El suspenso en la Casa Blanca es cada vez más intenso, y el futuro de la presidencia de George W. Bush -que comenzó prometiendo terminar con los escándalos y una conducta ética y honesta- depende ahora de si será formalmente acusada de engañar al público sobre la guerra contra Irak y de tratar de suprimir […]
El suspenso en la Casa Blanca es cada vez más intenso, y el futuro de la presidencia de George W. Bush -que comenzó prometiendo terminar con los escándalos y una conducta ética y honesta- depende ahora de si será formalmente acusada de engañar al público sobre la guerra contra Irak y de tratar de suprimir pruebas de que lo hizo.
Patrick Fitzgerald, el fiscal especial encargado de investigar si altos funcionarios de la Casa Blanca filtraron a los medios la identidad de una agente encubierta de la CIA como parte de un esfuerzo para descalificar a un ex embajador que había puesto en duda algunas de las justificaciones para la guerra contra Irak, no anunció públicamente sus conclusiones hoy, como muchos esperaban. Por lo tanto, la especulación y el suspenso continuaron, y ahora implican directamente al propio vicepresidente, Dick Cheney.
El New York Times reveló esta semana que Cheney sabía desde antes la identidad de la agente, Valerie Plame, y que fue él quien lo comentó con su jefe de equipo, Lewis Libby, una de las figuras que podría ser acusado formalmente por el fiscal Fitzgerald. Aparentemente, Libby no informó esto al presentar su testimonio ante el gran jurado convocado por el fiscal, y por ello podría ser sujeto a un cargo de perjurio u obstrucción de la justicia, señalan analistas. Plame es esposa del ex embajador Joseph Wilson, quien finalmente denunció la manipulación de información falsa sobre supuestos tratos entre el régimen de Saddam Hussein y el gobierno de Níger para conseguir uranio -uno de los ejes del argumento en favor de la guerra presentado ante el mundo por el gobierno de Bush.
Pero el hecho de que el propio vicepresidente pudiera estar involucrado en el posible delito, o por lo menos en encubrirlo, hizo temblar más a la Casa Blanca y sus aliados. De hecho, el noticiero CBS News anunció anoche así esta noticia: «El vicepresidente: ¿qué sabía y cuándo lo supo?» Esa frase fue empleada durante la investigación contra el presidente Richard Nixon en el escándalo de Watergate, que marcó el fin de esa presidencia.
Fitzgerald se reunió hoy con el gran jurado sobre este caso, consultó con algunos de sus investigadores y el juez que preside el asunto y se retiró sin hacer ningún anuncio (los procedimientos son secretos), dejando que los artistas de la especulación ejercieran libremente sus talentos.
Crisis en varios frentes
Con esto y más, esta presidencia está pasando por los días más oscuros de sus cinco años de poder. El apoyo a la guerra continúa en deterioro, la situación violenta en Medio Oriente empeora, las secuelas de Katrina siguen azotando y las iniciativas políticas del presidente -desde la reforma del seguro social, nombramientos a la Suprema Corte, inmigración, entre otros- no prosperan. Y cada día más voces de su partido o de su gobierno ofrecen desde apreciaciones pesimistas hasta expresiones de rebelión abierta.
Lawrence Wilkerson, jefe de equipo del exsecretario de Estado Colin Powell entre 2002 y 2005, lanzó otra denuncia más (primero lo hizo la semana pasada en un discurso en Washington) sobre cómo la política de seguridad nacional fue secuestrada por una pequeña «camarilla» encabezada por Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en un artículo publicado hoy en Los Angeles Times.
Wilkerson denuncia que «los trabajos insulares y secretos (de esta camarilla) fueron eficientes y rápidos -no muy diferente a la toma de decisiones que uno asociaría más con una dictadura que con una democracia-«, y resumió su argumento de que al evitar proceder a través de los canales y con las normas existentes en la estructura gubernamental dedicada a asuntos de seguridad nacional, este grupo logró superar a críticos y opositores de sus propuestas dentro del gobierno. «Pero el proceso secreto finalmente fue un fracaso. Produjo una serie de decisiones desastrosas….», por lo cual, según él, se llegó a la situación actual de crisis en Irak y a las deterioradas relaciones diplomáticas con buena parte del mundo.
Protestas y pérdida de popularidad
A la vez, los costos humanos y económicos de la política bélica continúan restando apoyo popular a la guerra contra Irak. Al llegar a dos mil los soldados estadunidenses muertos en la invasión y ocupación de Irak, hoy se realizaron cientos de actos de protesta por todo el país. El New York Times publicó en cuatro planas fotos de los mil soldados muertos recientemente en Irak, y otros medios registraron el hecho con historias de dolor, conflicto y angustia en comunidades que han enviado sus hijos al conflicto. Los 50 estados de la unión han sufrido por hijos e hijas muertos en Irak.
Esta guerra, que también ha dejado heridos a más de 15 mil soldados estadunidenses y quitado la vida de más de 30 mil civiles iraquíes, no ha contado con el apoyo de la mayoría del pueblo estadunidense desde hace meses, según varias encuestas. La más reciente, realizada por Harris difundida esta semana, registra que dos de cada tres estadunidenses (66 por ciento) cree que el presidente está manejando mal su guerra en Irak, 53 por ciento cree que la acción militar en Irak fue un error y 61 por ciento dice que Estados Unidos no será exitoso en la aventura bélica.
Hasta ahora la guerra ha costado poco más de 204 mil millones de dólares y según el Institute for Policy Studies (IPS) en Washington, esa cifra podría haber financiado casi dos millones de unidades de vivienda, o 40 millones de becas universitarias, o podría pagar completamente un programa antisida a escala mundial o habría sido suficiente para inmunizar a todos los niños del mundo. Según el IPS, el costo promedio mensual de esta guerra en términos reales es de 5.6 mil millones de dólares, la de Vietnam fue de 5.1 mil millones.
Pero el presidente insiste en que esta guerra tiene que continuar. Solo anoche en una cena del Partido Republicano -el mismo día que murió el soldado número dos mil en esta guerra- mientras ricos donantes cenaron filet mignon y regalaron un millón de dólares a la causa de su partido, Bush reiteró que la misión en Irak tiene que ser llevada a su conclusión. «Tienen una arma, y esa es su voluntad de tomar vidas inocentes. Matarán mujeres y niños para intentar lograr sus objetivos», y señaló que sería un error sacar a las tropas de Irak ya que «invitaría al desastre, no sólo para los iraquíes sino para ciudadanos estadunidenses».
Fantasmas en la Casa Blanca
Pero las encuestas registran que el presidente enfrenta un grave problema: falta de credibilidad. Según una encuesta de CNN/USA Today/Gallup difundida hoy, revela por primera vez que 50 por ciento de la gente opina que Bush no es honesto o confiable -cuando fue electo por primera vez 64 por ciento estimaba que era honesto y confiable, cifra que se elevó hasta 77 por ciento en un momento-. No sólo esto, por primera vez la mayoría cree ahora que Bush no tiene la personalidad y «cualidades de liderazgo» que debería tener un presidente. Si estuviese sujeto a una elección hoy, 55 por ciento votaría por un demócrata y sólo 40 por ciento por Bush (quien ganó la pasada elección 51 por ciento contra 48 por ciento).
Tal vez por eso ocurrió algo misterioso: cuando esta tarde uno ponía la palabra «fracaso» en inglés en el buscador de Internet de Google, y seleccionaba el botón que llevaba a un solo sitio, el resultado que aparecía en pantalla era la página de la biografía oficial de Bush en el sitio de la Casa Blanca.
Mientras tanto, continúa la espera de la decisión del fiscal especial, y si aun en el menos peor de los casos para los republicanos concluye que no tiene suficientes pruebas para presentar cargos formales, este gobierno ya sufrió heridas que muy difícilmente podrá curar en los tres años que faltan de este periodo presidencial.
En el peor de los casos, los fantasmas de Vietnam y Watergate podrían visitar la Casa Blanca justo a tiempo para Halloween y podrían decidir instalarse ahí durante mucho tiempo.