra buscaban cualquier excusa para iniciar los bombardeos. El envío de un destructor al Golfo de Tonkin fue hecho sobre todo como provocación… Existía un sentimiento de que si el destructor se metía en algún problema, eso sería la provocación que necesitábamos.» [24]
El evento oculto del Golfo de Tonkin presenta una serie de similitudes con el evento oculto coreano en 1950. El Golfo de Tonkin también puede ser analizado en tres fases diferentes: el engaño del Congreso por funcionarios de alto nivel, precedido por intrigas provocadoras en Asia, y reforzado por la manipulación engañosa de informes dentro de la NSA [siglas en inglés de Agencia de Seguridad Nacional]. (Las tres fases también pueden ser discernidas en las maniobras provocadoras del USS Pueblo en 1968, en un incidente o evento oculto que no condujo, como algunos claramente deseaban, a una reacción militar contra Corea del Norte.) [25]
Ahora sabemos gracias a una historia interna de la NSA recientemente desclasificada, que el 4 de agosto de 1964 la NSA poseía 122 piezas de SIGINT (señales de inteligencia) que tomadas en su conjunto indicaban claramente que no hubo un segundo ataque norvietnamita el 4 de agosto: «La armada de Hanoi no estuvo involucrada en nada esa noche sino en el salvamento de dos de los botes dañados el 2 de agosto.» Pero, de esas 122 piezas, sólo quince fueron suministradas a la Casa Blanca – «sólo SIGINT que apoyaban la afirmación de que los comunistas habían atacado a los dos destructores.» [26]
Mientras tanto, en la CIA: «En la tarde del 4 de agosto, el experto analista sobre Vietnam del Norte de la CIA… había concluido que probablemente nadie había disparado contra los barcos de EE.UU. Incluyó un párrafo a ese efecto en el ítem que escribió para el Boletín de Inteligencia Actual, que sería cablegrafiado a la Casa Blanca y a otras agencias clave y que aparecería impreso la mañana siguiente. Y entonces sucedió algo único. El Director de la Oficina de Inteligencia Actual, un oficial muy importante… bajó a las entrañas de la agencia para ordenar que se eliminara el párrafo. Explicó: «No vamos a decir eso ahora a LBJ. Ya tiene decidido bombardear a Vietnam del Norte.'» [27]
Los eventos paralelos en la NSA y en la CIA ilustran como una mentalidad burocrática compartida, o la propensión a la escalada militar, pueden generar reacciones sinérgicas en diversos medios sociales, sin que haya habido necesariamente alguna colusión conspirativa entre las dos agencias.
El que la CIA haya tenido todavía en los años sesenta altos responsables que creyeran que tarde o temprano sería inevitable un enfrentamiento con los comunistas chinos es de un interés más que pasajero, así como que se haya renovado la antigua propuesta del general Chennault de una serie de acciones de escalada manipuladora en Laos poco antes de los incidentes del Golfo de Tonkin, con un impulso similar hacia la expansión de la guerra de EE.UU. más allá de Vietnam del Sur. En 1963-1964 se vuelven a notar, como en 1950, las intrigas de elementos del KMT local, en este caso fuerzas directamente involucradas en el tráfico de opio. [29]
En cuanto al 11-S, la paradoja entre la tranquilidad en la superficie y advertencias alarmantes es tan evidente como lo fue en 1950. Incluso el Informe de la Comisión 11-S reconoce que en el verano de 2001 «el sistema hacía sonar la alarma» para un ataque de
al-Qaeda. Su evidencia refuta ampliamente la afirmación de Condoleezza Rice en mayo de 2002 que «No pienso que nadie podría haber predicho que esa gente… trataría de utilizar un avión como un misil, un avión secuestrado como un misil.» [30] No obstante, en medio de esta crisis en agosto de 2001, la CIA ocultó flagrantemente evidencia al FBI que, si hubiera sido compartida, habría ayudado al FBI en sus esfuerzos por ubicar a uno de los presuntos secuestradores, Khaled al-Mihdar. Este ocultamiento llevó a un agente del FBI a predecir en la época, exactamente, que «algún día alguien va a morir.» [31]
Como describo en la próxima reedición expandida de mi libro «The War Conspiracy,» este ocultamiento culpable de evidencia crucial al FBI por la CIA tiene un paralelo cercano con el ocultamiento ante el FBI por la CIA de importante información sobre Lee Harvey Oswald en octubre de 1963. El ex director del FBI, Clarence Kelley, se quejó más adelante en sus memorias de que ese ocultamiento fue el motivo principal por el cual Oswald no fue colocado bajo vigilancia el 11 de noviembre de 1963. [32] Sin esos ocultamientos, en otras palabras, ni el asesinato de Kennedy ni el 11-S podrían haber tenido lugar tal como sucedieron.
Y sin comprender los detalles, podemos concluir sin temor a equivocarnos que operaciones de la CIA – el Estado oculto – estuvieron de alguna manera implicadas, sea inocente o conspirativamente, en los prolegómenos tanto del asesinato de Kennedy como en el 11-S. Respecto al ocultamiento de información sobre Oswald por la CIA ante el FBI, incluso un ex responsable de la CIA, está de acuerdo en que esto indica «alguna especie de interés operativo [de la CIA] en el archivo de Oswald.» [33] Lawrence Wright, comentando en el New Yorker sobre el ocultamiento análogo por la CIA de información sobre al-Mihdar, llegó a una conclusión similar de que: «La CIA también puede haber estado protegiendo una operación en el extranjero y temía que el FBI la dejara al descubierto.» [34]
En breve, desde esta perspectiva, el 11-S no carece enteramente de precedentes en la historia de EE.UU. Debería ser visto, no como una desviación única e incomparable del gobierno constitucional correcto – un golpe de Estado – sino como otro evento oculto inexplicado más de la especie que ha seguido erosionando el sistema constitucional estadounidense de política abierta y libertades cívicas.
11-S: No se trata sólo de otro evento oculto, sino de un evento oculto constitucional
Se trata, sin embargo, de un evento oculto de una categoría nueva y sin precedentes. Eventos ocultos relacionados con el control político de EE.UU. son mucho más frecuentes de lo que la mayor parte de nosotros queremos reconocer. Desde los conspicuos asesinatos de los años sesenta y comienzos de los setenta – todos eventos ocultos – por lo menos seis políticos han muerto también en accidentes de avión. Aunque muchos de estos accidentes fueron probablemente accidentales, es sorprendente que sólo un republicano haya muerto de esa manera, en comparación con cinco demócratas. [35] Informes oficiales sobre las muertes de tres de esos demócratas – el senador Paul Wellstone, y los congresistas Hale Boggs y Nick Begich, han sido cuestionados, así como la muerte «accidental» muy sospechosa del dirigente sindical Walter Reuther de la UAW [siglas en inglés de la Unión de Trabajadores de la Industria Aeroespacial y de Implementos Agrícolas de EE.UU.] en un accidente de avión. [36]
Entre estos eventos ocultos, algunos – sobre todo el asesinato de John Kennedy – se destacan por haber tenido un impacto estructural en la sociedad política estadounidense. Las tres principales guerras de EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial – Corea Vietnam, y ahora Iraq – han sido todas precedidas por eventos ocultos que han contribuido acumulativamente a la actual economía basada en la guerra de EE.UU. Considerado de esta manera, el 11-S cae en una secuencia en la que es precedido por el Segundo Incidente del Golfo de Tonkin y por las intrigas y mentiras en junio de 1950 respecto a Corea.
Pero entre todos estos eventos ocultos, el 11-S puede ser visto como el primero que ha tenido no sólo implicaciones estructurales sino constitucionales. Porque con la introducción de las COG antes de las 10 de la mañana del 11 de septiembre de 2001, el estatus de la constitución de EE.UU. en la sociedad estadounidense ha cambiado, de modos que siguen prevaleciendo. Todavía ignoramos en gran parte lo que las COG significan en la práctica. Es obvio, sin embargo, que al limitar el habeas corpus y la Cuarta Enmienda, las innovaciones después de las COG y del 11-S hicieron que la situación constitucional de EE.UU. se parezca más a la situación en Gran Bretaña, donde los estatutos escritos son explícitamente restringidos, suplementados por una prerrogativa real indefinida: una colección de poderes pertenecientes al Soberano que no tienen una base establecida por la ley. [37]
El abuso de las prerrogativas reales británicas fue uno de los motivos de queja que llevaron en última instancia a la Revolución Estadounidense. Entonces, como ahora, estaba vinculada a las disposiciones imperiales para ejércitos permanentes a fin de hacer guerras. Podría decirse que en EE.UU. actual, los poderes requeridos para imponer la dominación global de EE.UU. en el mundo han llegado a restringir el alcance del Estado público constitucional.
La medida en la que el poder presidencial es limitado por el estatuto parlamentario ha sido y será discutida continua y extensivamente. Es evidente, sin embargo, que el gobierno de George W. Bush ha resucitado el punto de vista extremo o monárquico expresado, por primera vez en la historia política estadounidense, por el ex presidente Richard Nixon de que: «cuando lo hace el presidente, significa que no es ilegal.» [38]
Jack Goldsmith, ex Fiscal General adjunto en el Departamento de Justicia de George W. Bush, ha informado que, dentro de la Casa Blanca, el asesor legal de Cheney, David Addington, argumentó frecuentemente que «la Constitución otorga poderes al presidente para ejercer poderes prerrogativos para hacer lo que sea necesario en una emergencia a fin de salvar al país.» [39] Goldsmith concluyó que «La presidencia en la era del terrorismo – la Presidencia del Terror – sufre de muchos de los vicios de la Presidencia Imperial [de Nixon].» [40]
Cheney, apoyado por Addington, dejó en claro en su Informe de Minoría Irán-Contra de 1987 que «el Jefe Ejecutivo se sentirá ocasionalmente obligado por el deber a insistir en nociones monárquicas de prerrogativas que le permitirán exceder la ley.» Cheney apoyó esta afirmación refiriéndose a la Compra de Luisiana por Jefferson, justificada por Jefferson, sin utilizar la palabra «prerrogativa,» por «las leyes de la necesidad, de la auto-preservación, de servir a nuestro país cuando esté en peligro.» [41] Pero la defensa por Cheney-Addington de una prerrogativa continua en una guerra continua contra el terror tiene mucho más en común con una teoría legal monárquica británica del Siglo XVII, que con el recurso único a una acción semejante de Jefferson, después de una vida atacando la noción del poder por prerrogativa. [42]
Como parte del caso a favor de una idea irrestricta o monárquica del poder ejecutivo, hemos visto la afirmación de que el presidente pueda hacer caso omiso o marginar las obligaciones contractuales que prohíben la tortura. Antes de que se enunciaran las COG el 11 de septiembre de 2001, una red de leyes, desarrolladas mediante el equilibrio del poder entre los tres poderes del gobierno federal, prohibían la tortura. «No iba a durar». [43]
En consonancia con la planificación de las COG de Cheney en los años ochenta, el gobierno de Bush ha cercenado de modo similar el habeas corpus, un derecho conferido por la Carta Magna, reafirmado por el parlamento inglés en un estatuto de 1679, y mencionado en la constitución de EE.UU. A pesar de ello, al definir la crisis constitucional que enfrentamos ahora, es importante ver que no es un evento sin precedente o anómalo, sino arraigado en acontecimientos durante décadas.
El 11-S, Eventos Ocultos, y la mentalidad de dominación global en la sociedad estadounidense.
La continuidad de eventos ocultos forma parte del problema que enfrentan los que desean comprender y corregir lo que los subyace. Porque los medios de información dominantes de EE.UU. (tal como ahora los vemos claramente) se han implicado tanto en pasadas mentiras protectoras sobre Corea, el Golfo de Tonkin, y el asesinato de John F. Kennedy que esos medios, así como el gobierno, tienen ahora un interés evidente en impedir que la verdad de algunos de estos acontecimientos salga a la luz. [44]
Esto significa que la actual amenaza a los derechos constitucionales no resulta sólo del Estado oculto. Como he escrito en otros sitios, el problema es una mentalidad de dominación global que prevalece no sólo en Washington sino también en los medios dominantes e incluso en las universidades, que ha llegado a aceptar recientes recortes en las libertades constitucionales, y estigmatiza a los que se alarman por ellos, o al menos reacciona con silencio. [45] Precisamente como la aceptación del pensamiento burocrático en grupo es una condición necesaria para el ascenso dentro del Estado, la aceptación de las nociones de decoro dentro de esa mentalidad se ha convertido crecientemente en una condición para la participación en la vida pública de la corriente dominante.
Al decir esto, doy a entender algo más estrecho que el ubicuo «consenso definido por los negocios» que Gabriel Kolko afirmó una vez era «una realidad central,» que subyace como «una clase gobernante hace que operen sus políticas.» [46] Yo estaría de acuerdo conque, por lo menos desde la era Reagan, la mentalidad que describo se ha identificado cada vez más claramente con la mentalidad de un mundo superior decidido a proteger sus privilegios e incluso ampliarlos a costas del resto de la sociedad.
Pero el modo de pensar del que hablo es más estrecho en su enfoque – originalmente preocupado de defender, y ahora cada vez más preocupado de ampliar, la dominación de EE.UU. en el mundo, en una era de recursos limitados y cada vez más escasos. Y también es, cada vez más, menos un consenso que un terreno de división seria y debate.
Es obvio que esa manera de pensar no es monolítica. Han estado recurriendo notables disensos en su interior, como cuando James Risen y Eric Lichtblau revelaron en el New York Times que el gobierno de Bush, desafiando la Ley FISA, estaba involucrado en vigilancia electrónica sin mandato judicial de llamadas telefónicas dentro de EE.UU. [47] Pero en otros temas, notablemente la Guerra de Iraq, el Times no ha jugado visiblemente el papel crítico juicioso que tuvo respecto a la guerra de EE.UU. en Vietnam. En general, como informa Kristina Borjesson en su devastador libro: «Los reportajes de investigación disminuyen… porque son costosos, atraen procesos legales, y pueden ser hostiles a los intereses corporativos y / o a las conexiones gubernamentales de la sociedad matriz de una división de noticias.» [48] Y, como era previsible, en cuanto al pensamiento crítico sobre el 11-S, el Post ha hecho un gran esfuerzo por presentar el movimiento por la verdad sobre el 11-S como un «montón cacofónico y variopinto de conspiracionistas, tal como lo hizo antes respecto al asesinato de Kennedy.» [49]
Según una búsqueda de Lexis Nexis, el New York Times no informó sobre la notable afirmación del Fiscal General Gonzalez de que «No existe una concesión expresa de habeas corpus en la Constitución.» (El Washington Post informó al respecto, sin comentario, en un artículo de 197 palabras.) [50] Y sobre el tema de la tortura, incluso un profesor liberal de la Universidad Harvard, Michael Ignatieff, ha argumentado en un libro de University Press, después de partir de un punto ecuánime: «Una democracia está comprometida tanto con la seguridad de la mayoría como con los derechos del individuo» – por una alarmante defensa del «interrogatorio coercitivo.» [51]
En este estado de cosas, argumento que Internet provee una oportunidad para la oposición de una importancia política potencialmente inmensa.
Eventos ocultos como intrigas dentro del consenso de la dominación global
Numerosos críticos de izquierdas de la política exterior estadounidense tienden a subrayar su sustancial coherencia con el pasar del tiempo, desde los Estudios de Guerra-Paz para una planificación de posguerra del Consejo de Relaciones Exteriores en los años cuarenta, a los planes del Secretario de Defensa, Charles Wilson, en los años cincuenta, para una «economía de guerra permanente,» a la declaración de Clinton ante Naciones Unidas en 1993 de que EE.UU. actuará «multilateralmente, cuando sea posible, pero unilateralmente cuando sea necesario.» [52]
Esta visión de las políticas de EE.UU. ha persuadido a algunos, notablemente a Alexander Cockburn, de lamentar el desplazamiento del análisis marxista coherente por la «idiotez fundamental» y la «estupidez» de las «teorías conspirativas del 11-S.» [53] Pero es bastante posible reconocer que existen continuidades constantes en la política estadounidense y también importantes divisiones internas, ocultas, y recurrentes, que han dado lugar a los eventos ocultos estructurales de EE.UU. Estos eventos siempre han involucrado tensión entre Wall Street y el Consejo de Relaciones Exteriores, por una parte, y los cada vez más poderosos centros económicos dominados por los petroleros y los militares del Medio Oeste de EE.UU. y del ‘Sunbelt’ de Texas por la otra.
En los días en los que el general MacArthur, basándose en su apoyo en el Medio Oeste y en Texas, amenazó con cuestionar a Truman y al Departamento de Estado, se pensó que la oposición era entre los tradicionales favorecedores de Europa del Noreste y los nuevos ricos que ponían primero a Asia. En la elección de 1952, el debate de política exterior fue entre la «contención» demócrata y el «hacer retroceder» republicano. Bruce Cumings, siguiendo a Franz Schurmann, escribió más tarde sobre la división, incluso dentro de la CIA, entre el «internacionalismo de Wall Street» por una parte y el «expansionismo al estilo vaquero» por la otra. [54]
Hay muchos, incluso dentro del Consejo de Relaciones Exteriores, que han seguido a Michael Klare en la definición del conflicto como, entre «comerciantes» y «prusianos» guerreros. [55] Desde el ascenso a la eminencia de los así llamados «Vulcanos» – en particular Donald Rumsfeld, Dick Cheney, y Paul Wolfowitz, respaldados por el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC) – la lucha ha sido descrita frecuentemente como entre los multilateralistas del status quo y los unilateralistas que buscan una hegemonía inapelable de EE.UU. [56]
Se puede ver que esta contienda entre los enfoques comerciales (multilateralistas) y guerreros (unilateralistas) sobre el mantenimiento de la dominación global de EE.UU. subyace tras cada uno de los eventos ocultos que he mencionado. Durante decenios la facción guerrera fue claramente una minoría; pero fue también una minoría activista y bien financiada, en marcado contraste con la mayoría comerciante relativamente pasiva y desorganizada. De ahí que la preferencia guerrera por la guerra, gracias a amplias finanzas del complejo militar-industrial y también a una serie de eventos ocultos, haya podido prevalecer una y otra vez.
Los años setenta pueden ser vistos como un punto decisivo, cuando una facción minoritaria del CFR, dirigida por Paul Nitze, unida a ejecutivos corporativos del complejo militar-industrial como David Packard y futuros neoconservadores pro-sionistas como Richard Perle, forjó una sucesión de coaliciones políticas militantes, como el Comité sobre el Peligro Presente (CPD). Cheney y Rumsfeld, entonces en la Casa Blanca de Ford, participaron en este ataque contra la política exterior multilateral de Henry Kissinger. [57] A fines de los años noventa, Cheney y Rumsfeld, incluso mientras refinaban en secreto las provisiones de las COG impuestas el 11-S, también participaron abiertamente en la organización sucesora del CPD, el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC).
Desde su oficina que interactuaba entre la CIA y la Fuerza Aérea de EE.UU., el coronel L. Fletcher Prouty dedujo que fue un solo Equipo Secreto, dentro de la CIA pero no limitado a ésta, el que fue responsable no sólo por los incidentes del Golfo de Tonkin (programados para posibilitar una acción militar ya planificada contra Vietnam del Norte) sino otros eventos ocultos, como ser el incidente del U-2 de 1960 (que según opina Prouty fue planeado y programado para que frustrara la cumbre proyectada entre Eisenhower y Jrushchov) e incluso el asesinato del presidente Kennedy (después del cual el Equipo Secreto «pasó a hacerse cargo de toda la dirección de la guerra y a dominar la actividad de EE.UU.») [58]
En lenguaje aplicable tanto a Corea en 1950 como al Golfo de Tonkin en 1964, Prouty argumentó que las acciones de la CIA siguieron un modelo de acciones que «se salieron completamente de control en el Sudeste Asiático.»
«El operador clandestino… prepara la escena lanzando un ataque provocador extremadamente menor y muy secreto, de un tipo que tenderá a provocar una represalia abierta. Estos ataques secretos, que pueden haber sido hechos por terceras partes o por mercenarios apátridas cuyos materiales fueron suministrados en secreto por la CIA, indudablemente crearán reacciones que por su parte son observadas en EE.UU…. No es un juego nuevo, [pero] fue convertido en una técnica sofisticada bajo Walt Rostow y McGeorge Bundy contra Vietnam del Norte, para sentar las bases para los ataques del Golfo de Tonkin.» [59]
Menciono aquí la tesis de Prouty a fin de registrar mi disenso parcial con ella. Desde mi punto de vista su noción de un «equipo» localiza algo, que yo llamo la mentalidad de dominación global, de un modo demasiado estrecho en un grupo restringido que no sólo comparte la misma forma de pensar sino está en comunicación conspirativa durante un largo período. Exhibe el mismo tipo de mentalidad conspiracionista que fuera criticada por G. William Domhoff:
«Todos tenemos una tremenda tendencia a desear ser atrapados en la creencia de que existe alguna causa maligna y secreta para todos los males evidentes del mundo… [Las teorías conspirativas] alientan una creencia en que si nos libramos de unas pocas personas malas, todo irá bien en el mundo.» [60]
Mi propia posición sigue siendo lo que articulé hace años en respuesta a Domhoff:
«Siempre creí, y argumenté, que una verdadera concepción del asesinato de Kennedy conducirá no a ‘unos pocos malos,’ sino a las componendas institucionales y parapolíticas mediante las cuales somos sistemáticamente gobernados.» [61]
Citando lo que yo había escrito, Michael Parenti agregó: «En suma las conspiraciones del Estado de seguridad nacional [o lo que yo llamaría eventos ocultos] son componentes de nuestra estructura política, no desviaciones de ella.» [62]
El resultado de los eventos ocultos que he mencionado hasta ahora ha sido sobre todo una serie de victorias para los guerreros. [63] Pero ha habido otros eventos ocultos estructurales, en especial Watergate en 1972-1973 e Irán-Contra en 1986-1987, que pueden ser interpretados, si no como victorias para los comerciantes, por lo menos como reveses temporales para los guerreros. En «The Road to 9/11» traté de mostrar que Cheney y Rumsfeld, mientras estaban en la Casa Blanca de Ford, se resintieron amargamente por el revés representado por las reformas post-Watergate, y activaron de inmediato una serie de acciones para volver a la situación anterior. Argumento en el libro que el clímax de esas acciones fue la imposición después del 11-S de sus provisiones, planificadas desde hace tiempo, para las COG, formuladas bajo su supervisión desde comienzos de los años ochenta.
Por lo tanto, desde la Segunda Guerra Mundial, la posición guerrera, inicialmente de una minoría marginal pero conspiradora, ha llegado desde las presidencias de Reagan y Bush a una posición cada vez más central. Esto es bien simbolizado por el ascenso de la influencia desde 1981 del Consejo para Política Nacional, financiado originalmente por el multimillonario petrolero tejano Nelson Bunker Hunt y explícitamente destinado a contrarrestar la influencia del Consejo de Relaciones Exteriores. [64] Comparando los años cincuenta con la década actual, es sorprendente ver en qué medida el estatus del Departamento de Estado ha disminuido frente al Pentágono. Con la militarización acelerada de la economía de EE.UU., se presenta la pregunta de si una política exterior más comercial podrá volver a prevalecer algún día.
Y desde el 11-S, especialmente con la institución de procedimientos desconocidos de las COG, algunos han hablado de la subversión total de la democracia, por una nueva Presidencia Imperial en la Casa Blanca de Bush. [65]
11-S, la amenaza a los derechos constitucionales, y el Congreso
Un escéptico podría observar que todavía existe un Congreso, con poderes constitucionales para criticar y restringir lo que hace el ejecutivo. Y es verdad que un comité conjunto del Congreso investigó, en 2002, actividades de la CIA y del FBI antes y después del 11-S [66] Sin embargo, los poderes del Congreso han sido debilitados. Una sección crucial de ese informe, precisamente la que trataba de la CIA y de la relación del gobierno saudí con el presunto secuestrador al-Mihdar, fue clasificada y retenida por el gobierno. Cuando parte de la información explosiva fue filtrada a Newsweek, los miembros y el personal del comité (y no el gobierno saudí) se convirtieron en el centro de la investigación criminal de la filtración del FBI. [67] Su presidente, el senador Bob Graham consideró que la investigación de la filtración fue un esfuerzo obvio del gobierno por intimidar al Congreso. Y si esa fue la intención, tuvo éxito. Miembros del comité conjunto y su personal fueron intimidados para que guardaran silencio sobre la investigación. ] [68]
Parece que la elección de mayorías demócratas en ambas cámaras del Congreso ha hecho poco por cambiar esta situación. La vigilancia electrónica sin mandato judicial (a la que el presidente se ha referido como una provisión de las COG) [69] fue apoyada por el nuevo 110º Congreso en la «Ley Protect America» de 2007, una ley que restringió la supervisión judicial según FISA tal como lo había deseado el presidente. Ese mismo 11º Congreso no anuló la Ley de Comisiones Militares de 2006, que (como escribió Robert Parry en el Baltimore Chronicle) «eliminó efectivamente el habeas corpus para no ciudadanos, incluyendo a extranjeros residentes legales.» [70]
Es igualmente alarmante que el Congreso haya mostrado poco o ningún deseo de desafiar, o siquiera cuestionar, las presunciones generales de la guerra contra el terror. Todavía estamos en una emergencia nacional que fue proclamada por primera vez por el presidente Bush el 14 de septiembre de 2001. [71] Como escribió el Washington Times el 18 de septiembre de 2001: «Simplemente, al proclamar una emergencia nacional el viernes, el presidente Bush activó unas 500 provisiones legales latentes, incluyendo las que le permiten imponer la censura y la ley marcial.» El Washington Times se refería a la Proclamación presidencial 7463 del 14 de septiembre de 2001: «Declaración de Emergencia Nacional Motivada por Ciertos Ataques Terroristas.» El estado de emergencia fue declarado subsiguientemente el 23 de septiembre de 2001 por Orden Ejecutiva 13224, y fue nuevamente extendido por el presidente el 20 de septiembre de 2007. [72]
Las COG, NSPD-51, y el desafío a la separación de poderes
Las implicaciones constitucionales de este estado de emergencia fueron agravadas por la «Directiva Presidencial de Seguridad Nacional y de Seguridad del Interior» [NSPD] 51, del 9 de mayo, que decretó que:
«Cuando el presidente determina que ha ocurrido una emergencia catastrófica, el presidente puede hacerse cargo de todas las funciones del gobierno y dirigir todas las actividades del sector privado para asegurar que emergeremos de la emergencia con un «gobierno constitucional duradero.» [73]
La Directiva, sin decirlo explícitamente, pareció invalidar las provisiones legales posteriores a Watergate para una regulación por el Congreso promulgadas en 1977 por la Ley de Emergencias Nacionales. [74]
Entre los principales periódicos, sólo el Washington Post informó algo sobre la NSPD-51, señalando que la «directiva formaliza un traspaso de autoridad del Departamento de Seguridad Interior a la Casa Blanca.» [75] Agregó que
«Después de los ataques de 2001, Bush asignó a unos 100 altos administradores civiles para que rotaran en secreto a emplazamientos fuera de Washington durante semanas o meses cada vez, a fin de asegurar la supervivencia de la nación; un gobierno fantasma que se desarrolló sobre la base de una antigua «continuidad de planes operativos.»
Sin embargo, el Post no señaló que esos planes de continuidad de operaciones (COG), que según se dice involucran la suspensión de la Constitución y posiblemente del Congreso, son secretos – fruto de planificación secreta durante dos décadas por Dick Cheney y Donald Rumsfeld, incluso en períodos cuando ninguno de los dos tenía un puesto en el gobierno. [76]
Después de presión de los electores, incluyendo a numerosos miembros del movimiento por la verdad del 11-S, el congresista Peter deFazio intentó ver los planes de Continuidad del Gobierno (COG) en los Apéndices confidenciales de NSPD-51. Tanto a él, y finalmente a todo el Comité de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes, se les negó la oportunidad de ver esos apéndices, dando el motivo de que el Comité no poseía las autorizaciones requeridas. Esto debiera haber sido una línea demarcatoria para que el Congreso insistiera en sus derechos y deberes constitucionales. Como he informado en otros sitios, la historia, ignorada por la prensa dominante, involucraba más que la altercación usual entre los poderes legislativo y ejecutivo del Gobierno de EE.UU. Lo que estaba en juego era un enfrentamiento entre los poderes constitucionales de supervisión del Congreso, y un conjunto de planes políticos que podrían ser utilizados para suspender o modificar la constitución. [77]
Pero parece que el actual Congreso no hará nada por apoyar los esfuerzos del congresista deFazio por lograr una supervisión parlamentaria de las COG.
El Congreso y el continuo encubrimiento del 11-S
Además, el 110º Congreso no emprendió ninguna acción para asegurar que todas las agencias gubernamentales colaboren con los Archivos Nacionales, en cumplimiento del compromiso de la Comisión del 11-S de publicar sus archivos corroborativos en 2009. [78] Es urgentemente necesaria una ley que asegure que lo hagan.
El FBI ha estado desclasificando documentos para cooperar respecto a este compromiso, y recientemente la CIA también ha comenzado a cooperar. [79] Pero algunas agencias federales, en particular la FAA [Agencia Federal de Aviación] y el Pentágono, no colaboran en nada con el compromiso de la Comisión del 11-S. Podría necesitarse una ley para lograr que lo hagan. Tanto la FAA como el Pentágono se negaron a presentar importantes antecedentes a la Comisión del 11-S, a pesar de sus poderes legales, hasta que se les exigió que lo hicieran mediante citaciones judiciales. [80] Pero la ley que creó la Comisión del 11-S en 2002 no incluyó una determinación legal respecto al futuro de sus archivos. [81]
Es motivo de preocupación, porque el 11-S inició evidentemente un reajuste importante de nuestra división de poderes constitucionales tradicionales y de los derechos cívicos. Afirmo que una vigorosa defensa de las tradiciones constitucionales de este país requiere una presión vigorosa por la publicación de los archivos de la Comisión del
11-S, para que podamos comenzar a resolver los misterios de cómo se generó esta crisis constitucional.
En breve, vivimos en un continuo estado de emergencia cuyos límites exactos son desconocidos, sobre la base de un controvertido evento oculto – el 11-S – que sigue siendo en gran parte un misterio. Sin apoyar la noción de que ha ocurrido un golpe de Estado, afirmaría categóricamente que un modo de pensar radicalmente hegemónico, ubicado primordialmente en la oficina del vicepresidente Cheney, utiliza actualmente el 11-S, la guerra contra el terror, y reglas secretas de las COG para establecer prerrogativas de limitación de la división de poderes en la constitución de EE.UU., sin ningún cuestionamiento significativo por parte de un Congreso dócil y de los medios.
El 11-S, el público, y la política de Internet
Esto presenta la cuestión de si el público, a punto de votar en la elección de 2008, puede ejercer las restricciones constitucionales que el Congreso y los medios no han asegurado. La respuesta, afirmo, yace en lo que llamaría Política de Internet, la movilización de presiones en el ámbito nacional sobre candidatos en la próxima elección mediante la coordinación por Internet.
Existe, creo, una mayoría latente de estadounidenses que podrían estar de acuerdo con solicitar a todos los candidatos que:
-
Hagan un estudio crítico y revisen la Ley de Comisiones Militares de 2006, para restaurar inequívocamente el habeas corpus, dentro de las limitaciones de la Constitución de EE.UU., Artículo Uno, Sección 9;
-
Ilegalicen inequívocamente la tortura;
-
Hagan un estudio crítico y restrinjan las provisiones para vigilancia electrónica sin mandato judicial de la Ley ‘Protect America’ de 2007;
-
Voten por la Ley de una Agenda de Libertad Estadounidense de 2007 (H.R. 3835), que trata de estos y otros temas. Esta ley fue introducida por el congresista Ron Paul el 15 de octubre de 2007, y es apoyada tanto por la Agenda de Libertad Estadounidense como por la Campaña Demócrata de Libertad Estadounidense. [82]
Los que están en el movimiento por la verdad sobre el 11-S podrían solicitar a los candidatos que adopten dos pasos ulteriores.
-
Que insistan en el derecho de los Comités de Seguridad Interior en el Congreso a estudiar los apéndices de las COG a la Directiva Presidencial de Seguridad Nacional (NSPD)-51;
-
Que apoyen una ley para obligar a todas las agencias gubernamentales para que colaboren con los Archivos Nacionales, en cumplimiento del compromiso de la Comisión del 11-S de publicar sus archivos corroborativos en 2009. [83]
Pero el pensamiento social es creado por la sociedad. Para que sea efectivo debe ser movilizado, y convertirse en algo más que un coro de autores que graznan desde sus estanques cubiertos de nenúfares en el pantano de los blogs. Obviamente, requeriría un arduo esfuerzo concertado para crear, o persuadir a, un movimiento, como ser MoveOn, para que asuma todos estos temas.
¿Será posible que alguna organización pueda ser persuadida de aceptar este desafío, y tome los primeros pasos para movilizar una fuerza semejante?
NOTAS
1 Sólo en el mes de marzo de 1962, la OAS hizo estallar un promedio de 120 bombas por día. («The Generals’ Putsch,» http://countrystudies.us/algeria/34.htm).
2 BBC News, 24 de noviembre de 2006: «Alexander Litvinenko escribió un libro en el que afirmó que agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) en Rusia, coordinaron los atentados contra bloques de apartamentos de 1999 en el país, que mataron a más de 300 personas.»
3 Gareth Jenkins, «Susurluk and the Legacy of Turkey’s Dirty War,» Terrorism Monitor, 1 de mayo de 2008,
http://www.jamestown.org/terrorism/news/article.php?articleid=2374142.
4 Nicholas Birch, Irish Times, 26 de noviembre de 2005,
http://www.ireland.com/newspaper/world/2005/1126/1908792893FR26TURKEY.html.
El ex presidente y primer ministro turco, Suleyman Demirel comentó posteriormente respecto a este incidente que «Es un principio fundamental que hay un Estado. En nuestro país hay dos… Hay un Estado oculto y otro Estado… El Estado que debiera ser real es supletorio, el que debiera ser supletorio es el real.» (Jon Gorvett, «Turkey’s `Deep State’ Surfaces in Former President’s Words, Deeds in Kurdish Town,» Washington Report on Middle East Affairs, enero / febrero de 2006, http://www.washington-report.org/archives/Jan_Feb_2006/0601037.html).
5 Jenkins, «Susurluk and the Legacy of Turkey’s Dirty War.» Una búsqueda en Google el 7 de enero de 2008, de «Semdinli + PKK» en las principales publicaciones en idioma inglés produjo 157 resultados. De estos, sólo dos fueron de EE.UU. De estos uno (Washington Times, 6 de diciembre de 2005) no mencionó para nada la participación del Estado oculto en el incidente. La otra (Newsweek, 28 de noviembre de 2005) definió el Estado oculto sin mencionar su participación en el bajo mundo. Una búsqueda similar de «Estado oculto» reveló la misma parquedad en la cobertura en los medios de EE.UU.
6 Peter Dale Scott, The Road to 9/11: Wealth, Empire, and the Future of America (Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 2007), 4-7, 14-17, etc.
7 Scott, The Road to 9/11, 121-22, 124-27, 163-69.
8 Scott, The Road to 9/11, 139-42, 150-60, etc.; Peter Lance, Triple Cross: How bin Laden’s Master Spy Penetrated the CIA, the Green Berets, and the FBI -and Why Patrick Fitzgerald Failed to Stop Him (New York: Regan/HarperCollins, 2006).
9 Scott, The Road to 9/11, 153; citando a Toronto Globe and Mail, 22 de noviembre de 2001. No es por accidente que la prensa dominante de EE.UU. haya guardado silencio, no sólo respecto a este hecho importante, sino también sobre los dos libros que lo registran: «Triple Cross» de Peter Lance y el mío «The Road to 9/11.» «Triple Cross» finalmente fue mencionado por su nombre en el New York Times, pero solamente porque su editora, Judith Regan, fue despedida por la News Corporation de Rupert Murdoch (New York Times, 19 de diciembre de 2006).
10 El 18 de octubre de 2002, el Fiscal General John Ashcroft invocó el Privilegio de Secretos de Estado a fin de impedir la revelación de la naturaleza del trabajo de Edmonds sobre la base de que pondría en peligro la seguridad nacional.
11 Daniel Ellsberg with Kris Welch, KPFA, 8/26/06,
http://wotisitgood4.blogspot.com/2006/10/ellsberg-hastert-got-suitcases-of-al.html.
12 Vanity Fair, septiembre 2005. Según el sitio en la Red de ATC: «Como una de las principales asociaciones de negocios en EE.UU., el Consejo Estadounidense-Turco (ATC) está dedicada a fortalecer efectivamente las relaciones entre EE.UU. y Turquía mediante la promoción de relaciones comerciales, de defensa, tecnológicas y culturales. Sus diversos miembros incluyen a los 500 de Fortune, a compañías estadounidenses y turcas, organizaciones multinacionales, y sin fines de lucro, y a individuos con interés en las relaciones EE.UU.-Turquía.» Es por lo tanto comparable con el Consejo de Seguridad Estadounidense, cuyas actividades en 1963 son discutidas en Scott, Deep Politics, e.g. 292.
Edmonds ha sido parcialmente corroborado por Huseyin Baybasin, otro cabecilla turco de la heroína, que ahora está en la cárcel en Holanda, en su libro «Trial by Fire»: «Manejé las drogas que llegaban a través del canal del Consulado Turco en Inglaterra.» Pero, como agrega: «Yo estaba con la magia, pero lo hacía con el mismo grupo de la mafia del que formaban parte los gobernantes de Turquía. Baybasin afirmó que contó con la ayuda de oficiales turcos que trabajan para la OTAN en Bélgica («The Susurluk Legacy,» de Adrian Gatton, Druglink Magazine, Nov/Dec 2006, http://adriangatton.com/archive/1990_01_01_archive.html).
13 También en 2003 el ex consultor del gobierno, Chalmers Johnson, declaró en una entrevista, que lo que había sucedido en Florida después de la elección de 2000 fue un «golpe de Estado» (Critical Asian Studies, 35, no. 2 [2003], 303). El mismo año Bill Moyers, veterano de la Casa Blanca de Johnson, escribió que el reajuste del gobierno por G.W. Bush fue «el ataque más radical contra la noción de una nación, indivisible, que haya ocurrido durante nuestras vidas» (Texto del discurso en la conferencia «Take Back America» patrocinada por la Campaign for America’s Future», 4 de junio de 2003, Washington, DC,
http://www.commondreams.org/views03/0610-11.htm).
14 Entrevista con Alex Jones, 2 de noviembre de 2006, http://jonesreport.com/articles/021106_vidal.html.
15 Ed Encho, «9/11: Cover For a Coup D’Etat?» OpEdNews, 27 de mayo de 2008,
http://www.opednews.com/maxwrite/diarypage.php?did=7521.
16 9/11 Commission Report, 38, 326; Scott, Road to 9/11, 228-29.
17 Scott, The Road to 9/11, 183-87; citing Ross Gelbspan, Break-ins, Death Threats, and the FBI: The Covert War against the Central America Movement (Boston: South End Press, 1991), 184; Alfonso Chardy, Miami Herald, 5 de julio de 1987.
18 Robert Parry, «Gonzales Questions Habeas Corpus,» Baltimore Chronicle, 19 de enero de 2007, http://baltimorechronicle.com/2007/011907Parry.shtml.
19 Cumings, The Origins of the Korean War, Vol II, 611, 613; quoting William R. Corson, The Armies of Ignorance: The Rise of the American Intelligence Empire (New York: Dial, 1977), 315-21; whole passage quoted in Peter Dale Scott, Drugs, Oil, and War: The United States in Afghanistan, Colombia, and Indochina (Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2003), 61. Cumings cita también del testimonio de Dean Rusk ante el Congreso el 20 de junio: «No vemos ninguna indicación actual de que la gente al otro lado de la frontera tenga la intención de librar una guerra mayor con ese propósito» (apoderarse de Corea del Sur). Señala que el general Ridgway dijo posteriormente que «lo horrorizó» el testimonio tranquilizante de Dean Rusk.
20 Cumings, Origins, II, 600-01. Mis citas seleccionadas no pueden hacer justicia a la complejidad del libro de Cumings, que presenta tres posibles explicaciones diferentes para el estallido de la guerra. Cumings delinea un contienda por el futuro de la península – y también de Taiwán – en el que dirigentes locales a ambos lados buscaban el apoyo de sus respectivas megapotencias.
21 Cumings, Origins, II, 547; citando a Gavin McCormack, Cold War/Hot War (Sydney: Hale and Iremonger, 1983), 97; E. Gough Whitlam, A Pacific Community (Cambridge, MA: Harvard UP, 1981), 57-58.
22 Cumings, Origins, II, 527.
23 Cumings, Origins, II, 600, 601. Yi Pōm-sōk era un propugnador favorable a Chiang en Seúl por un ataque contra Corea del Norte. Kim Sōk-won era un comandante coreano que había atacado previamente a Corea del Norte. Tiger Kim era un veterano coreano del ejército japonés, cercano a Rhee, y criminal de guerra.
24 James Bamford, Body of Secrets (New York: Doubleday, 2001), 301. William Bundy discrepó de esta opinión, argumentando que la escala de la guerra hacia el Norte «No correspondía en nada a nuestros planes.» (Robert McNamara, «The Tonkin Gulf Resolution,» in Andrew Jon Rotter, Light at the End of the Tunnel: A Vietnam War Anthology [New York: St. Martin’s Press, 1991], 83). Pero Ball fue exacto al informar que los bombardeos correspondían a los planes de alguna gente.
25 Peter Dale Scott, The War Conspiracy: JFK, 9/11, y Deep Politics of War (Ipswich, MA: Mary Ferrell Foundation Press, 2008), 178-215.
26 Robert J. Hanyok, «Skunks, Bogies, Silent Hounds, and the Flying Fish: The Gulf of Tonkin Mystery, 2-4 de agosto de 1964,» Cryptologic Quarterly, desclasificado en National Security Archive Electronic Briefing Book No. 132,
http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB132/relea00012.pdf.
27 Ray McGovern, «CIA, Iran & the Gulf of Tonkin,» ConsortiumNews, 12 de enero de 2008, http://www.consortiumnews.com/2008/011108a.html.
28 Scott, War Conspiracy (2008), 132, cf. 67; citing Roger Hilsman, To Move a Nation (Garden City, N.Y.: Doubleday, 1967), 318, 314.
29 Scott, War Conspiracy (2008), 88, 93-103.
30 «National Security Advisor Holds Press Briefing,» White House Website, 16 de mayo de 2002,
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2002/05/20020516-13.html.
Sabemos que respecto al 11-S hubo una cantidad de juegos de guerra y ejercicios, incluyendo un ejercicio en la Oficina Nacional de Reconocimiento, cerca del Aeropuerto Dulles, ensayando reacciones «si un avión diera en un edificio.» (Scott, Road to 9/11, 215-16; Evening Standard [London], 22 de agosto de 2002; Boston Globe, 11 de septiembre de 2002,
http://www.boston.com/news/packages/sept11/anniversary/wire_stories/0903_plane_exercise.htm ).
31 9/11 Commission Report, 259, 271; Lawrence Wright, The Looming Tower: Al-Qaeda and the Road to 9/11 (New York: Knopf, 2006), 352-54 (FBI agent). Después del 11-S otro agente del FBI se mostró aún más amargado: Ellos [la CIA] no querían que el buró se metiera en sus cosas – por eso no informaron al FBI… Y por eso ocurrió el 11 de septiembre. Por eso ocurrió… Tienen sangre en sus manos. Tienen tres mil muertes en sus manos.» (James Bamford, A Pretext for War: 9/11, Iraq, and the Abuse of America’s Intelligence Agencies [New York: Doubleday, 2004], 224).
32 Clarence M. Kelley, Kelley: The Story of an FBI Director (Kansas City: Andrews, McMeel, & Parker, 1987), 268; citado en Scott, The War Conspiracy (2008), 389.
33 Jefferson Morley, Our Man in Mexico: Winston Scott and the Hidden History of the CIA (Lawrence, KA: University Press of Kansas, 2008), 196-98; discutido en Scott, The War Conspiracy (2008), 387-88.
34 Lawrence Wright, «The Agent,» New Yorker, 10 y 17 de julio de 2006, 68; discutido en Scott, The War Conspiracy (2008), 388-89.
35 Los senadores republicanos Heinz y Tower también murieron en accidentes de avión, pero después de colisiones entre dos aviones. El demócrata conservador Larry McDonald murió cuando el avión comercial KAL 007 fue derribado por interceptores soviéticos en septiembre de 1983.
36 Michael Parenti, Dirty Truths (San Francisco: City Lights Books, 1996), 201, 206:
«En los años antes del accidentes fatal había habido intentos de asesinato contra Walter y Victor [Reuther]. (Victor cree que el intento en su contra debía ser un mensaje para Walter.) En cada uno de estos casos, las agencias estatales y federales de mantenimiento del orden se mostraron en el mejor de los casos como indiferentes en sus esfuerzos investigativos, sugiriendo la posibilidad de colusión oficial o por lo menos tolerancia para los hechos criminales… Tercero, como el sospechoso casi accidente que ocurrió el año anterior, el accidente fatal también involucró a un altímetro defectuoso en un avión pequeño. Es una coincidencia notable que Reuther haya estado en dos aviones con exactamente el mismo malfuncionamiento en un período tan breve… En una entrevista posterior con nosotros, Victor señaló además: `La animosidad por parte del gobierno había estado presente durante un cierto tiempo [antes del accidente fatal]. No fue sólo la posición de Walter sobre Vietnam y Camboya lo que enfureció a Nixon, sino también yo había denunciado a algunos elementos de la CIA dentro del movimiento sindical, y esto también fue asociado con Walter… Hay una línea fina entre el crimen organizado y la CIA. Hay mucho solapamiento. Durante toda la historia de las relaciones sindicales hay una sórdida historia de la industria ligada a Hoover y la mafia… Hay que averiguar respecto a los grupos derechistas corporativos y sus vínculos con el sistema nacional de seguridad.’ Averiguar en cosas semejantes no es tarea fácil. El FBI sigue negándose a entregas unas 200 páginas de documentos sobre la muerte de Reuther, incluyendo la copiosa correspondencia entre oficinas locales y Hoover. Y muchos de los documentos publicados – algunos de ellos de hace cuarenta años – están totalmente tachados con tinta. Cuesta imaginar qué preocupación de seguridad nacional tiene que ver con ello o por qué el FBI y la CIA siguen guardando tantos secretos sobre la vida y la muerte de Walter Reuther.»
37 Vea la presentación en Jack N. Rakove, «Taking the Prerogative out of the Presidency: An Originalist Perspective,» Presidential Studies Quarterly 37.1, 85-100; Frederick A.O. Schwarz, Jr. and Aziz Z. Huq, Unchecked and Unbalanced, Presidential Power in a Time of Terror (New York: Rodale, 2007), 153-58
38 Entrevista con David Frost, emitida el 11 de mayo de 1977; en Schwarz y Huq, Unchecked and Unbalanced, 159; Robert D. Sloane, «The Scope of Executive Power in the Twenty-First Century: An Introduction,» Boston University Law Review 88:341,
http://www.bu.edu/law/central/jd/organizations/journals/bulr/documents/SLOANE.pdf, 346.
39 Jack Goldsmith, The Terror Presidency: Law and Judgment inside the Bush Administration (New York : W.W. Norton, 2007), 82.
40 Goldsmith, The Terror Presidency, 183
41 Minority Report, Report of the Congressional Committees Investigating the Iran-Contra Affair, 100th Congress. 1st Session, H. Rept No 100-433, S. Rept No. 100-216, p. 465.
42 Schwarz and Huq, Unchecked and Unbalanced, 174.
43 Schwarz and Huq, Unchecked and Unbalanced, 72; cf. Sloane, «The Scope of Executive Power,» 347.
44 Compare el periodista investigativo y crítico mediático Philip Weiss, «When Black Becomes White,» en Kristina Borjesson, Into the Buzzsaw: Leading Journalists Expose the Myth of a Free Press (Amherst, NY: Prometheus Books, 2002), 186: «La reacción de los medios dominantes [a las teorías sobre el asesinato de Kennedy] ha sido tediosa – informar solemne y estoicamente sobre las afirmaciones del gobierno, una y otra vez.»
45 Scott, War Conspiracy, 10, 383, 395.
46 Gabriel Kolko, The Roots of American Foreign Policy (Boston: Beacon, 1969), xii-xiii.
47 James Risen y Eric Lichtblau. «Spying Program Snared U.S. Calls», New York Times, 21 de diciembre de 2005.
48 Borjesson, Into the Buzzsaw, 13. Hasta el ex portavoz de George W. Bush, Scott McClellan se ha referido a los medios en su libro como «facilitadores cómplices» de la propaganda de guerra del gobierno de Bush. (Scott McClellan, What Happened: Inside the Bush White House and Washington’s Culture of Deception [New York: Public Affairs, 2008], 70, 125).
49 Washington Post, 8 de septiembre de 2006. Compare, BBC, «Paranoia paradise,» 4 de abril de 2002,
http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/1909378.stm.
La táctica común de semejantes ensayos es concentrarse en creencias absurdamente excéntricas, y tratar de presentarlas como representativas de todos los que critican opiniones anti-conspirativas recibidas.
50 Washington Post, 23 de enero de 2007. Sin embargo, el 4 de mayo de 2008, el Post presentó la observación en una reseña favorable del libro ex congresista republicano Mickey Edwards: «Reclaiming Conservatism: How a Great American Political Movement Got Lost — And How It Can Find Its Way Back.»
51 Michael Ignatieff, The Lesser Evil: Political Ethics in an Age of Terror (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2004), 8.
52 E.g. Paul L. Atwood, «War and Empire Are and Always Have Been the American Way of Life,» Global Policy Forum, febrero de 2006,
http://www.globalpolicy.org/empire/history/2006/022006history.htm.
53 Alexander Cockburn, «The Age of Irrationality: The 9/11 Conspiracists and the Decline of the American Left,» CounterPunch, 28 de noviembre de 2006,
http://www.counterpunch.org/cockburn11282006.html.
54 Cumings, Origins, II, 123; cf. 13-14; Herbert Franz Schurmann, The Logic of World Power: An Inquiry into the Origins, Currents, and Contradictions of World Politics (New York: Random House, 1974).
55 Michael Klare, Beyond the «Vietnam Syndrome» (Washington, D.C.: Institute for Policy Studies, 1981).
56 E.g. Robert Wright, «All Quiet on the Western Front,» Slate, 11 de octubre de 2001,
http://www.slate.com/id/117170/ .
57 Scott, Road to 9/11, 57-61, etc. Cf. Jerry Sanders, Peddlers of Crisis: The Committee on the Present Danger and the Politics of Containment (Boston, MA: South End Press, 1983).
58 L. Fletcher Prouty, The Secret Team: The CIA and Its Allies in Control of the United States and the World (1997), http://www.ratical.org/ratville/JFK/ST/.
59 Prouty, The Secret Team (1997), Chapter II.
60 G. William Domhoff, in Jonathan Vankin, Conspiracies, Cover-Ups, and Crimes: Political Manipulation and Mind Control in America (New York: Paragon House, 1991), 125-26.
61 Scott, Deep Politics and the Death of JFK, 11.
62 Michael Parenti, Dirty Truths (San Francisco: City Lights Books, 1996),
63 Esto ha sido dudado en el caso del asesinato de John F. Kennedy, en particular por Chomsky. En cuanto a mi última contribución a este antiguo argumento, vea Scott, «War Conspiracy» (2008).
64 Scott, War Conspiracy (2008), 14; Michael Standaert, Skipping Towards Armageddon: The Politics and Propaganda of the Left Behind Novels and the LaHaye Empire (Brooklyn, NY: Soft Skull Press, 2006), 112-14.
65 Charlie Savage, Takeover: The Return of the Imperial Presidency and the Subversion of American Democracy (New York: Little Brown, 2007), 51. Extrañamente, Savage no
menciona por su nombre a las COG, pero se refiere a la década de planificación de las COG en los años ochenta como evidencia para su caso de que una «cábala de fanáticos» había estado planificando «el retorno de la presidencia imperial» desde que Cheney y Rumsfeld perdieron sus puestos en el gobierno de Ford.
66 U.S. Senate Select Committee on Intelligence and U.S. House Permanent Select Committee on Intelligence, Joint Inquiry Into Intelligence Community Activities Before and After the Terrorist Attacks of September 11, 2001.
67 Vea:1 «The Saudi Money Trail,» Newsweek, 2 de diciembre de 2002.
68 Philip Shenon, The Commission: The Uncensored History of the 9/11 Investigation (New York: Twelve/Hachette, 2008), 54-55.
69 «Dirigiéndose a la nación desde el Despacho Oval en 2005, después de las primeras revelaciones de la vigilancia electrónica sin mandato judicial de la NSA salieron a la luz, Bush insistió en que el programa de espionaje en cuestión era revisado ‘todos los 45 días’ como parte de la planificación para evaluar amenazas a ‘la continuidad de nuestro gobierno.'» (Christopher Ketcham, «The Last Round-Up,» Radaronline, 15 de mayo de 2008,
http://circleof13.blogspot.com/2008/05/last-roundup.html).
Compare con: discurso del presidente por la radio, 15 de diciembre de 2005,
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2005/12/20051217.html :
«Las actividades que autoricé son estudiadas aproximadamente cada 45 días. Cada revisión se basa en una evaluación fresca de inteligencia sobre amenazas terroristas a la continuidad de nuestro gobierno y la amenaza de daño catastrófico para nuestra patria.»
70 Parry, «Gonzales Questions Habeas Corpus,» Baltimore Chronicle, 19 de enero de 2007.
71 9/11 Commission Report, 38, 326; Scott, The Road to 9/11, 228-29.
72 Información de la Casa Blanca del 20 de septiembre de 2007,
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2007/09/20070920-9.html.
73 Jerome Corsi, «Bush makes power grab,» WorldNetDaily, May 23, 2007,
http://www.worldnetdaily.com/news/article.asp?ARTICLE_ID=55824.
74Congressional Research Service Report for Congress, «National Emergency Powers,»
actualizado el 30 de agosto de 2007, pp. 10ss,
http://www.fas.org/sgp/crs/natsec/98-505.pdf.
75 Washington Post, 10 de mayo de 2007.
76 Scott, The Road to 9/11, 183-87; citing James Mann, «The Armageddon Plan,» Atlantic Monthly (March 2004), http://www.theatlantic.com/doc/prem/200403/mann; James Mann, The Rise of the Vulcans: The History of Bush’s War Cabinet (New York: Viking, 2004), 138-45; James Bamford, A Pretext for War: 9/11, Iraq, and the Abuse of America’s Intelligence Agencies (New York: Doubleday, 2004), 70-74. Cf. Peter Dale Scott, «Congress, the Bush Adminstration and Continuity of Government Planning: The Showdown», Counterpunch, 31 de marzo de 2008, http://www.counterpunch.org/scott03312008.html.
77 Peter Dale Scott, «Congress, the Bush Adminstration and Continuity of Government Planning: The Showdown», Counterpunch, 31 de marzo de 2008, http://www.counterpunch.org/scott03312008.html.
78 Kean and Hamilton, Without Precedent, 312, cf. 9/11 Commission, Media Advisory, 20 de agosto de 2004, que fijó una fecha de 9 de enero de 2009.
79 Los Archivos Nacionales iniciaron un proyecto piloto para la desclasificación de archivos de la Comisión. Según su informe interino, de fecha 22 de junio de 2007, han hecho progresos con los archivos internos de la Comisión. Sin embargo, el siguiente pasaje muestra que de las otras agencias, sólo el FBI estaba cooperando en 2007:
Decisiones del FBI:
Desclasificados: 98 documentos (241 páginas)
Desclasificados, pero necesitan remisión a otra parte: 31 documentos (132 páginas)
Censurados: 100 documentos (400 páginas)
Censurados y necesitan remisión a otra parte: 170 documentos (1.067 páginas)
Retenidos en su totalidad: 4 documentos (15 páginas)
La CIA, la agencia con la segunda cantidad por su número de páginas en este ejercicio piloto, ha indicado que no «han tomado decisión alguna sobre como y cuando dedicará algunos recursos a este pedido.»
Aparte del FBI, no hemos recibido ninguna reacción oficial de las otras agencias remisoras («Actualización de la desclasificación de archivos de la Comisión del 11-S,»
22 de junio de 2007, http://www.archives.gov/declassification/pidb/meetings/06-22-07-tilley.pdf.)
La CIA resolvió subsiguientemente estudiar los archivos relevantes.
80 John Farmer, » ‘United 93’: The Real Picture,» Washington Post, 30 de abril de 2006. Compare: Kean and Hamilton, Without Precedent, 87: «La oficina pública del personal sugirió que la situación en NORAD rayaba en encubrimiento premeditado.»
81 Public Law 107-306, Nov. 27, 2002, Title VI, Section 610.
82 American Freedom Agenda, http://www.americanfreedomagenda.org; American Freedom Campaign,
http://www.americanfreedomcampaign.org.
83 Kean and Hamilton, Without Precedent, 312, cf. 9/11 Commission, Media Advisory, 20 de agosto de 2004, que fijó una fecha de 9 de enero de 2009.
Peter Dale Scott, ex diplomático canadiense y profesor de inglés en la Universidad de California, Berkeley, es poeta, escritor, e investigador. Es autor del libro a ser publicado en agosto (reeditado y muy ampliado): «The War Conspiracy: JFK, 9/11, and the Deep Politics of War». Su sitio en la Red es: http://www.peterdalescott.net.
Peter Dale Scott es colaborador frecuente de Global Research.