En Sudáfrica, el sindicato más grande, conformado por más de 300.000 miembros, según su último congreso en diciembre de 2016, es el Sindicato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica (Numsa son sus siglas en inglés). Muchos observadores han criticado la intensa militancia retórica de Numsa, a raíz de su batalla con los nacionalistas, obreros y […]
En Sudáfrica, el sindicato más grande, conformado por más de 300.000 miembros, según su último congreso en diciembre de 2016, es el Sindicato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica (Numsa son sus siglas en inglés). Muchos observadores han criticado la intensa militancia retórica de Numsa, a raíz de su batalla con los nacionalistas, obreros y comunistas afiliados al Congreso Nacional Africano, así como con los «marxistas de clase media».
Para poner en contexto los feroces intercambios entre las diversas fracciones de la izquierda marxista sudafricana hace falta considerar la historia más reciente. A pesar de que hay muchos contrarios con su causa, como pueden ser desde el capital monopolista blanco hasta los intelectuales de la izquierda independiente, la lucha más intensa ha sido contra sus camaradas camaradas en el Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (Cosatu son sus siglas en inglés) y su guía intelectual, el Partido Comunista sudafricano (SACP son sus siglas en inglés), la cual comenzó durante el último congreso de Numsa en 2013. Mi propia impresión abrumadora de ese acontecimiento fue cómo 1400 delegados (en su mayoría delegados de tiendas) llevaron rápidamente al sindicato a la izquierda, hasta el punto de pedir formalmente al presidente Jacob Zuma que renunciara.
Fue un giro extraordinario, dado el fuerte apoyo de Numsa a Zuma para reemplazar al presidente Thabo Mbeki en 2006-08. Muchos de los miembros de Cosatu-SACP esperaban que, a cambio de ese apoyo, Numsa se realizaría un giro radical hacia la izquierda en la política macroeconómica y subsidios estatales mayores para mejorar los medios de subsistencia de los trabajadores.
No obstante, de manera predecible, Zuma se aferró al proyecto neoliberal y rompió inevitablemente las esperanzas de obreros y comunistas. Inevitablemente, los murmullos anti-Zuma llegaron al punto de la protesta activa. Por lo tanto, no es sorprendente oír la desesperación de Zuma, como cuando, el pasado noviembre en Pietermaritzburg, describió a los BRICS como una aparente táctica de distracción: «Es un grupo pequeño pero muy poderoso. [A Occidente] no le gustaban los BRICS. China va a ser el líder económico número uno… [los países occidentales] quieren desmantelar a los BRICS. Hemos tenido siete votos de desconfianza en Sudáfrica. En Brasil, el presidente fue destituido». La semana siguiente a su intervención, un legislador de la oposición le pregunto a Zuma en el parlamento algo así como: ¿A qué países occidentales se refería?, ¿cómo planeaban desmantelar los BRICS? A esto, Zuma respondió: «He olvidado los nombres de estos países. ¿Cómo puede pensar que lo voy a recordar?».
Una de las razones clave de la rebelión de Numsa en diciembre de 2013 contra la Alianza fue que todavía existía un fuerte recuerdo sobre la masacre de Marikana. En el mes de agosto de 2012, 34 mineros que exigían un salario más adecuado a sus funciones y condiciones laborales fueron asesinados por disparos de la policía. En el año 2015 el documental «Miners Shot Down» de Rehad Desai ganó en premio Emmy al mejor documental internacional, y refleja la realidad del incidente.
Las semillas de esta radicalización fueron plantadas en 2008, cuando Irvin Jim se convirtió en el líder. Al igual que cualquier sindicato, Numsa ha tenido que dirigir enormes recursos a las actividades de apoyo de los miembros, algo que cualquier unión o sindicato ha de promover antes de dedicar sus esfuerzos a la política. Aunque siempre hay retrocesos en esta línea, Numsa ha dado pasos notables hacia el corporativismo obrero y la militancia independiente. Desde 2008, y en términos generales, los líderes y miembros de Numsa han:
1- Restablecido la fuerza interna de la izquierda de Numsa (después del liderazgo de Silumko Nondwangu);
2- Propuesto nuevos argumentos a la esfera pública sobre el carácter del bloque neoliberal;
3- Ayudado a identificar cuáles eran las debilidades de SACP y Cosatu, y, por lo tanto, abrieron un debate que culminó en el congreso especial de Numsa 2013, donde se hizo la primera llamada en contra de Zuma;
4- Ganado una huelga nacional que duró cinco semanas en 2014, y se enfrentó a las masivas presiones de desindustrialización desde que los precios del aluminio y del acero se desplomaron, y el dumping se convirtió en una amenaza mortal para las fundiciones principales;
5- Aumentado el número de miembros a 330 000;
6- Movilizado a sus miembros en protestas muy significantes, como la que ocurrió hace menos de un año en la que 30 00 personas protestaron contra la corrupción, a pesar de una desastrosa ruptura de alianzas con otros grupos en los sectores más liberales de la sociedad civil;
7- Unido a los disidentes de Cosatu en un bloque más comprometido y han conseguido establecer un proceso para el anuncio (mayo de 2016) y el lanzamiento (en algún momento de este año) de una nueva federación de trabajadores;
8- Y finalmente, de manera bastante realista, han abierto la puerta a la posible formación de nuevo partido obrero.
Los dos últimos logros, una nueva federación bajo la dirección de Vavi y un posible partido obrero, son los principales proyectos con vistas al futuro. El proyecto del Frente Unido subió brevemente en 2013-14 y luego se estrelló en 2016 por distintas razones, alienando a muchos aliados lógicos y perdiendo personal respetado en el proceso.
Y aunque Vavi representa una corriente socialista amplia y de mente abierta, que abarca desde la NDR hasta la sociedad civil radical, Numsa ha enfatizado recientemente una definición de su «línea» particular con respecto a una Revolución Nacional Democrática. Esa línea, con su categoría de «sindicato marxista-leninista», antes de un partido obrero vanguardista, es rechazada como «marxismo-leninismo rígido» por intelectuales de izquierda independiente, a lo que responden los ideólogos de Numsa: «¡el pequeño burgués inútil!». Aún así, siendo francos, Numsa tiene un buque masivo arrastrando olas agitadas por encima de corrientes profundas y tortuosas en aguas desconocidas, y la otra izquierda lleva un barco más limitado, pero en aguas poco profundas bien conocidas.
Sin embargo, ¿qué pasaría si para las elecciones de 2019 Numsa encuentra una forma de ir de forma paralela o incluso en coalición directa con el principal partido izquierdista del país, los Combatientes de la Libertad Económica (FEP)? Recordemos que después de su formación en 2013, el FEP pasó del 6% de los votos en las elecciones de 2014 al 8% de los votos en la encuesta municipal de 2016, suficiente para sacar al ANC de los ayuntamientos de Johannesburgo y Pretoria. FEP se unió con la Alianza Democrática de centro-derecha. (Este matrimonio infeliz podría dar lugar al divorcio antes de 2019, probablemente en medio del FEP y la contestación del ANC sobre una recuperación inevitable en las protestas de entrega de servicios del municipio).
Con el ANC por debajo de su máximo, en 2004 de 69% en una elección nacional a su mínimo de 2016 en el 54% en la encuesta municipal, es bastante concebible que en términos electorales exista un enorme potencial para que un partido de izquierdas tenga un papel decisivo en la política nacional, al igual que el FEP en los municipios de Johannesburgo y Pretoria. Sin embargo, si los líderes marxistas-leninistas de Numsa y el FEP se encuentran en coalición, ¿podría convertirse un movimiento de Numsa-FEP en el denominado «momento de Numsa»?
Muchos de la izquierda independiente no consideran este escenario como favorable debido a una preocupación general de que el líder del FEP, Julius Malema retomará el 10% del poder de voto en el ANC en el caso de que (como en agosto de 2016 en Joburg y Tshwane) se podría convertir en un «la carta más valiosa». Este escenario supone que el voto del ANC cae por debajo del 50% y que todos los partidos de oposición se unen para negar al partido gobernante cualquier otro botín nacional. Malema dijo frente a la audiencia el año pasado que, si tal oportunidad surgía en 2019, podría destruir primero el ANC y luego reconstruirlo en alianza con el FEP. Pero si Cyril Ramaphosa, Nkosazana Dlamini-Zuma o Zweli Mkhize dirigen el ANC, no resultará tarea fácil sostener dicho argumento.
En dicho escenario, el remedio podría ser una alianza o influencia por parte del partido de los trabajadores en el FEP, para evitar la regeneración del nacionalismo neoliberal y la creación de nuevas élites. Esto es por lo que algunos argumentarían que Numsa tiene un papel decisivo en toda esta historia. Una vez que el radicalismo del FEP llegue a su punto máximo y se retire a una corriente más populista, el FEP ha de demostrar su capacidad de unir corrientes y, de alguna manera, «calmar» al FEP antes de que se radicalice demasiado. No obstante, no hay manera de predecir qué va a pasar antes de 2019 debido al carácter impredecible de la política de izquierda en Sudáfrica. Si la situación fuese un poco más predecible, las condiciones para una construcción de movimiento mucho más fuerte -un sucedáneo de una «Resistencia Unida» (United Resistance) de las fuerzas de izquierda, como ahora se denomina en Estados Unidos contra las políticas sociales y de inmigración de Donald Trump- ya habrían generado un comunismo ascendente.
Patrick Bond es profesor de Política económica en la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo, Sudáfrica.
Traducción, Cristina Pérez-Cerdá Maldonado
Fuente: http://www.africafundacion.org/spip.php?article26461