«Acaba de empezar, denle una oportunidad», pide para Trump, María Zajárova desde Moscú, porque parecería que cien días es un plazo muy corto para aprender a manejar un imperio belicoso, por inteligente que se sea. Pese a haber suscrito 25 decretos presidenciales y 28 leyes, en EEUU todo un récord de guinness, sus críticos lo […]
«Acaba de empezar, denle una oportunidad», pide para Trump, María Zajárova desde Moscú, porque parecería que cien días es un plazo muy corto para aprender a manejar un imperio belicoso, por inteligente que se sea. Pese a haber suscrito 25 decretos presidenciales y 28 leyes, en EEUU todo un récord de guinness, sus críticos lo ven como lo peor de lo peor y dicen que el número es lo de menos, lo importante es la calidad, pues internamente no ha logrado nada y externamente menos aún; sin embargo él mismo cree lo contrario y le da a su administración las más altas notas, e incluso, el palazo de ciegos de bombardear Siria, que dio sin razón alguna, no le bastó para alcanzar la popularidad que sus predecesores lograron con menos esfuerzo.
Lo cierto del caso es que prometió controlar al banco de la Reserva Federal, combatir junto con Rusia el terrorismo, eliminar las intervenciones de la CIA contra gobiernos extranjeros, promulgar una ley que mejore la ‘Obamacare’, construir una muralla con México, crear puestos de trabajo, invertir un trillón de dólares en obras públicas, mejorar las relaciones con Rusia, limitar las importaciones desde China, pero nada de eso se ha visto y desde que intenta manejar la política real de su país, sus palabras se convirtieron en simples metáforas, según justifican sus asistentes.
«No es político y no está preparado para gobernar» dicen en cambio sus opositores, y crecen las manifestaciones en contra de su agenda política, de sus «ataques a la ciencia» (llaman así al recorte presupuestario para la protección del medio ambiente, que pone en peligro la calidad del aire y el agua de los ciudadanos de EEUU) y de su amenaza de retirarse del Acuerdo de París para frenar el calentamiento global, que suscribieron casi todos los países del globo; los manifestantes lo llaman mentiroso y recalcan que ‘la negación no es una política’.
Mientras tanto, los sectores belicistas de Washington se aprovechan de esta coyuntura para instalar por todas partes paraguas contra misiles, lo que, según Moscú, les provoca la fantasía de ostentar el dominio militar más absoluto, de ser invulnerables y les conduce a dar pasos peligrosos para resolver problemas globales y regionales, alejados del sentido común y de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, como es el caso de la crisis de la península de Corea, donde el peligro de una guerra nuclear se da como nunca antes. Todavía se está a tiempo, antes de que no haya dónde esconderse.
Ojalá se escuche el llamado del papa Francisco para resolver esta crisis por la vía diplomática. Durante su viaje a Roma luego de visitar Egipto, el pontífice manifestó a la prensa: «El camino es el de la negociación… porque la situación está demasiado caliente… Estamos hablando del futuro de la humanidad. Hoy una guerra destruiría si no la mitad, pero una buena parte de la humanidad y de la cultura, de todo, de todo… Sería terrible. No creo que la humanidad pueda soportar esto». Pudo añadir: Lastimosamente, el hombre posee demasiado poder y muy poca inteligencia.
Pensar que todo comenzó con la renuncia del general Flynn, golpe del que Trump no se recupera todavía y del que ojalá alguna vez se recupere, porque dicho paso lo conduce directamente a las fauces del lobo.
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