Traducido del francés para Rebelión por Caty R.
En el año 2004 la empresa Dominion Farms llegó cargada de bellas promesas a la marisma de Yala, Kenia. La idea era transformar una granja estatal moribunda en una plantación de arroz moderna, proporcionar empleo a la población local y construir hospitales y escuelas. El estadounidense propietario de la empresa, Calvin Burgess, se presentó como un «hombre de Dios» con una misión, llevar a África el progreso al estilo de Estados Unidos. La población local, convencida por esa visión grandiosa, decidió sin dudas y de común acuerdo permitir a Dominion Farms cultivar 3.700 hectáreas de sus tierras.
Pero diez años después las comunidades solo han cosechado miseria.
Marisma de Yala (Foto: Janak Communications)
«Cuando llegó Burgess le dejamos que tomara las tierras que previamente le había asignado el Gobierno para establecer una plantación experimental», recuerda Erastus Odindo, un campesino local. «Pero Dominion Farms valló mucha más tierra de la prevista. La empresa se ha apropiado de todas nuestras tierras comunitarias sin nuestro consentimiento y ha bloqueado nuestro acceso al agua».
Odindo y los demás campesinos locales han perdido casi todas las tierras de pastos que utilizaban para sus animales.
«Burgess se mofó de nuestra agricultura y nos dijo que abandonásemos nuestra ganadería tradicional porque estaban obsoletas», cuenta Odindo. «Pero ahora él ha vallado nuestros pastos y los utiliza para criar sus rebaños. Hemos perdido dos veces, porque además Burgess vende más barato su ganado en el mercado local, lo que nos perjudica».
Los acuerdos firmados por Dominion Farms con las autoridades locales concernían a una gran explotación agrícola. Pero la empresa se ha lanzado también a la ganadería, a la producción de vegetales y plátanos y al pescado.
«La empresa produce y vende las mismas cosas que nosotros, los campesinos de aquí», explica Odindo. «En primer lugar Dominion nos arrebató las tierras y el agua y ahora nos roba los mercados. Y su manera de cultivar no es más eficaz que la nuestra. Todas sus máquinas solo sirven para hacer ruido».
La plantación de arroz de Dominion se extiende actualmente hasta los límites de la ciudad de Odindo. «Desde un avión la empresa esparce pesticidas que caen directamente sobre nuestras casas, envenenan a las personas y contaminan las reservas de agua», se lamenta. «Los trabajadores también están siempre expuestos a los pesticidas».
Las comunidades locales acusan a Dominion de contaminar su suelo, su agua y su aire y de atentar gravemente contra la biodiversidad de la región. Dicen que actualmente les resulta difícil el acceso al agua propia a causa de la contaminación producida por los pesticidas y los abonos químicos. Y que esto es peligroso para la salud de las madres y los hijos.
Según Odindo los buenos empleos prometidos por la empresa también son un espejismo. La mayoría de los trabajadores son intermitentes y solo algunos guardias de seguridad son fijos. Dominion paga los sueldos de forma irregular y a veces con retraso. «La empresa no paga los salarios desde hace dos meses y la gente se pregunta si tendrá problemas financieros», comenta Odindo.
Sin embargo parece que Dominion tiene la clara intención de apropiarse de más tierras. Tras apoderarse de todas las tierras gestionadas colectivamente por las comunidades, la empresa sigue una política agresiva de negociaciones con los propietarios privados. Según Odindo Dominion trabaja con los multimillonarios kenianos para conseguir tierras destinadas a grandes proyectos agrícolas, como la plantación de caña de azúcar que acaba de poner en marcha.
Al mismo tiempo Dominion Farms persigue un nuevo proyecto de plantación de arroz en el Estado de Taraba, en Nigeria. Esa plantación cubrirá varias veces el equivalente al proyecto de la marisma de Yala. Odindo espera que las comunidades de Nigeria aprendan la lección de lo que ha ocurrido en su comunidad y no se dejen embaucar por las promesas de Dominion.
Grain es una pequeña organización internacional que apoya la lucha de los campesinos y los movimientos sociales para reforzar el control de las comunidades sobre los sistemas alimentarios basados en la biodiversidad.