Gabi Basañez es un militante histórico de la causa internacionalista que afronta un pedido de varios años de cárcel precisamente por ejercer su práctica solidaria con otros pueblos del mundo y transmitir lo que ocurre en su país, Euskal Herria. Muy conocido en Latinoamérica por su compromiso con todas las causas justas, entre ellas la […]
Gabi Basañez es un militante histórico de la causa internacionalista que afronta un pedido de varios años de cárcel precisamente por ejercer su práctica solidaria con otros pueblos del mundo y transmitir lo que ocurre en su país, Euskal Herria. Muy conocido en Latinoamérica por su compromiso con todas las causas justas, entre ellas la de los pueblos originarios, Basañez explica por qué en octubre deberán pasar -junto a otros cuatro compañeros de militancia- por ese tribunal de excepción que es la Audiencia Nacional española.
-El 15 de octubre comienza en Madrid el juicios a «los 5 de Askapena», ¿Qué es lo que se está juzgando: a Askapena, a ustedes como militantes o al internacionalismo?
-Se juzgarán las tres cosas, porque somos cinco militantes de Askapena y las acusaciones son concretas contra nosotros, pero es de una magnitud mayor la condena que se quiere hacer al Internacionalismo y la condena del trabajo solidario en clave independentista que lleva Askapena. Por un lado se criminaliza todo el accionar de las Brigadas de Askapena, y de intercambio de experiencias con otros procesos sociales independentistas de numerosos pueblos, que se ha realizado durante años.
-Detrás de este juicio está -cuándo no- la mano del exjuez Baltasar Garzón, el mayor represor de la causa independentista vasca.
-Así es. Este proceso empezó con la famosa teoría del exjuez Garzón de «todo es ETA». En realidad es un intento de criminalizar y hacer desaparecer el trabajo en distintas áreas, tanto a nivel popular como al de los sectores más organizados, que apuestan a un proyecto Independentista de un estado socialista para Euskal Herria. Así es como comienza todo, con esa aberración de hacer que todo el movimiento popular independentista es ETA y por lo tanto, según Garzón, «terrorista».
Entonces ha habido más fases distintas en las que todo el movimiento popular, antirrepresivo, sindical, político, todos los aparatos y organizaciones que de alguna manera se sentían o sienten parte de este proyecto han estado amenazadas y han sido una por una atacadas e ilegalizadas. En esos momentos, el Estado decide que no existe vía política en Euskal Herria desde esa perspectiva de levantar un estado independentista socialista vasco.
-¿En que aspectos basarán su defensa?
-Viendo cuáles son las acusaciones, a no ser que aparezcan nuevas en el juicio, la defensa nuestra va a ser reafirmarnos como militantes de Askapena y en el trabajo organizativo y político que realizamos con Askapena. Aparte de decir que Askapena es una estructura de ETA, las acusaciones pasan porque nos hemos reunido, que hemos realizado distintas actividades en otros países, en otros procesos, que teníamos pegatinas en nuestros domicilios, que hemos pegado carteles. Esas son las «razones» pormenorizadas y nosotros asumimos que ese trabajo lo hemos realizado y lo vamos a seguir haciendo en la medida en que haya una mínima posibilidad legal de seguir con ese él.
Por un lado hay una acusación de seis a diez años de cárcel para los 5 de Askapena pero por otro lado también se está pidiendo la ilegalización de la organización internacionalista. Nos parece que se quiere limpiar de un plumazo la base internacionalista en Euskal Herria desde esa visión de un estado socialista independiente y creemos que esa defensa hay que hacerla. Hay que conseguir y creemos que lo vamos a lograr, que no ilegalicen al internacionalismo. Para ello es fundamental la movilización popular y en ese sentido la llamada que se ha hecho a realizar juicios contra el Estado español en todos los sitios donde sea posible.
-Dentro de la estrategia publicitaria que han adoptado frente al juicio, ustedes han adoptado como símbolo de apoyo a los cinco, el pañuelo palestino color naranja y una zapatilla o zapato en la mano… ¿A qué se debe este planteo?
-Por un lado, el pañuelo palestino porque es un símbolo de los internacionalistas en todo el mundo y el naranja es identificatorio en Euskal Herria con el color de la rebeldía, de la insumisión frente a todas estas operaciones contra las organizaciones políticas que al final acaban con detenciones. Por eso queríamos que nuestra defensa también sea en esa clave insumisa.
El tema de la zapatilla, porque vemos que hay que encarar este juicio con organización militante, con ganas, con movilización y le tenemos que pegar un zapatazo en la cara al estado Español, a este estado fascista que no nos deja organizarnos ni lograr las mínimas libertades públicas políticas. El zapatazo también, porque se ha usado, sobre todo en el mundo árabe e islámico, claramente como agresión y defensa contra el imperialismo.
-¿Qué ha cambiado en Euskal Herria desde que ETA abandonó la lucha armada? ¿Se puede hablar de un proceso de avance en la resolución del prolongado conflicto entre el País Vasco y el Estado español?
-Hay aspectos positivos y negativos. Los aspectos positivos serian que por un lado en las primera elecciones después del anuncio de ETA, se incrementó un poco la fuerza de la izquierda abertzale junto a otras organizaciones vascas, algo que descendió en las últimas. Esto ocurrió también con las movilizaciones de masas nacionales, que han estado más o menos potentes. Pero por otro lado, en un balance de la parte negativa, se nota una debilidad organizativa en la base, en los pueblos no hay un refuerzo de ese trabajo y hay como una transición de aquella propuesta de un Estado Independiente Vasco en donde asumíamos la autodefensa como un eje de nuestro proyecto, y la concepción actual en la que de alguna manera eso está en cuestionado. También hay una transición en ese proyecto de la vía política, tal cual como se ha planteado hasta ahora, y que veremos donde acaba, ya que está en debate. Eso sería lo más positivo y por otro lado se está manteniendo el proyecto de los movimientos populares que para nosotros son la base de cualquier proyecto que pueda enfrentar al Estado Español y al Estado francés, porque sin movimiento popular, sólo con las instituciones, no vamos a llegar a ningún sitio.
¿Nota algún cambio en la dinámica de los Estados español y francés frente al conflicto que afecta a Euskal Herria?
-No. La realidad es que siguen ilegalizándose manifestaciones, siguen los proyectos de proscribir organizaciones, continúa aumentando el número de presas y presos vascos. Unos pocos salen en libertad, pero sigue esa represión que acaba con los militantes en la cárcel y no hay ninguna rotura. Al contrario, en el sentido de dar una posibilidad a una respuesta a la ciudadanía o a una salida democrática del conflicto, la respuesta es una negación concreta de la existencia del pueblo vasco. Seguimos en la misma situación en las siete provincias, tanto las tres que están bajo administración francesa como las cuatro que están bajo la española. En ese sentido se da una inmovilidad total de los Estados.
-En una instancia como la que están por enfrentar, ¿cuánto valoran la solidaridad que les llega desde Latinoamérica?
-Qué decir a tantos compañeros y compañeras que siguen la realidad de la lucha de Euskal Herria y que comparten con nosotros las alegrías y los sinsabores de la batalla en la que estamos empeñados. Decirles que es gracias a ellos, seguramente también a parte de la movilización que puede haber en Euskal Herria, que vamos a parar este intento de criminalizar al internacionalismo vasco. Les pedimos que sigan con ese trabajo de cara al juicio y también después, de hacer llegar a otros procesos, otras gentes militantes, a otras latitudes ese proyecto que existe en Euskal Herria de un Estado Socialista Independiente, y que sigan denunciando lo que está ocurriendo aquí. Para nosotros eso es fundamental, y sobre todo en nuestro caso, agradecemos a los Amig@s de Euskal Herria que en tantas partes del mundo están realizando ese trabajo de solidaridad militante.
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