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Ayuntamiento y Comunidad de Madrid firman un acuerdo para erradicar el chabolismo, pero se olvidan de la Cañada Real

2008: un año de desalojos y derribos

Fuentes: Diagonal

La Cañada Real Galiana es, según fuentes gubernamentales, el mayor poblado chabolista de Europa, situado en las afueras de Madrid y, en gran parte, construido sobre la vía pecuaria que le da nombre. Entre chalés y debajo de cartones, allí viven unas 30.000 personas. En octubre de 2007, la Cañada fue noticia en todos los […]

La Cañada Real Galiana es, según fuentes gubernamentales, el mayor poblado chabolista de Europa, situado en las afueras de Madrid y, en gran parte, construido sobre la vía pecuaria que le da nombre. Entre chalés y debajo de cartones, allí viven unas 30.000 personas. En octubre de 2007, la Cañada fue noticia en todos los medios. Cientos de vecinos se enfrentaron a la policía para impedir el derribo de varias viviendas. No lo consiguieron. Pero sí visibilizaron su realidad olvidada. Muchos de sus vecinos llevan allí más de 15 años. Construyeron sus casas, las empresas proveedoras de agua y electricidad les suministran y el Ayuntamiento les cobra el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), como a cualquiera. Las construcciones son ilegales, pero empresas e instituciones se comportaron durante mucho tiempo como si no lo fueran. Incluso la policía patrullaba las calles de la Cañada sin denunciar ninguna irregularidad.

No todo es lo mismo

Pero la realidad de este entramado de construcciones es muy diversa y compleja. Existen varias zonas muy diferentes unas de otras. En las más extensas conviven, fundamentalmente, trabajadores de origen español y marroquí. Las casas, de piedra y hormigón, las han construido con sus propias manos. Pero también hay grandes chalés y pequeñas viviendas que algún «emprendedor» alquila a gente con pocos recursos.

Otra zona, mucho más reducida, está ocupada por chabolas de madera y cartón en las que sobreviven personas de origen rumano. En la tercera de las grandes zonas encontramos viviendas también de piedra y hormigón, como en la primera, pero el ambiente no es el mismo. No se puede pasear por sus calles sin que te increpen y pregunten qué haces allí. Entre sus vecinos viven muchos traficantes y vendedores de droga. Pero en sus 15 kilómetros la Cañada incluso alberga un colegio público. Allí se mezcla quien vive en construcciones ilegales, trabajadores que fueron estafados y pagaron por algo que no se podía vender, quienes llegaron y construyeron su casa porque no tenían más recursos, personas que se lucran alquilando habitaciones, traficantes de droga…

Futuro incierto

El 29 de octubre, Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, y Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad, firmaron un «convenio para erradicar el chabolismo» en 2011, comprometiéndose a desmantelar cuatro poblados, pero no se incluía la Cañada. La principal razón, su complejidad y tamaño. Las administraciones prefieren continuar con los desalojos y derribos selectivos, que siembran el temor entre los vecinos, a buscar soluciones para regularizar su situación. Muchos de ellos se quejan porque siempre derriban modestas casas de trabajadores y no grandes chalés o viviendas que sirven como puntos de venta de droga. Mientras, muchos de sus vecinos seguirán despertándose con el temor de asomarse por la ventana y ver las excavadoras delante de sus casas.