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41 corazones que siguen latiendo en Guantánamo

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


 
Pintura de Muhammad Ansi que integra la exhibición Arte de Guantánamo, donde se exponen obras realizadas por ocho prisioneros en esta cárcel (cuatro de los cuales siguen detenidos). La exhibición se realiza en John Jay College of Criminal Justice de la ciudad de Nueva York, EE.UU.

El 11 de enero pasado se cumplió el décimosexto año en que la prisión de Guantánamo mantiene encarcelados exclusivamente a hombres musulmanes, habiendo sometido a muchos de ellos a torturas y detenciones arbitrarias.

Convocadas por Witness Against Torture (WAT), alrededor de treinta personas se reunieron en Washington D.C. para ayunar a lo largo de una semana con el propósito de intentar que se cerrara Guantánamo y se aboliera para siempre la tortura. Hace seis días, Matt Daloisio llegó desde la ciudad de Nueva York en una furgoneta cuidadosamente cargada de carteles y pancartas elaboradas a lo largo de doce años, además de sacos de dormir, ropa de invierno y otros artículos esenciales para esa semana.

Matt pasó una hora organizando el equipamiento en la amplia sala de la iglesia que nos iba a albergar. «Lo ha dejado todo preparado», dijo uno de los miembros de WAT.

Después, Matt estuvo reflexionando respecto a que muchos de los presos cuyos rostros y nombres aparecen en nuestras pancartas han sido ya liberados. En 2007, había 430 prisioneros en Guantánamo. Hoy, aún quedan allí 41 hombres. Shaker Aamer ha podido reunirse por fin con el hijo que no pudo conocer cuando se encontraba preso en esa infame prisión. Mohamed Ould Slahi, autor de Diario de Guantánamo, ha sido finalmente liberado. Estas alentadoras realidades no disminuyen en lo más mínimo la urgencia que sentimos al luchar por la liberación de los 41 hombres que siguen encerrados en Guantánamo.

Ni uno solo siquiera de esos 41 prisioneros fue capturado por el ejército estadounidense en el campo de batalla. Las milicias afganas y el ejército pakistaní recibieron cuantiosas recompensas en dinero contante y sonante por vender a los estadounidenses el 86% de los prisioneros. Imaginen la «luz verde» ofrecida a otros países para que practicaran la compra y venta de seres humanos.

Aisha Manar , que trabaja para la London Campaign to Close Guantanamo, señala que «las prácticas de violación de derechos seguidas en Guantánamo son ahora un modelo para las políticas de detención y encarcelación en EE. UU. y en otros Estados».

Esta escalofriante realidad se refleja en los informes de Associated Press, que revelan que los Emiratos Árabes Unidos dirigen una red de prisiones secretas en Yemen del Sur en las que los prisioneros son sometidos a torturas extremas. Entre ellas se incluye la práctica de sujetar al preso alrededor de un artefacto giratorio denominado «la parrilla», exponiéndole al fuego para que se vaya asando.

«Casi 2.000 hombres han desaparecido en esas prisiones clandestinas», informa AP, «una cifra tan alta que ha provocado protestas casi semanales entre las familias que intentan saber algo sobre sus hijos, hermanos y padres desaparecidos».

Uno de los centros principales de detención se halla en el aeropuerto Riyan, en la ciudad meridional yemení de Mukalla. Antiguos detenidos, que hablaron a condición de mantener el anonimato, explicaron que «les habían apiñado en contenedores manchados de heces, donde les tuvieron durante semanas con los ojos tapados y que les habían golpeado, atado a la ‘parrilla’ y atacado sexualmente».

Un miembro de la fuerza de seguridad yemení creada por los Emiratos Árabes Unidos, dijo a AP que las fuerzas estadounidenses estaban en muchas ocasiones a tan sólo pocas yardas de distancia.

«Sería difícil creer que EE. UU. no sabía o no podía saber que había un riesgo real de torturas», declaró Lynn Maalouf , directora de investigación para Oriente Medio de Amnistía Internacional.

El 9 de enero pasado, integrantes de WAT intentaron entregar una carta al embajador de los Emiratos Árabes Unidos, Yusuf Al Otaiba, para que respondiera sobre esas informaciones. Los guardias de seguridad de la embajada nos sacaron fotos pero dijeron no podían aceptar nuestra carta.

Dos días después nos unimos a otros grupos numerosos para llevar a cabo un gran mitin, nos vestimos con monos naranjas y capuchas negras, llevamos pancartas en las que aparecía el número «41» y desplegamos dos muy grandes, las más importantes. En una se decía: «Se necesitaría un genio* para cerrar Guantánamo». Y en la otra: «Seguimos aquí porque vosotros seguís allí».

Cuarenta y un corazones siguen latiendo en las celdas de la prisión de Guantánamo. Una cifra insoportable.

* Probablemente una ironía tomando en cuenta que recientemente Trump se definió como «un genio» (nota de Rebelión).

Kathy Kelly   ( [email protected] ) es la coordinadora de Voices for Creative Nonviolence ( www.vcnv.org ) y ha trabajado estrechamente con Afghan Youth Peace Volunteers . Es autora del libro «Other Lands Have Dreams», publicado por CounterPunch/Aka Press.

 

Fuente: http://www.counterpunch.org/2018/01/15/41-hearts-beating-in-guantanamo/  

 

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.