Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Cientos de familias indocumentadas que escapan de la pobreza, la violencia y el crimen organizado en países de Centroamérica como Honduras, Guatemala y El Salvador se encuentran encerradas en «centros residenciales» en el condado de Karnes y en Dilley , Texas; en el condado de Berks , Pensilvania; y, hasta hace muy poco, en Artesia , Nuevo México. Allí se las mantiene encarceladas a la espera de que el departamento de inmigración se ocupe de su situación.
El hecho de que en EEUU tengamos centros de «detención familiar» para encarcelar a familias enteras, incluidos recién nacidos, debería espantarnos a todos. La forma en que tratamos a los más vulnerables da la medida de nuestra humanidad. Si se nos aplicara la misma vara de medir de esos centros, no seríamos más que unos bárbaros.
Cuando el presidente Obama asumió el cargo en 2009, puso debidamente fin a la práctica de la detención familiar iniciada bajo el presidente George W. Bush. Cientos de familias estaban detenidas en el infame centro residencial T. Don Hutto, una antigua prisión estatal en Taylor, Texas. En el interior del centro, gestionado por la entidad privada Corrections Corporation of America (CCA), las condiciones eran espantosas , especialmente para los niños, que componían la mitad de su población. The New York Times describió el cambio de política que ponía fin a las detenciones familiares como «el abandono más rotundo por parte de la administración Obama de las políticas de control migratorio de su predecesor».
A las familias apresadas en la frontera se les permitía de nuevo poder quedarse con los familiares que ya vivían en EEUU mientras estaban a la espera de que se celebrara la audiencia en los tribunales para solicitar asilo u otras peticiones relacionadas con la inmigración. Pero entonces, cinco años después, el presidente Obama decidió abruptamente reanudar las detenciones familiares, una decisión hecha pública en 2014 en un inoportuno anuncio del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) en el Día Mundial del Refugiado . Probablemente, el cambio de política pudo ser una respuesta a la afluencia de menores centroamericanos que llegaron solos a EEUU el pasado verano y que causó una gran polémica en el Congreso. Ahora, informaba The Times : «A partir del mes de junio del pasado año, la administración Obama ha puesto patas arriba esa tradición [permitir que los solicitantes de asilo vivan con familiares y amigos]. En vez de liberar bajo fianza a las familias que esperan audiencia, los funcionarios hacen que prácticamente todas las mujeres con hijos ingresen en las nuevas instalaciones de detención». Esa medida llegó también a afectar a un bebé de tan sólo 14 días.
De forma muy similar a lo que los demócratas hacen comparados con los republicanos, la brutalidad adquiere un barniz de humanidad. Llamado originalmente Centro de Detención Civil del Condado de Karnes, la prisión de Texas donde se encierra a cientos de mujeres y niños fue hace poco eufemísticamente rebautizada como Centro Residencial del Condado de Karnes. El centro está controlado por el Grupo GEO, la segunda mayor compañía privada, después de CCA, que gestiona las prisiones estadounidenses. Le dieron un nuevo look a fin de transformarlo de una prisión en una prisión de aspecto más agradable . Los muebles son de colores y adecuados para los niños. Un gran letrero sobre la puerta recibe a la gente con un «Bienvenidos». Pero esa amable fachada oculta el hecho de que allí se encarcela a madres y bebés.
Samira Hafiz, asesora política y legislativa del grupo «We Belong Together«, ha estado trabajando estrechamente con los inmigrantes detenidos en Karnes. En una entrevista mantenida en «Uprising» explicó que la mayoría de las mujeres que desde principios de abril participaban en una huelga de hambre en Karnes habían «superado ya de forma creíble las ‘entrevistas del miedo’, por lo que habían inicialmente demostrado que eran candidatas al asilo al tener que enfrentarse a una situación de persecución si volvían a sus países de origen». Estas madres intentaban avanzar en el proceso legal de solicitud del estatuto de inmigración. Sólo después de haber permanecido encerradas durante meses en condiciones insoportables iniciaron la huelga de hambre para atraer la atención pública.
Jonathan Ryan, director ejecutivo del Refugee and Immigrant Center for Education and Legal Services (RAICES) en Texas, me dijo que las huelguistas tuvieron que soportar represalias tan graves como ser confinadas en solitario junto con sus niños. «Reunieron a las mujeres que suponían eran las cabecillas del ayuno», dijo Ryan, «y las llevaron a celdas de aislamiento sin luz, y allí las encerraron con sus niños».
En lugar de servir como una especie de alternativa humana a la separación de las familias encarcelando sólo a los adultos, la detención familiar es una experiencia traumática, sobre todo para los niños. Puede dar lugar a graves secuelas psicológicas de por vida. Delmi Cruz y su hijo de once años, Alexis, llevan ya siete meses en Karnes y allí continúan encerrados a pesar de reunir las condiciones para que se les pueda conceder la libertad condicional. Tras participar en la huelga de hambre, fueron condenados con resto al confinamiento en solitario. Se ha sabido que Alexis sufre una profunda depresión. Ryan contó que quienes visitaron hace poco a la madre y al hijo descubrieron:
«…Que toda la conducta y salud mental de Alexis se había deteriorado velozmente durante ese tiempo y que no se ha recuperdo. Está en constante estado de llanto y depresión y evita el contacto ocular. Realmente ha sido una experiencia muy brutal, no sólo para las madres sino sobre todo para esos niños.»
A otra de las madres que también participó en la huelga de hambre, Kenia Galeano, se le permitió pagar una fianza y fue finalmente liberada una semana más tarde. Como a mediados de abril empezó una segunda huelga de hambre, Galeano dio varias entrevistas a la prensa sobre sus amigas en Karnes aún detenidas y las condiciones a que ella y otras mujeres se enfrentaron. Según consta, los guardias la amenazaron con separarla de su niño de dos años si continuaba con la huelga. Al igual que Cruz, la colocaron en una habitación de aislamiento a oscuras con el pequeño.
Pero, ¿por qué Galeano fue liberada mientras que Cruz y las demás siguieron encerradas? Porque un miembro del equipo de RAICES, que también ha hecho campaña para liberar a Delmi Cruz, pagó su fianza de 7.500 dólares. Desde el primer momento, la razón por las que ambas mujeres fueron encerradas, según Hafiz reveló, responde a que la administración Obama «ha estado utilizando la detención familiar como elemento de disuasión frente a la inmigración».
En febrero, el juez de distrito James Boasberg dictó una medida cautelar para que se pusiera fin a la práctica de la detención familiar como elemento disuasorio. Boasberg escribió «Esas detenciones… son especialmente perjudiciales para los niños pequeños». Parece que DHS respondió en vez de liberar a las familias, aumentando mucho más las fianzas (de 7.500$ a 10.000$), cantidad que la mayor parte de las madres, como Cruz y Galeano, que son pobres, no pueden permitirse pagar sin ayuda.
Las autoridades no hacen ningún secreto de que están utilizando la detención como disuasión. En una ceremonia de apertura del mayor centro de detención familiar de la nación en Dilley, el Secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, declaró : «Creo que es un elemento eficaz de disuasión… Francamente, queremos enviar un mensaje de que nuestra frontera no está abierta a la emigración ilegal y que si vienes aquí, no debes esperar que te dejen libre porque sí». A menos que puedas reunir los miles de dólares que cuesta la fianza, debería haber añadido.
A pesar de la medida cautelar de Boasberg, el Congreso aprobó el mes pasado un proyecto de ley de presupuestos destinando cientos de millones de dólares de los contribuyentes a continuar e incluso ampliar el uso de centros de detención familiar.
Como nación, estamos encerrando a bebés y a sus madres para desanimar a otros bebés y otras madres de que crucen la frontera cuando tratan de escapar de la violencia y la pobreza en búsqueda de una vida mejor. Dejando a un lado la crueldad de esa política, estudios como este demuestran que la detención no tiene un efecto disuasorio en los potenciales inmigrantes. Además, la cuestión misma se está considerando de forma equivocada. Ryan aclaró que «Esto no tiene que nada ver con reforzar nuestras leyes de inmigración. Tiene que ver con el reasentamiento de refugiados y de cómo nuestro país trata a los refugiados que bona fide buscan protección».
Así pues, ¿por qué proseguir con esas horribles políticas que están traumatizando a los niños, los más inocentes y vulnerables de entre nosotros? Una posible razón es sencillamente porque corporaciones privadas como GEO y CCA, que han creado un modelo de negocio basado en la encarcelación, sienten un ansia inmensa por arramblar con nuestros impuestos. Ryan reveló que «en estos momentos, si una mujer y un niño llegan a la frontera y no hay sitio en el centro de detención privado con ánimo de lucro, entonces a esa mujer y a ese niño se les deja libres porque, al parecer, no suponen amenaza alguna para la seguridad de nuestra nación». Esto significa que se encerrará a aquellas familias que tengan tan mala suerte de llegar a la frontera en un momento en que hay camas disponibles. Ryan añadió que «la cuota que el gobierno… establece para que esas compañías mantengan sus beneficios es la de encerrar cada noche a 34.000 personas». Cada mujer y niño encarcelados en instalaciones como Karnes son un mero cauce para que 350 dólares al día, por cada uno, vayan a parar a los cofres de las corporaciones.
Los detenidos en Karnes ganan la miseria de 3$ al día por limpiar las instalaciones. A propósito, una botella de agua cuesta 2,5$ en el economato y muchas madres trabajan todo el día para comprar agua a sus hijos, preocupadas por el fuerte olor del agua de grifo del centro de detención. El condado de Karnes se encuentra, según RT, «en medio de una de las áreas de perforación y fractura hidráulica más activas de la nación, con casi 9.000 pozos socavados y otros 5.500 aprobados desde 2008». Las operaciones de fractura hidráulica son tristemente célebres por contaminar el agua potable . Ryan relató también que a las madres que intenten llevarse escondidos un paquete de leche o una naranja de la cafetería para dárselos más tarde a sus niños, se les confiscan esos alimentos y se las acusa de «contrabando», diciéndoles que compren esos productos en el economato de esas prisiones que sólo buscan el lucro. Los niños, que no están acostumbrados a la comida que les sirven, han perdido peso, y las madres están literalmente contemplando como sus bebés se consumen ante sus ojos.
Como consecuencia de todas estas circunstancias, las madres encerradas en Karnes lanzaron la segunda huelga de hambre para llamar la atención sobre su grave situación y la de sus hijos. Hafiz dijo: «Es inhumano y antiamericano mantener a niños y madres en instalaciones carcelarias».
Tiene razón. La detención de las familias es la antítesis de los ideales de libertad, valores familiares y derechos humanos de los que nuestros dirigentes hacen tanta gala. Las madres del Centro Residencial del Condado de Karnes están luchando para hacerse oír. ¿Estamos dispuestos a escucharlas?
Sonali Kolhatkar, nacida en la India, es presentadora y productora de Uprising, columnista de Truthdig y directora de Afghan Women’s Mission.
Fuente: http://www.truthdig.com/report/item/a_reflection_of_our_barbarity_20150423