El pasado sábado hubo un enfrentamiento entre integrantes del KKK que pretendían hacer un mitin antimigrante y opositores cerca de Disneylandia, en California, donde por lo menos tres anti Ku Klux Klan fueron heridos -uno de gravedad- con cuchillos y otro aparentemente con la punta del asta de una bandera de la Confederación (las fuerzas […]
El pasado sábado hubo un enfrentamiento entre integrantes del KKK que pretendían hacer un mitin antimigrante y opositores cerca de Disneylandia, en California, donde por lo menos tres anti Ku Klux Klan fueron heridos -uno de gravedad- con cuchillos y otro aparentemente con la punta del asta de una bandera de la Confederación (las fuerzas del sur de la Guerra Civil). La imagen fue proporcionada por OC Weekly -Foto Ap
Cuidado, por favor, si uno anda dando vueltas por este país. El Klu Klux Klan reaparece en las noticias, gobiernos envenenan a sus ciudadanos, se repiten amenazas de más guerras contra quien sea, se defiende la tortura como técnica legítima, se aplastan sindicatos, mientras continúan las guerras contra los derechos de las mujeres, los afroestadunidenses, los musulmanes, y se intensifica la ola antimigrante, y eso sin mencionar la risa del 1 por ciento más rico ante la desesperación de buena parte del otro 99 por ciento, o lo que los científicos informan sobre el fin del mundo. Estamos viviendo en la tinieblas.
Todos los días se reporta sobre lo más oscuro y ominoso, y las conversaciones versan sobre qué tan mal va la cosa. Aquí huele cada vez más a algo que podría ser fascismo. ¿Pasarán?
Mucho de esto se manifiesta en el fenómeno de Donald Trump, aunque lo más preocupante no es el bufón peligroso en sí, sino la ola de apoyo de que está gozando, y que ahora lo más retrógrada y lo peor de este país tienen un mensajero que podría llegar a la Casa Blanca. «Amo a los poco educados», gritó después de su triunfo en Nevada, al señalar que esa es una de sus bases más fieles. Es elogiado cuando declara que desea golpear en la cara a un manifestante anti Trump. Y continúa con sus promesas de construir un muro para que los mexicanos no vengan a violar y a matar estadunidenses, de perseguir a los musulmanes y más (pobre de quien sea musulmán mexicano en este coyuntura). Y todos aplauden, gritan.
Hasta los periodistas ahora corren peligro. Durante los últimos meses, en los multitudinarios actos de campaña de Trump, los reporteros y fotógrafos son enviados a sitios reservados para la prensa, donde están acorralados. En cada acto, como parte del discurso, llega un momento en que Trump señala hacia donde están los periodistas para acusarlos de mentir, engañar y más, incluso los llama «mugre» (scum), mientras sus seguidores les gritan insultos. Hace un par de meses esto llegó a tal nivel que un reportero comentó a su jefe que tal vez necesitaría una escolta de seguridad para su protección al seguir cubriendo esta campaña.
Pero ahora Trump amenaza con que al llegar a la Casa Blanca cambiará las leyes para poder demandar a cualquier medio -mencionó al New York Times y al Washington Post como «los medios más deshonestos que he visto en mi vida (ambos han criticado al multimillonario repetidamente)-, entre otros, si se atreven a publicar artículos a propósito negativos, horribles y falsos. No mencionó que eso implica anular buena parte de la Primera Enmienda constitucional, que garantiza la libertad de expresión.
Muestras aún más ominosas de la ola racista que acompaña al fenómeno oscuro en estos últimos días fue el respaldo a Trump de David Duke, ex líder del Ku Klux Klan (KKK), quien comentó que «votar contra Trump… es en verdad una traición a tus antepasados». Por otro lado, el líder ultraderechista francés, Jean-Marie Le Pen, también ha expresado su apoyo a Trump.
No es sólo Trump: todos los precandidatos republicanos se distinguen por su rabia antimigrante, por su posición anticientífica de negar la existencia del calentamiento global, y todos usan la Biblia para argumentar justo lo opuesto del mensaje de Jesucristo.
Mas allá del ámbito electoral continúa la ofensiva derechista contra esta sociedad. La guerra contra los sindicatos de gobernadores y legisladores conservadores que buscan destruir su poder político con nuevas leyes diseñadas para debilitarlos en lugares como Wisconsin y hasta en California.
Una cuarta parte de las clínicas de aborto del país han cerrado, afectando el acceso a más de 30 millones de mujeres, como resultado de leyes antiaborto promovidas por varios estados.
El sábado hubo un enfrentamiento entre integrantes del KKK que pretendían hacer un mitin antimigrante y opositores cerca de Disneylandia, en California, donde por lo menos tres antiKlan fueron heridos -uno de gravedad- con cuchillos y otro aparentemente con la punta del asta de una bandera de la Confederación (las fuerzas del sur de la Guerra Civil).
En Texas, el decano de la escuela de arquitectura de la Universidad de Texas renunció a su puesto en parte por la aprobación de una ley estatal que permite que la gente porte armas ocultas en instalaciones académicas públicas, incluidas las aulas.
En Michigan, el gobernador republicano, feliz de recortar servicios y programas públicos, encubrió las consecuencias de un cambio en el servicio de agua potable en la ciudad de Flint, Michigan, que resultó en el envenenamiento con plomo a miles de familias.
Todos los días hay más huellas del paso de esta derecha en este país. Y no pasa un día en que alguien mencione que Hitler llegó al poder mediante el voto.
Rayos de luz
Por supuesto vale recordar que las fuerzas extremistas de derecha no cuentan con el apoyo mayoritario de esta población. Mas aún, hay expresiones esperanzadoras en varios ámbitos: la lucha por un salario digno de trabajadores de servicios y Walmart, Black Lives Matter, rebeliones contra esfuerzos para privatizar la educación pública y, por supuesto, la campaña sorprendente del socialista democrático Bernie Sanders con su masivo apoyo de jóvenes.
Y obviamente se está generando cada vez mayor oposición entre varios sectores minoritarios ante la retórica racista de los republicanos, y algunos pronostican un incremento dramático en la participación electoral de afroestadunidenses y latinos en la elección general, lo cual podría poner en jaque un triunfo nacional republicano. Una encuesta del Washington Post/Univision registró que 8 de 10 latinos tienen opinión desfavorable de Trump (aunque eso hace pensar sobre quiénes serán ese 20 por ciento que no).
Pero tal vez es hora de que los defensores de los mejores principios universales por todo el mundo piensen en organizar Brigadas Internacionales para apoyar a sus aliados dentro de Estados Unidos en un grito de «no pasarán» y rescatar a esta república de las tinieblas.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/02/29/opinion/027o1mun#texto