La iniciativa ‘Lucha contra el Extremismo Violento’ iniciada por Obama invita a líderes locales a que identifiquen indicios de radicalismo en personas de su comunidad, pero documentos internos del FBI que acaban de conocerse lo describen como un plan de recogida masiva de información sobre musulmanes. «En la práctica el programa se ha centrado casi exclusivamente en las comunidades musulmanas» y los destinatarios de esos datos eran las agencias de investigación, concluye el estudio del Brennan Center for Justice
Nueva York – Los musulmanes de EE.UU. se sienten perseguidos después de los atentados en París «Su premisa subyacente, que ignora los casos de violencia ultraderechista, es que las comunidades musulmanas de Estados Unidos requieren un tratamiento especial por su susceptibilidad al terrorismo», denuncia el Brennan Center.
Documentos internos de los cuerpos de seguridad estadounidense detallan una controvertida iniciativa puesta en marcha en determinadas comunidades con el objetivo de identificar potenciales terroristas antes de su radicalización.
El FBI describió el programa como una iniciativa diseñada para «fortalecer la recogida de información de inteligencia y de investigación, así como la capacidad de colaboración para ser proactivos en la lucha contra el extremismo violento». Esta descripción se realizó en un documento de agosto de 2016 sobre una conferencia de formación del programa Lucha contra el Extremismo Violento (CVE) y ha sido revelada por una petición de la ley de transparencia estadounidense.
A pesar de años de negativa oficial, grupos de derechos civiles de musulmanes estadounidenses denuncian que el programa de Barack Obama era un eufemismo para mantener a los musulmanes bajo vigilancia. Bajo la administración de Donald Trump, el Departamento de Interior está contemplando la posibilidad de renombrar el programa ‘Lucha contra el Islam Radical’ o ‘Lucha contra la Yihad Violenta’.
A pesar de su nombre actual, el programa, «en la práctica, se ha centrado casi exclusivamente en las comunidades musulmanas de EEUU», de acuerdo con un nuevo estudio del Brennan Center for Justice, que obtuvo la documentación interna del FBI bajo la Ley de Libertad de la Información.
Los críticos ven en el programa CVE la base para que Trump aplique su mano dura sobre los musulmanes. «La administración Obama describió el CVE como una aproximación liderada por las comunidades para luchar contra el terrorismo y negó rotundamente que fuese un programa de vigilancia. Pero las agencias de seguridad encargadas de perseguir e investigar el terrorismo -como fiscales, el FBI y la policía local- están en el centro de estos programas y los ven como una forma de recoger información sobre musulmanes que no son sospechosos de ningún crimen», explica Faiza Patel, la autora principal del estudio del Brennan Center.
Cooperación con líderes de la comunidad musulmana
En la era Obama, CVE estaba enmarcado como un acuerdo comunitario con el Gobierno. Con dinero y apoyo del Ejecutivo se animaba a los líderes locales a identificar los primeros indicios de radicalización. El programa también equipaba a los líderes para impedir a los jóvenes en riesgo caer en la violencia, aparentemente como una alternativa a su persecución.
A pesar de los documentos obtenidos y la descripción que hace en ellos el FBI, la administración niega tanto un foco excesivo sobre los musulmanes como que el programa funcionase como uno de inteligencia.
Para los musulmanes estadounidenses y los defensores de las libertades civiles, la característica estructural del CVE es el protagonismo de las fuerzas de seguridad y la sensación de estigmatización que ello conlleva. Los fiscales, el FBI y la policía juegan un papel evidente en el CVE. Aunque analizar el gasto del dinero federal en el CVE es difícil porque una buena parte no es pública, el Brennan Center estima que un tercio de los receptores son «la policía, las agencias de servicio público y las instituciones de investigación policial».
De acuerdo con el documento de agosto de 2016 del FBI, los esfuerzos del CVE «se adaptarán a las divisiones operacionales para dar apoyo a esfuerzos existentes de reducción de la amenaza». Los socios del FBI son un «sinnúmero de oficinas de seguridad», incluida la «Asociación Internacional de Jefes de Policía, las principales comisarías y sheriffs de condado». Además, los esfuerzos de participación «permiten un desarrollo de las relaciones con líderes civiles, organizaciones comunitarias y con académicos».
El Brennan Center señala que el material que ha obtenido sobre el CVE no descarta que se compartiese información conseguida por este programa con la policía o con el Departamento de Interior.
CVE es análogo, escribe el Brennan Center, a un controvertido programa del Gobierno británico llamado ‘Prevenir’, que invita a las instituciones locales como los colegios a informar de indicios de radicalización. Musulmanes británicos informaron sentirse estigmatizados por un programa que dice que invita a los profesores, doctores y trabajadores sociales a informar sobre ellos.
Polémicos indicios de radicalización
El FBI tampoco es consistente a nivel interno sobre si la radicalización lleva al terrorismo, una tesis que los investigadores de terrorismo consideran demasiado simplista. El documento de agosto de 2016 pide ser «proactivo» al abordar «los catalizadores que llevan a la radicalización y movilización».
Pero su Plan Estratégico para Frenar el Extremismo Violento de 2015, también sacado a la luz por el Brennan Center, informa: «No hay un camino ni un tipo de personalidad propenso a adoptar una visión extremista o a mostrar tendencias violentas».
En documentos internos, las guías del CVE sobre los indicios de comportamiento terrorista incluyen una serie de discursos protegidos por la primera enmienda y confunden la disidencia política con la posible violencia.
Dichos indicios, de acuerdo con un programa de CVE en el condado de Montgomery, Maryland, incluyen una cierta sensación de que Occidente está en guerra con el Islam debido a «las intervenciones de EEUU en Afganistán e Irak, los ataques con drones en Pakistán, el establecimiento de bases militares en países de mayoría musulmana, los abusos de derechos humanos contra musulmanes en Guantánamo, violaciones de derechos civiles, el apoyo de EEUU a Israel y la reticencia de Washington a apoyar cambios de régimen en Estados autoritarios de Oriente Medio».
Otros posibles indicios indicados en los documentos sobre el CVE incluyen sensación de alienación, desesperanza e injusticia, que el Brennan Center señala que «no predicen la violencia y que no levantarían sospechas si se identificasen en personas no musulmanas».
El destino de CVE en la administración Trump no está claro. El FBI ha rechazado comentar el asunto y el Departamento de Interior no ha respondido a las preguntas, incluidas las de un posible cambio de nombre que se centre explícitamente en los musulmanes.
«Aunque se han hecho muchas propuestas para cambiar el nombre del programa y centrarse explícitamente en el islam radical, CVE siempre ha sido sobre musulmanes», explica Faiza Patel.
«Su premisa subyacente, que ignora los casos de violencia ultraderechista, es que las comunidades musulmanas de Estados Unidos requieren un tratamiento especial por su susceptibilidad al terrorismo. Es parte de una serie de estereotipos sobre los musulmanes como personas violentas por naturaleza que ha culminado en la obvia antipatía de la administración Trump hacia el islam», añade.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti