El 27 de febrero se conmemoró el 30 Aniversario de la creación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), día en que el último soldado español abandonó el territorio. Treinta largos años de lucha. Treinta largos años de injusticias, sufrimiento, tortura y asesinatos por parte de uno de las naciones más poderosas de África, Marruecos, […]
El 27 de febrero se conmemoró el 30 Aniversario de la creación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), día en que el último soldado español abandonó el territorio. Treinta largos años de lucha. Treinta largos años de injusticias, sufrimiento, tortura y asesinatos por parte de uno de las naciones más poderosas de África, Marruecos, ante un mutismo internacional que demuestra, una vez más, la falta de credibilidad que Naciones Unidas posee en la actualidad.
Colonia española desde finales del siglo XIX, la descolonización obligada por parte de Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial, llevó a una España que vivía el final del franquismo a olvidarse de su promesa de elaborar un referéndum para pactar un vergonzoso acuerdo, en 1975, por el que donaba la administración del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania, en lo que se conoce como los Acuerdos de Madrid.
Dicho pacto tuvo como consecuencias el levantamiento en armas del pueblo saharaui contra sus neocolonizadores, en un mundo convulsionado que preconizaba la libertad de todos los pueblos. Marruecos, a través de la Marcha Verde, por la que 350.000 civiles marroquíes, acompañados de militares, cruzaron la frontera, ocupó el territorio saharaui. A pesar de que posteriormente Mauritania salió de dicho territorio, el reino alauí continúa su colonización hasta hoy, tras anexionarse ilegalmente el territorio administrado por Mauritania.
Pero no fue suficiente, los constantes bombardeos consiguieron que muchos saharauis se exiliasen a Argelia mientras Marruecos construía un muro que cercaba a toda la población, así como los ricos depósitos de fosfatos, bancos de pesca, gas y petróleo existentes en la zona.
Fracaso de la MINURSO
La envergadura de los ataques marroquíes, que incluían el uso del napalm y fósforo blanco contra la población civil, hizo que Naciones Unidas interviniera proclamando el alto al fuego, en 1991, y la celebración del referéndum de Autodeterminación, prometido por España, a través del un Plan de Arreglo que ambas partes aceptaron.
Sin embargo, Marruecos ha paralizado cualquier acción de la MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental). No le bastó con exigir una modificación en la cláusula sobre los votantes del referéndum, que incluye a cientos de marroquíes en el censo, algo que el Frente POLISARIO (Frente Popular para la Liberación de Saguia el-Hamra y de Río de Oro) ha terminado aceptando, sino que se ha opuesto a cualquier proceso que inicie dichos trámites. Como señaló el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, «los intentos de controlar el proceso de identificación han sido la causa principal de las dificultades sufridas, el proceso de apelación podría ser incluso más prolongado, engorroso y contencioso que la identificación en sí«.
Desde entonces, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha emitido treinta y dos resoluciones, con carácter vinculante, de las cuales Marruecos no ha cumplido ninguna. El último plan del organismo internacional, conocido como Plan Baker II, en honor a su creador, estipula un periodo de autonomía del Sáhara Occidental dentro del Reino de Marruecos de entre cuatro y cinco años, tras el cual se celebraría el referéndum de Autodeterminación. No obstante, a pesar de que el Frente POLISARIO lo ha aceptado, el Rey Mohamed VI continúa con su afirmación de que no cumplirá «ninguna resolución, ni de Naciones Unidas ni de cualquier otra organización, que atente contra su soberanía nacional«, por lo que seguirá prorrogando indefinidamente la cuestión del referéndum ante una organización internacional, cada día, con menos credibilidad.
España, una postura cobarde
El papel de España siempre ha caído en la ambigüedad, mostrando por un lado la voluntad de encontrar una solución que satisfaga al pueblo saharaui mientras, por otro, cierra acuerdos de amistad con Marruecos. No hay que olvidar que España es responsable directa de la situación en la que viven los habitantes del Sáhara Occidental, ya que el problema se remonta al proceso interrumpido de descolonización y a las promesas incumplidas del franquismo. A través de la Declaración de Argel, España anunció la celebración, para el año 1975, de un Referéndum para la Autodeterminación.
A pesar de que ha reconocido los derechos nacionales del pueblo saharaui, reclamando la aplicación de las resoluciones internacionales, los «Acuerdos de Madrid» siguen vigentes. Desde entonces, la postura española al respecto ha variado según los diferentes gobiernos.
En la transición, el Partido Socialista, junto al Frente POLISARIO, emitió un comunicado conjunto para reiterar su condena a dichos acuerdos, denunciando la guerra de conquista, rapiña y exterminio impuesta al pueblo saharaui por sus ocupantes. No obstante, tras su triunfo, sus propuestas respecto al contencioso fueron olvidadas. Incluso el entonces ministro de Exteriores, Fernando Morán, señaló que «no solamente no haremos nada para desestabilizar al rey de Marruecos, sino que realizaremos todo lo que esté en nuestra mano para mantener su estabilidad«. Así, en los más de ocho años de Gobierno socialista que siguieron a la advertencia de Morán, ni hubo ilegalización de los acuerdos, ni reconocimiento de la RASD ni gestos que hiciesen temer a Marruecos un enérgico y efectivo apoyo español al POLISARIO en la ONU.
El Gobierno del Partido Popular supuso, en cambio, un nuevo impulso basado en un apoyo firme a las Naciones Unidas y en una nueva política a seguir con Marruecos, cuyas relaciones diplomáticas se tensaron, como demuestra el conflicto de la Isla de Perejil, originado por la «No-renovación del Tratado de Pesca» por parte del país magrebí. Así, su política exterior se centró en continuos contactos con el Frente POLISARIO, hasta el punto de enviar al Secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Moragas, a los campamentos de refugiados.
Mas la situación volvió a cambiar con el triunfo, en el año 2004, del PSOE en las elecciones generales, cuya política se centró en normalizar y mejorar las relaciones hispano-marroquíes. De hecho, ese fue el país destino del primer viaje del Presidente Zapatero, en el cual el Gobierno prometió el final de la época fría en la diplomacia entre Madrid y Rabat. Lo que ha aumentado, aún más si cabe, la confusión de la postura española respecto al contencioso del Sáhara Occidental.
Y aunque el Ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha comunicado repetidas veces el apoyo del Gobierno al Plan Baker, sus declaraciones se han limitado a aclarar que «España animará el diálogo entre las pares afectadas«, lo cual no es decir mucho. Además, conviene recordar que el gobierno socialista no cuenta con muchos apoyos para una política favorable a Marruecos entre los partidos más pequeños del parlamento y entre la población española, que demuestra constantemente su solidaridad con los refugiados y la causa saharaui.
La RASD, un país sin tierra
Reconocida por 81 países, en su mayoría africanos, la RASD es un ejemplo de país democrático donde todas las decisiones se adoptan a través de la consulta popular. Miembro fundador de la Unión Africana, el estado saharaui ha constituido «los órganos judiciales, ejecutivos y la conformación de su administración estatal«, en palabras del Presidente de la RASD, Mohamed Abdelaziz, en la festividad del XXX Aniversario en Tifariti.
Pero no se ha limitado a ello, además de diversos Ministerios y organizaciones políticas, el pueblo saharaui ha erigido organizaciones para la mujer, la infancia, cursos educativos… todo lo necesario en una democracia madura. Todos los niños y jóvenes acuden a las madrazas, escuelas musulmanas, y la mayoría de estos últimos posee formación universitaria gracias a Argelia y Cuba, fundamentalmente.
Mientras, en la jamada, la parte del desierto más estéril y, por ende, donde la vida es especialmente dura, esperan a que algún día el derecho internacional actúe y obligue a Marruecos a liberar a los 151 prisioneros saharauis, el Frente POLISARIO concedió la libertad a todos los marroquíes, y a terminar su ocupación ilegal sobre un pueblo valeroso como pocos, que podría llegar a ser un ejemplo de democracia en una zona donde no abunda este tipo de sistema.