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Movimientos sísmicos en Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

Tras los resultados electorales de esta semana en Estados Unidos podemos afirmar que un cierto movimiento sísmico se ha producido en el escenario político de aquel país, pero probablemente éste no alcance el grado de terremoto ni de tsunami. Aquellos que están vendiendo la cabeza de Bush o señalan sin recato que el final del […]

Tras los resultados electorales de esta semana en Estados Unidos podemos afirmar que un cierto movimiento sísmico se ha producido en el escenario político de aquel país, pero probablemente éste no alcance el grado de terremoto ni de tsunami. Aquellos que están vendiendo la cabeza de Bush o señalan sin recato que el final del imperio globalitario estadounidense forjado por los ideólogos neoconservadores está en puertas, tal vez estén corriendo demasiado. El análisis postelectoral nos recomienda no ir tan deprisa y permanecer atentos a determinados matices.

Una realidad indiscutible es el triunfo del Partido Demócrata, que no sólo ha conseguido la mayoría en la Cámara de Representantes (con un margen que ni ellos esperaban), sino que finalmente también han ganado el Senado. Y también lo es que la estrategia neoconservadora ha salido seriamente dañada, pero sería pecar de ingenuidad y menospreciar la capacidad de ese movimiento, anticipar su muerte política. Si han sabido maniobrar durante décadas para hacerse con el control de los engranajes políticos de EEUU, difícilmente los cederán ahora sin plantar una dura resistencia.

La dimisión del Secretario de Defensa Ronald Rumsfeld se ha presentado como un signo irrefutable de esa cuesta abajo que afrontarían los neocons, sin embargo no hay que olvidar que el pasado año ya presentó en otras dos ocasiones su dimisión, aunque entonces Bush no las aceptó. La salida de Rumsfeld tiene mucho de «operación de marketing», de un movimiento simbólico, para desviar la atención hacia su persona y aliviar la presión que debería soportar el inquilino de la Casa Blanca. Ahora bien, también es cierto que su dimisión es una grieta más en el pedestal que domina el verdadero cerebro público de la estrategia neoconservadora, el vicepresidente Dick Cheney, que ya tuvo que prescindir de su mano derecha, I Lewis Lobby en 2005.

A partir de ahora otros actores intentarán aprovecharse de estos momentos de flaqueza política para maniobrar y situarse en una mejor posición. Un ejemplo lo podemos encontrar entre los círculos militares descontentos con el mando civil del Pentágono y de la dirección neoconservadora en asuntos «de guerra». También asistiremos a un nuevo pulso entre los halcones neocons, los «realistas republicanos» y algunas fuerzas centristas del Partido Demócrata para dirigir la política exterior de EEUU.

Iraq

Una de las patatas calientes que maneja la «diplomacia» estadounidense y que ha tenido su peso en el resultado electoral es el conflicto generado por la invasión de Iraq. La importancia de ese asunta ha sido tan importante que hay quien se ha atrevido a señalar que «no ha sido el partido Demócrata el que ha derrotado a Bush, sino que la resistencia iraquí».

Más allá de esas valoraciones, sí es cierto que en ese abanico de actores y corrientes que conviven y pelean dentro en el ámbito de la política exterior norteamericana se lleva algún tiempo maniobrando para buscar una «salida digna» al conflicto en Iraq. Los analistas locales señalan la importancia que está adquiriendo el Grupo de Estudio de Iraq (ISG), dirigido por James A Baker III (antiguo secretario de estado) y Lee H Hamilton (expresidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes).

En los próximos meses se espera un informe del ISG que puede marcar los patrones a seguir en Iraq por parte de EEUU, cuya línea argumental sería buscar acuerdos con Siria e Irán y otros países de peso en la escena internacional para «lograr una salida airosa de Washington sin renunciar a buena parte de los intereses a largo plazo que EEUU tendría en la región».

Desde el bando demócrata ya se ha recogido algunas de esas ideas y se señala la necesidad de «buscar un cambio y una readecuación responsable para las tropas estadounidenses en Iraq». Además se dice que es necesario «presionar a los dirigentes iraquíes para desarmar a las milicias y asegurar una sociedad inclusiva». Y directamente relacionado con todo esto estaría la «realización de una conferencia regional con los países vecinos de Iraq y otra conferencia internacional para facilitar la reconstrucción del país».

En ese sentido, el sustituto de Rumsfeld, Robert Gates, no estaría lejos de esas propuestas, y aprobaría la «inclusión de otros actores en la fotografía». El pasado mes de septiembre ya se habrían producido algunos contactos o reuniones entre norteamericanos y representantes oficiales de Irán y Siria, lo que supondría un importante giro estratégico en la postura de Washington en la región, y adelantaría alguna pista para el día después en Iraq, siempre de acuerdo «a los intereses estadounidenses».

Dos años

La presidencia de Bush supuso el fin del multilateralismo y de «la puesta en marcha del proyecto de Pax Americana». La materialización de la política neocon y de sus ejes, «aumento espectacular del gasto militar, defensa del estatus de única superpotencia, evitar el auge de cualquier potencia regional competidora, uso de los ataques preventivos y la idea de que el multilateralismo no recoge los intereses de EEUU».

Sin embargo tras esos años de «imperio neoconservador» la situación y «las amenazas» contra los intereses norteamericanos se han multiplicado. «La violencia jihadista, los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, los movimientos bolivarianos en Latinoamérica el imparable auge económico y político de China», son algunos ejemplos del escenario mundial que atemorizan a los neocons.

De cara a los dos próximos años, la vida política en EEUU va a estar marcada por la pugna de cara a las elecciones presidenciales del 2008. De hecho, la carrera para elegir a los candidatos para esa cita ya ha comenzado en los dos partidos más importantes, y las recientes elecciones también han influido en la misma. En el bando republicano deben elegir al sustituto de Bush (que puede convertirse en el mayor «problema» para el partido), y uno de los mejores colocados sería John McCain (dos de su rivales, Mitt Romney y George Allen han perdido sus aspiraciones tras su debacle personal del pasado martes).

Dentro del Partido Demócrata, la candidatura de Hillary Clinton ha ganado enteros, sobre todo tras su arrollador triunfo en New York. No obstante todavía es pronto, y además planea una duda, ¿estará el país preparado para que una mujer asuma la presidencia? En los próximos meses los republicanos, y sobre todo Bush deberán hacer frente a la presión de los electores que demandan fijar un calendario de salida en Iraq, además dentro del partido pueden producirse fisuras y enfrentamientos entre las diferentes familias ideológicas (la noche de los cuchillos largos puede aparecer en ese mundo) y finalmente el informe del ISG puede suponer un grave revés para la estrategia neocon.

Hay quien apunta que a partir de enero, cuando se ponga en marcha el nuevo Congreso, las solicitudes para iniciar comisiones de investigación para tratar la política neoconservadora de estos años puede suponer un nuevo aprieto para Bush y su círculo político. De todas formas es muy pronto para hablar de «un cambio de régimen» en Washington, y no hay que olvidar que los fallos de Bush (Iraq, Katrina.) más que los aciertos del Partido Demócrata les han dado a éstos la victoria. Y no debemos borrar de la memoria tampoco que tanto demócratas como republicanos son piezas del circo electoral estadounidense y que más allá de algunos matices, comparten la ideología que se centra en la «indiscutible superioridad» de EEUU y su papel hegemónico en el mundo.

TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)