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28-A: confrontación o negociación

Fuentes: Rebelión

Las elecciones del 28A son decisivas porque si hay un gobierno de derechas la regresión en derechos fundamentales será una realidad y la resolución política de la cuestión catalana una quimera. Una situación que ocurrirá tanto si gobiernan el PP y Cs con la extrema derecha de Vox, como si lo hace el PSOE con […]

Las elecciones del 28A son decisivas porque si hay un gobierno de derechas la regresión en derechos fundamentales será una realidad y la resolución política de la cuestión catalana una quimera. Una situación que ocurrirá tanto si gobiernan el PP y Cs con la extrema derecha de Vox, como si lo hace el PSOE con Cs.

El PP de Pablo Casado está demostrando que es un valor seguro para la involución democrática, el retroceso en derechos sociales y laborales, y en la confrontación entre pueblos atizando el odio hacia Cataluña. En la misma línea, Cs intenta incendiar la campaña, buscando la confrontación en la calle para arañar un puñado de votos. Una campaña errática -de descalificaciones e insultos- en la que Albert Rivera intenta competir por el voto más reaccionario dejando un amplio espacio en el centro, obviando los votantes más moderados y, en definitiva, entorpeciendo que la triple derecha pueda sumar.

El PSOE se ha lanzado a consolidar la conquista del centro, reculando en los tímidos avances respecto a la plurinacionalidad del Estado, advirtiendo de la aplicación de un nuevo 155 -contundente, consensuado y no permanente- si el independentismo se salta la ley, y enredándose en la posterior política de alianzas. Los socialistas han incluido en su programa electoral el rechazo a la autodeterminación y vetan negociar con los grupos independentistas un acuerdo para la investidura. Una dialéctica continuista con el relato de las relaciones rotas posterior a la no aprobación de los presupuestos, con la que concluyen que si los votos de ERC y JxCAT son decisivos el escenario más probable es la repetición de elecciones. Una situación en la que Pedro Sánchez continuaría atizando el discurso del miedo a la extrema derecha para intentar recibir un cheque en blanco para la investidura o para conseguir un «No» explícito al referéndum, como condición previa, para abrir negociaciones para fortalecer el autogobierno catalán dentro del marco autonómico.

Por su parte, los partidos independentistas establecen el referéndum como única solución política y hacen explícito, como en el caso de ERC, que cualquier negociación pasa por la previa libertad de los presos políticos y el fin de la represión. Sin olvidar el llamamiento a la desobediencia civil pacífica que hace el Front Republicà. Ante este supuesto bloqueo, según los resultados del 28A y después de las próximas contiendas electorales del 26M volverá a surgir la realpolitik para hacer posible escenarios inverosímiles en campaña. Una campaña en la que JxCAT ataca a ERC para intentar captar voto indeciso y revertir una situación comprometida a la que los abocan todos los sondeos. Unas acusaciones que afectarán a la confianza entre los socios del Govern , en lo que es una estrategia a la desesperada para evitar el sorpasso de los republicanos en el próximo ciclo electoral. Hay que advertir que la estrategia del independentismo mágico del «nosotros solos» ha fracasado, es necesaria la autocrítica y avanzar en tejer alianzas con el resto de pueblos del Estado para hacer efectivo el derecho a la autodeterminación. En este sentido, la estrategia de ERC es la de erigirse como voto útil del independentismo, obviando la pugna con el espacio ex-convergente y confrontando directamente con el PSC para disputarle la victoria.

Otro actor que ha entrado en campaña es la Junta Electoral, limitando las posibilidades de participación de los presos políticos que son candidatos, coartando la libertad de expresión de medios públicos y restringiendo los debates electorales entre candidatos. Una polémica que habría que resolver legislando para hacer obligatorios los debates de candidatos. En este sentido, PSOE y Unidas Podemos querían aprovechar el debate para hacer visible la connivencia entre la derecha y la extrema derecha y, a la vez, para confrontarse con Vox, que ahora se presenta como víctima, y hacer así más patente la necesaria activación de los votantes de izquierdas. En este sentido, el resultado de Unidas Podemos condicionará la deriva del PSOE hacia la continuidad de las políticas neoliberales o hacia avances en materia social, laboral y de derechos humanos. Un escenario posible que tendría que pasar de la retórica de los meses de Gobierno de Sánchez a los hechos, empezando por derogar la última reforma laboral, legislar para salvaguardar las pensiones públicas y apostar por la vida en la cuestión migratoria rescatando y acogiendo personas. Así mismo, la contundencia en la entrada en el Congreso de las fuerzas soberanistas de todo el Estado favorecerían avanzar en el derecho a la autodeterminación. No obstante, hay que reiterar que este derecho no se conseguirá solo negociando sino que se ganará con mayorías amplías movilizadas como en el referéndum del 1-O o la huelga general del 3-O.

En definitiva, unas elecciones que abrirán nuevos escenarios en el Estado español y pondrán en marcha una oleada de cambio para avanzar en derechos y libertades o para retroceder con más represión y confrontación.

Jesús Gellida es politólogo e investigador social

@jesusgellida

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