Como consecuencia del repartimiento africano a cargo de Europa, este conflicto se desarrolla en el territorio al norte de África, el espacio geográfico saharaui no autónomo que fue una colonia española en ese entonces bajo el régimen fascista de Franco. Cuando en 1976 la potencia española abandona Sahara Occidental y pasa a ser de dominio […]
Como consecuencia del repartimiento africano a cargo de Europa, este conflicto se desarrolla en el territorio al norte de África, el espacio geográfico saharaui no autónomo que fue una colonia española en ese entonces bajo el régimen fascista de Franco. Cuando en 1976 la potencia española abandona Sahara Occidental y pasa a ser de dominio administrativo a manos de Marruecos y Mauritania generando el descontento de los habitantes saharauis que crean el Frente Polisario apoyado por Argelia, movimiento político y militar que busca la independencia de Marruecos y la autodeterminación de los habitantes del Sáhara Occidental.
Ese mismo año también es creada la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) que no está reconocida por la ONU y ha mantenido poca intervención en el conflicto, reconoce a Marruecos como potencia ocupante en el territorio y la soberanía saharaui del territorio en manos de España.
Con el paso de los años, en el contexto de la Guerra Fría, el gobierno marroquí reclama el territorio del Sahara Occidental contra los intereses del Frente Polisario y por medio de la construcción de un muro militarizado, el más largo del mundo después de la Muralla China, con más de 2.700 metros de longitud y aproximadamente 2,5 metros de altura que varía a lo largo de la extensión. Divide el Sahara Occidental en dos secciones, un sector bajo dominio marroquí y otra parte a cargo del Frente Polisario.
Este muro está equipado con las más modernas tácticas militares, por ejemplo, el territorio esta minado internamente y por condiciones climáticas no hay exactitud de donde se pueda encontrar una mina, cuenta con alambrado en todo el muro y obstáculos de arena o piedras, además de que es custodiado por unos 100.000 soldados marroquíes.
Son muchos los expertos que han considerado este conflicto contemporáneo como «el muro de la vergüenza» del siglo XXI, donde el acceso a la información es restringido y los medios son silenciados, un muro que lleva más de 30 años separando familias saharauis y alberga campos de refugiados que violan constantemente los derechos humanos con pésimas condiciones de vida.
Desde 1991 existe un débil alto al fuego y ese mismo año es creada la Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sahara Occidental (MINURSO) para lograr la independencia del Sáhara Occidental de Marruecos.
Tras décadas de conflicto el ex secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon hace un llamado a las partes a mantener el status quo, siendo el 2016 un año de tensión entre el Frente Polisario y Marruecos, por las constantes violaciones de las tropas marroquíes desde el pasado 11 de agosto de dicho año. Las autoridades saharauis denunciaron ante la ONU la provocación por parte del ejército marroquí y la posibilidad de una ruptura al alto al fuego, reclamando a la Organización el plan de paz que nunca se redactó.
En la mediación entre Marruecos y el Polisario, Rusia ha tenido un papel protagónico desde la visita del rey marroquí Mohamed VI a Moscú donde el dirigente ruso Vladimir Putin motiva a las partes a dialogar y encontrar una situación al conflicto. La intervención rusa pone en juego los intereses de Argelia ya que apoyaba al Frente Polisario para debilitar a Marruecos y al mismo es un territorio estratégico naval y aéreo para Rusia para frenar la expansión de la OTAN en el Atlántico.
Por otro lado, un hito histórico sucedió el pasado 21 de diciembre cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sentenció que el Sahara Occidental no forma parte de Marruecos, lo cual fue considerado y celebrado como un avance para el Frente Polisario.
La comunidad internacional se ha mantenido en silencio con respecto al conflicto, considerando el prestigio que mantiene Marruecos, una economía estable solamente separada del continente europeo por el estrecho de Gibraltar. Esta monarquía constitucional no es miembro de la Unión Africana (UA) pero el rey de Marruecos, Mohamed VI tiene intención de integrarse a esta organización después de 30 años de haberla abandonado.
A su vez Marruecos es miembro de la Liga Árabe y el Grupo de los 77 y mantiene una alta demanda turística, una sofisticada infraestructura, riqueza pesquera y excelentes relaciones comerciales con España, un país de primer mundo que somete a una población saharaui apátrida de nacionalidad y territorio que exige su propia soberanía.
La escasa o casi nula información que se maneja del conflicto es alarmante ya que demuestra el rechazo de la sociedad global hacia el continente africano sin tomar en cuenta las condiciones de vida de la población saharaui que debe elegir entre vivir en el desierto o sobrevivir bajo un régimen marroquí que atenta en contra derechos humanos por medio de la represión, violencia, persecuciones y asesinatos.
Las naciones del mundo deben encontrar una pronta solución al conflicto ya que en un futuro como consecuencia puede generar migraciones africanas hacía Europa y el resto del mundo.
La magnitud del conflicto es ignorada y este año puede ser de vital importancia para una solución diplomática al conflicto con la entrada de Marruecos a la Unión Africana ya que el gobierno saharaui amenaza con reanudar el conflicto sino se acelera el diálogo mediado por la MINURSO para realizar el referéndum y lograr la autoderminación de los habitantes del Sahara Occidental que han vivido casi cuatro décadas en medio del desierto, sin protección de un Estado en un territorio dado, siendo una pieza más del ajedrez mundial.
Lucia Vargas es estudiante de Relaciones Internacionales en Costa Rica