Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
La llamada guerra contra el terrorismo ha proporcionado una nueva justificación para la intervención militar francesa en África. Esto explica los opuestos resultados de las recientes intervenciones de París en la República Centroafricana y Mali. El exagerado discurso de la lucha contra el terrorismo es de gran ayuda para los políticos franceses. Ante la cercanía de las próximas elecciones presidenciales francesas en mayo de 2017 es probable que Francia incremente su intromisión militar en África.
La visión a largo plazo de la política exterior francesa en África está pavimentada de un conflicto de intereses. Algunos altos cargos del gobierno están tentados de retirarse del continente por temor a ser acusados de neocolonialismo, un tanto incompatible con la definición de la Françafrique* del presidente Hollande. Otros, que desean ser reelegidos, están más preocupados en mitigar el miedo nacional al terrorismo manteniendo el control sobre el Sahel, lo que esperan que les proporcione los votos de un electorado que demanda una mayor seguridad nacional .
El mejor testimonio de esta paradoja política son las reacciones asimétricas ante las recientes intervenciones francesas en Mali y en la República Centroafricana. Las guerras civiles en ambos países tuvieron lugar al mismo tiempo, pero los medios de comunicación y la opinión pública franceses reaccionaron de manera diferente ante ambas. La primera intervención, en el norte de Mali, se respondió con elogios al gobierno, mientras que la audiencia interna francesa apenas prestó atención a la implicación en la República Centroafricana, si no la pasó por alto. ¿Cómo se explica esta marcada división de la opinión pública ante dos acciones militares similares? Como es de esperar, se debió a que la opinión pública relaciona el discurso global de la yihad y las cuestiones de seguridad interna, relación reforzada por la negación pública de la responsabilidad postcolonial de Francia en el conflicto de África Central.
La intervención en Mali
A principios de 2012 los rebeldes tuareg del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), un movimiento separatista, se hizo con ciudades estratégicas del norte de Mali antes de acabar derrocando al gobierno. En enero de 2013 la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) y la ONU intervinieron finalmente en un intento de contrarrestar a los movimientos separatistas tuareg. Rápidamente los movimientos islamistas extremistas Ansar Dine, MUJAO y AQIM se convirtieron en los principales actores del conflicto. La intervención militar francesa (el envío de 4.000 soldados a Mali dentro de la Operación Serval ) solo empezó realmente cuando Ansar Dine se hizo con tres puntos estratégicos fundamentales en el norte de la región: Kidal, Gao y Tombuktú. [1]
No obstante, poco tenían que ver con el movimiento separatista de Azawad que inicialmente arrastró al país a la batalla. Durante un corto periodo de tiempo el MNLA y Ansar Dine lucharon juntos contra el gobierno de Mali, aunque pronto chocaron acerca de cómo gobernar las ciudades capturadas. [2] Después de tres años Mali está sumido en el proceso de construcción del Estado y a pesar de las luchas para relanzar la economía, ha logrado controlar el conflicto y centrarse en el crecimiento. El gobierno y la opinión pública franceses, las instituciones internacionales y muchos Estados africanos consideran un relativo éxito la intervención extranjera. [3]
El hecho de proyectar las prioridades políticas nacionales en la esfera internacional ha sido una herramienta fundamental para legitimar la intervención militar francesa en Mali. Al insistir en la dimensión de lucha contra el terrorismo de su intervención Francia se ganó rápidamente el apoyo de su opinión pública y de los Estados de África Occidental. Al basarse en el discurso yihadista Francia creó una causa que todo el mundo podía apoyar: proteger a África de sí misma aplastando los movimientos yihadistas y al mismo tiempo salvar a Europa de potenciales ataques terroristas.
Agitación en la República Centroafricana
Pocos meses después de que Francia entrara en Mali los rebeldes musulmanes de Seleka derrocaron al presidente cristiano de la República Centroafricana, François Bozize. Los enviados internacionales de Hollande presionaron a las Naciones Unidas para obtener apoyo sobre el terreno y finalmente en 2000 [Francia] envió a hombres en la Operación Sangaris (que es el nombre de una mariposa de la región, con la esperanza de coincidir con sus características efímeras). Sin embargo, mientras usted lee estas líneas todavía persiste el conflicto, apenas ha comenzado la construcción del Estado y las misiones de paz todavía continúan en manos de tropas extranjeras.
Legitimar la acción en la República Centroafricana ha resultado ser más problemático. La guerra civil, en la que la marginada minoría musulmana hizo frente a la mayoría cristiana dirigente, no tuvo impacto en la opinión pública francesa ni le sorprendió. La última etapa de Francia en la República Centroafricana estuvo marcada por la desastrosa herencia de sus anteriores intromisiones en la política nacional del país. Desde que obtuvo la independencia en 1960 la antigua región de Oubangui-Chari albergó de forma continua tropas francesas, que intervinieron diez veces en los muchos conflictos del país. [4] Mientras que durante el conflicto del norte de Mali se publicitó la amenaza islamista y fue aceptada por un público francés que se sentía directamente afectado por ella, ni la población francesa ni la de la República Centroafricana respaldaron ampliamente que Francia volviera a entrar en la República Centroafricana, reflejo de una fuerte implicación que en realidad nunca ayudó a estabilizar el país.
La relación de décadas entre Francia y la República Centroafricana es una de sus relaciones más catastróficas. Los historiadores reconocen que Francia ha respaldado varios golpes desde la independencia del país. Algunos de estos golpes estuvieron motivados por la necesidad de facilitar las importaciones de uranio desde Bangui y otros coincidieron con las cada vez mayores relaciones de la República Centroafricana con China.[5] Se podría argumentar fácilmente que la inestabilidad política que ha asolado la historia moderna del país se debe al asfixiante control que Francia ejerce sobre el desarrollo económico y las alianzas políticas del República Centroafricana. Incluso ahora en la página web del ministerio de Exteriores francés se puede leer que Francia «mantuvo unas relaciones de gran intensidad con la República Centroafricana«, un término amplio que refleja bien las turbulentas relaciones entre ambos países [6].
La Operación Sangaris fue el producto obvio de la falta de voluntad de dejar ir una antigua colonia. La intervención francesa en la República Centroafricana fue un primer ejemplo del cariz descaradamente neocolonial de las relaciones exteriores de Francia con el continente. Posiblemente en un intento de tener una posición preeminente en un futuro comercio o quizá simplemente para afirmarse como potencia dominante, los altos cargos franceses entran y salen constantemente de África tanto con el músculo como con el cerebro. [7] Sin embargo, sin interés alguno en discutir errores coloniales como la marginación étnica y la explotación de lo recursos, el diálogo de Francia con el continente conlleva poca aceptación de lo que realmente alimenta los conflictos en las antiguas colonias. Un ejemplo de ello son los recientes comentarios del ex primer ministro [francés] François Fillon equiparando la colonización con «compartir la cultura francesa». [8] Lo que hizo inviable la Operación Sangaris es fundamentalmente la falta de una lectura crítica de la Historia unida a la autopromoción de Francia como el mayor aliado de África .
Por otra parte, la intervención francesa en Mali fue considerada un éxito y la Operación Serval se registró como una estrella de oro en el empañado historial de Francia. Pasar la prueba de la opinión pública con gran éxito es simple: por primera vez el objetivo es una amenaza transnacional que es impredecible y amenaza a Europa. El punto central de la política de Manuel Valls, el actual primer ministro francés, es la guerra contra el terrorismo ya que a menudo repite que «Francia está en guerra contra el terrorismo, el yihadismo y el islamismo radical». [9] El ministerio de Defensa francés escribe en sus boletines más recientes que lucha contra el terrorismo es la prioridad de la nación. En resumen, la amenaza del yihadismo transnacional es la mejor excusa para una postura neocolonial en África, libre de críticas por parte del público .
La mejor forma de enmarcar el conflicto del norte de Mali era centrarse en el impacto del terrorismo islámico en la región y extender la amenaza a la propia Francia. Francia solo respondió a la petición de ayuda de Malí cuando se involucraron los islamistas. La amenaza del terrorismo convenció a la población francesa y el gobierno tuvo poca oposición por parte del público. La lucha contra un discurso que da forma a la política nacional de la mayoría de las naciones desarrolladas llevó a un respaldo rápido del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de la Unión Europea. [10]
Desde una perspectiva africana y a pesar de una tendencia a la desconfianza tras el condescendiente discurso de Sarkozy sobre el continente, la amenaza del terrorismo era y sigue siendo real. Las largas y porosas fronteras del Sahel permiten aumentar las amenazas de seguridad, como demostró la crisis de los rehenes de enero de 2013 en In Amenas, en la frontera entre Mali y Argelia. [11] En aquel momento ECOWAS y la Unión Africana respaldaron a Francia y todavía cooperan en toda África con la Operación Barkhane , una continuación de la Operación Serval en el norte de Mali extendida a cinco países de todo el Sahel. En general la zona subsahariana aprueba el hecho de que los soldados franceses «rescaten» a un Estado frágil como Mali de violentas amenazas globales y, por consiguiente, hay poca oposición del propio continente. En Francia es popular el discurso de potencias internacionales que luchan contra fracciones terroristas islamistas extremadamente organizadas.
El retratar hiperbólicamente a unos rebeldes esporádicos y activos a escala nacional como una poderosa red de yihadistas induce a error, pero las potencias internacionales lo utilizan para justificar la intervención extranjera. [12] Para los Estados africanos, especialmente en el Sahel, adoptar esta postura es popular para la política nacional y esencial para la seguridad regional.[13]
El discurso de la lucha contra el terrorismo es de gran ayuda para los políticos franceses
La necesidad de acabar con el miedo interno al islamismo global permaneciendo en el Sahel fue un sueño que se hizo realidad para el impopular gobierno de Hollande, que encontró su mayor atractivo en promocionar la lucha contra el terrorismo. La intervención en Malí fue una mina de oro para unos votos de los que estaba muy necesitado, pero los efectos positivos de la Operación Serval ya han desaparecido. Al expulsar a los islamistas del norte de Mali sin eliminarlos en realidad, Francia únicamente debilitó a Estados vecinos como Mauritania y Burkina Faso. Las consecuencias del desplazamiento de islamistas se ven a diario, desde coches bomba a cambios en las rutas del tráfico de armas, [14] además de los desplazamientos de población.
De forma similar, la República Centroafricana se enfrenta a una intervención incompleta que ha ayudado poco a reconstruir el Estado. Las recientes operaciones en África se limitan al ámbito militar, apenas cubren las necesidades de pacificación o de construcción del Estado. Aunque Michael Shurkin de RAND Corporation, y otras personas justifican al presidente Hollande por eludir sus deberes tras la intervención afirmando que nadie quiere un segundo Afganistán, [16] no se pueden ignorar las consecuencias de la falta de interés en la construcción del Estado. [17]
Lo que es más problemático es que el centrarse únicamente en las operaciones militares dejó poco espacio a entablar negociaciones con otras intervenciones extranjeras en medio del conflicto. En la República Centroafricana fue un desastre el transferir las tareas de pacificación de las tropas francesas a las europeas. Este periodo de responsabilidades poco claras, apenas planificado y, por consiguiente, pobremente organizado provocó en 2013 la mayor cantidad de muertes de habitantes del lugar. [18]
Tras ampliar la Operación Serval a la Operación Barkhane Francia cuenta ahora con 3.000 soldados en siete países africanos en una campaña de lucha contra el terrorismo. L a comunidad internacional disculpa en general lo que simplemente considera la tendencia natural de Francia a quedarse atrapado en sus propios alardes de poder. Sin embargo, este prolongado compromiso con la seguridad del Sahel es preocupante, dada la antes mencionada falta de holismo del ejército francés. Aparte de unas bases militares fuertemente equipadas en África Occidental y en torno a esta (sobre todo en Chad, Níger y Burkina Faso), poco más ofrecen los franceses que pueda garantizar la paz y la seguridad en la región .
El Mali postconflicto esperaba unos programas de pacificación entre el gobierno y los separatistas o ayuda al desarrollo para unir la región del norte con el más rico sur. Francia, en cambio, decidió financiar la Operación Barkhane , una misión destinada a eliminar a los terroristas. ¿Es sostenible esta opción? Sin gobiernos estables que puedan ofrecer servicios a sus poblaciones los movimientos rebeldes seguirán surgiendo por todo el Sahel. [19]
Además, cuando desaparezca el interés de Europa por luchar contra la amenaza islamista en el extranjero, quizá debido a un cambio de los intereses de seguridad nacional, es poco seguro que se haya transferido el adiestramiento suficiente a los ejércitos locales para un futuro sostenible.
Está claro que la política nacional francesa todavía modela el paisaje de seguridad de África. En clara contradicción con el compromiso previo de aflojar los lazos con el continente, el gobierno de Hollande ha encontrado consuelo en extender la lucha contra el terrorismo fuera de las fronteras de Francia. A consecuencia de ello, la intervención en la República Centroafricana se dejó de lado en cuanto Francia se dio cuenta de que la Operación Sangaris iba de mal en peor. Todas las miradas se dirigieron a la intervención que estaba teniendo lugar en el norte de Mali, más atractiva para los europeos que podían reconocer al enemigo de Mali como su enemigo. Los islamistas y todos los discursos que les rodean eran un objetivo perfecto para los soldados franceses ya que se les considera un objetivo legítimo. En comparación, la décima temporada de Francia en la República Centroafricana era lenta y poco atractiva para la opinión pública francesa, demasiado acostumbrada a los enredos en las antiguas colonias, enredos que considera más un hábito que una causa justa (en oposición a defender la seguridad nacional francesa en el extranjero) . [20]
En resumen, la amenaza que planteaba el terrorismo interestatal procedente de Mali tuvo una profunda resonancia en la opinión pública francesa, mientras que la disfuncional política nacional de la República Centroafricana tuvo poco interés para esa misma opinión pública, demasiado acostumbrada a conflictos similares en África y debido a que para el hogar medio francés cacería de sentido. De ahí la indiferencia generalizada hacia este último conflicto y la escasa cobertura que tuvo en los medios de comunicación . [21]
Con las elecciones presidenciales francesas de mayo de 2017 aproximándose a una velocidad alarmante, el gobierno francés se encuentra entre las acusaciones de neocolonialismo y los lamentos de la política exterior indulgente debido a sus recientes intervenciones en Mali y la República Centroafricana. Con la cuestión de la mezcolanza de Islam e islamismo en el centro de la política francesa y que probablemente va a desempeñar un papel destacado en las próximas elecciones (sobre todo después de los recientes atentados terroristas en París y Niza, y la reciente polémica de la «prohibición del burkini») no hay duda de que el futuro de la intervención extranjera francesa no puede ser sino una mayor militarización .
Sólo cabe preguntarse qué va a pasar en Gabón, otra antigua colonia francesa, tras los recientes enfrentamientos violentos relacionados con las últimas elecciones. [22] Es probable que Francia se vuelva a involucrar en un conflicto cuyas raíces se encuentran, irónicamente, en la perjudicial herencia colonial. Si se prolonga la inestabilidad de Gabón, la antigua potencia colonial encontrará una razón para intervenir sin haber aprendido demasiado de sus errores en el África Central.
Notas:
* El término Françafrique designa el conjunto de las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas para denunciar el carácter ambiguo y opaco de la relación. Françafrique estaría constituido de redes de influencia y de lobbys de actores franceses y africanos que intervienen en los dominios económicos, político y económico para apropiarse tanto de las riquezas relacionadas con las materias primas como de la ayuda pública al desarrollo (N. de la t., tomado de la interesante definición del término en http://www.toupie.org/Dictionnaire/France_afrique.htm).
[1] Griffin, Christopher, «Operation Barkhane And Boko Haram: French Counterterrorism And Military Cooperation In The Sahel», Small Wars & Insurgencies, 27-5-2016, 896-913. Web.
[2] Ibid.
[3] Marcus, Jonathan, «French Success In Mali May Herald ‘War Of The Shadows’ – BBC News», BBC News. N.p., 2013. Web, 15 de septiembre de 2016.
Lichfield, John,»France Declares Mali Intervention ‘A Success’ But Warns Of Dangerous»,The Independent. N.p., 2013. Web. 15 de septiembre de 2016.
Goldberg, Mark Leon, «France Shows Why It’s Military Is Key To Success Of Mali Peacekeeping Mission UN Dispatch», UN Dispatch. N.p., 2013. Web, 15 septiembre de 2016.
Hofnung, Thomas, «Mali : «Le Succès De L’Intervention Fausse L’Idée De L’État De Nos Forces»», Libération.fr. N.p., 2014. Web, 15 septiembre de 2016.
Merchet, Jean-Dominique, «L’intervention Au Mali, Un Grand Succès Pour La France», L’Opinion. N.p., 2014. Web, 15 septiembre de 2016.
[4] Schmidt, Elizabeth, Foreign Intervention In Africa – From The Cold War To The War On Terror. Cambridge University Press, 2013.
[5] Ibid.
[6] «République Centrafricaine», France Diplomatie : Ministère des Affaires étrangères et du Développement international. N.p., 2016. Web, 15 septiembre de 2016.
[7] Charbonneau, Bruno, «The Imperial Legacy Of International Peacebuilding: The Case Of Francophone Africa», Review of International Studies 40.03 (2014): 607-630. Web.
[8] Gaillard, Barthélémy, «France : Pour François Fillon, La Colonisation S’apparente À Un «Partage De La Culture», Jeuneafrique.Com». JeuneAfrique.com. N.p., 2016. Web, 15 de septiembre de 2016.
[9] «La Lutte Contre Le Terrorisme», Gouvernement.fr. N.p., 2016. Web, 15 de septiembre de 2016.
[10] Goya, Michel, «La Guerre De Trois Mois : L’intervention Française Au Mali En Perspectives», Politique étrangère Eté.2 (2013): 157. Web.
[11] Dowd, C. y C. Raleigh, «The Myth Of Global Islamic Terrorism And Local Conflict In Mali And The Sahel». African Affairs 112.448 (2013): 498-509. Web.
[12] Chatham House, A New Way To Engage? French Policy In Africa From Sarkozy To Hollande, Londres, Chatham House, 2013.
[13] Welz, M, «Briefing: Crisis In The Central African Republic And The International Response», African Affairs 113.453 (2014): 601-610. Web.
[14] «Burkina Faso Attack: Foreigners Killed At Luxury Hotel – BBC News»,BBC News. N.p., 2016. Web, 15 de septiembre de 2016.
[15] «Conflicts Displace 3.5 Million People In Africa’s Sahel Region: UN», ReliefWeb. N.p., 2016. Web, 15 de septiembre de 2016.
[16] Tinti, Peter. «The New French Militarism In The Sahel», Medium. N.p., 2014. Web,15 de septiembre de 2016.
[17] Marchal, R, «Military (Mis)Adventures In Mali». African Affairs 112.448 (2013): 486-497. Web.
[18] GSDRC Applied Knowledge Services, State Fragility In The Central African Republic: What Prompted The 2013 Coup?, Birmingham: GSDRC, University of Birmingham, 2013.
[19] European Parliament’s Committee on Development, Mali: Economic Factors Behind The Crisis, Brussels: European Union Directorate General for External Policies, 2014.
[20] Thomas, Dominic, Africa And France – Postcolonial Cultures, Migration, And Racism, Indiana University Press, 2013.
[21] Iaccino, Ludovica, «UN: Central African Republic Conflict Is Largest Forgotten Crisis As Aid ‘Dramatically Underfunded'», International Business Times UK. N.p., 2015. Web, 15 de septiembre de 2016.
[22] Buchanan, Elsa, «Gabon Elections: What Next Now Jean Ping Has Petitioned Constitutional Court?», International Business Times UK. N.p., 2016. Web, 15 de septiembre de 2016.
Eva Nelson es una investigadora del African Leadership Centre del King’s College de Londres.
Fuente: http://allafrica.com/stories/201609261368.html
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