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Sahara, treinta años de dignidad

Fuentes: Diario de León

Los cientos de niños saharauis que cada verano son acogidos por familias leonesas nos recuerdan, con su mirada profunda y sus cuerpos delgados, una deuda histórica que el estado español tiene con el pueblo saharaui. En 1955 España ingresó en la ONU con el compromiso de acatar todas sus resoluciones, entre ellas las que garantizaban […]

Los cientos de niños saharauis que cada verano son acogidos por familias leonesas nos recuerdan, con su mirada profunda y sus cuerpos delgados, una deuda histórica que el estado español tiene con el pueblo saharaui.

En 1955 España ingresó en la ONU con el compromiso de acatar todas sus resoluciones, entre ellas las que garantizaban el derecho de autodeterminación de las colonias africanas. Sin embargo, en 1958 le da el carácter de provincia al Sahara Occidental, intentando mantener ese territorio.

Entre 1954 y 1962 acceden a la independencia los países limítrofes: Marruecos, Túnez, Mauritania y Argelia y ya en estos años 60 comienza la reivindicación nacional en el Sáhara. El 17 de julio de 1970 los servicios secretos españoles descabezan al movimiento clandestino saharaui haciendo desaparecer a Sidi Brahim Bachiri, su líder, cuyo paradero se desconoce hasta hoy. Aumentaba la represión, a través de la Legión, traduciéndose en muertos y desaparecidos.

En ese mismo periodo, España se compromete ante la ONU a realizar un referéndum de autodeterminación entre la población saharaui, pero paralelamente inicia la explotación del fosfato en Buckraa, firmando créditos con entidades financieras internacionales como la Banca Rockefeller o la alemana Krupp, encargada de gestionar la línea transportadora de Fos-Buckraa desde el yacimiento hasta el puerto, vigilada por los legionarios españoles.

En 1967 España instituye un «parlamento títere» local (la Yemaa), eliminando las instituciones tradicionales de gobierno saharaui: el Consejo de los Cuarenta o «Aid Arbain» (40 manos). Ante esta eliminación de su poder tradicional, la población saharaui responde de forma pacífica y crea la OALE (Organización de Avanzada para la Liberación del Sahara).

Posteriormente, el 10 de mayo de 1973, se funda el Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Shagia al Hambra y Río del Oro). Por esa época, Franco y varios de sus ministros viajan a El Aaiun y declaran que el territorio y sus recursos pertenecen exclusivamente a la población saharaui. Pero a la vez crean un partido fantasma, el PUNS (Partido de Unificación Nacional Saharaui) intentando contrarrestar al Frente Polisario. El Secretario General del PUNS acabaría siendo ministro marroquí y Alcalde de El Aaiun ocupado por Marruecos.

En el verano de 1975 visita el Sahara una Comisión de la ONU con el fin de conocer las aspiraciones del pueblo saharaui. Dicha Comisión iba a ser recibida por una gran manifestación preparada por las autoridades españolas en El Aaiun. En el momento clave, todos los manifestantes cambiaron las banderas del PUNS por las del Frente Polisario. El escándalo y la demostración de fuerza del Polisario fueron enormes.

Eran años en que la situación interna en España era muy inestable; Franco estaba agonizando y la coyuntura favorecía las ansias expansionistas de Marruecos (apoyadas por Francia y Estados Unidos). El entonces príncipe Juan Carlos viajó a El Aaiun y prometió a los saharauis que les apoyaría para conseguir su derecho a la autodeterminación. Pero, tan sólo unos días después, el 14 de noviembre de 1975, España firmó con Marruecos y Mauritania el Tratado de Madrid, por el que se repartía entre estos dos países el territorio del Sahara Occidental.

Los saharauis, con el Frente Polisario a la cabeza, se levantaron contra esta traición. En los días siguientes la mayoría de la población, escapando de los bombardeos con napalm y fósforo blanco de la aviación marroquí, se ve obligada a huir. Miles de niños, mujeres y ancianos tuvieron que recorrer a pie kilómetros de desierto, sin saber a dónde dirigirse y acosados por los ataques aéreos. Paulatinamente se van instalando en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el desierto argelino, donde intentan sobrevivir desde entonces más de 200.000 personas en condiciones infrahumanas.

El Sahara es dividido en dos: una parte ocupada ilegalmente por Marruecos (un 60% del territorio y la mayoría de las ciudades importantes) y otra parte liberada y controlada por el Polisario.

El 27 de febrero de 1976, hace ahora 30 años, en la noche del desierto de Birlehlu, se proclamaba la República Árabe Saharaui Democrática, en plena guerra de liberación contra los ocupantes marroquíes y mauritanos. El Uali Mustafa fue el primer presidente de la RASD, murió en una acción militar del Frente Polisario el 9 de junio de 1976 en Nuackchott, Mauritania y es desde entonces el héroe mítico de la resistencia saharaui.

El 14 de noviembre de 1976 visita los campamentos de refugiados Felipe González y en Rabuni promete una apoyo incondicional a la RASD cuando fuese presidente. En 1982, los saharauis pudieron comprobar de nuevo el escaso valor de las promesas de los dirigentes españoles.

Mauritania se retira pronto del conflicto, ante las victorias de los saharauis que se acercan incluso a su capital, y firma la paz con la RASD. Pero continúa la guerra con Marruecos y sólo se firma un «alto el fuego» en 1991, auspiciado por la ONU y con la garantía de celebrar un referéndum de autodeterminación entre la población saharaui.

Desde ese momento han transcurrido 15 años y no se ha avanzado nada. Marruecos retrasa, obstruye y dilata el proceso del referéndum con el objetivo de legalizar su ocupación del Sahara Occidental. Se siente fuerte y ya no habla de autodeterminación, sino de una autonomía limitada para los saharauis.

Mientras tanto, la represión marroquí se ceba sobre la población del Sahara ocupado: toda familia tiene un secuestrado, desaparecido, torturado o encarcelado entre sus miembros. Se hacen tristemente célebres las prisiones de Galat-Maguna o Agdis en el sur de Marruecos. Pero ello no ha impedido que la «intifada saharaui» surja en la zona ocupada frente a la represión y a la llegada de miles de colonos marroquíes a los que su gobierno pretende entregar las casas y las tierras saharauis. Treinta años después, la RASD forma parte de la Organización para la Unidad Africana y está reconocida por 80 países. Sin embargo, España, su antigua metrópoli, ha sido incapaz de ejercer un papel similar, por ejemplo, al de Portugal con Timor del Este, apoyando sin reservas el derecho a la autodeterminación de su antigua colonia. Ésta es la deuda histórica de nuestro país con los saharauis y sólo multiplicar la solidaridad y la presión de la ciudadanía sobre el gobierno puede hacer que esa deuda se pague con justicia de una vez.